viernes, 31 de agosto de 2012

Un pequeño (gran) tesoro

 
 
 
"Yo quiero cuidarte. Creo que te entiendo, tu eres diferente, tu no pretendes ser alguien que no eres. No debes preocuparte por nada ni sentirte avergonzado" (Vinessa Shaw en la película "Two lovers")

Hay momentos en la vida en los que nos sentimos solos, en los que sentimos que nadie piensa en nosotros o que a nadie le interesamos. Todos deseamos poder tener el afecto de personas que no sean estrictamente de nuestra familia. Digamos que el amor familiar nos viene ya dado (aunque hay casos mucho peores en los que no tienen ni eso) y queremos conquistar el de personas ajenas.

Por ello, es una bendición cuando alguien de fuera del grupo familiar te da su afecto y su interés, cuando muestra que le importas de verdad, que no eres un conocido más. Y si eso es una bendición, es muy triste darse cuenta de lo contrario, de que las atenciones que te dispensa a ti son las que dispensa a otros muchos. Pensaste, haciendo metáforas medievales, que podrías ser un noble en su corazón y simplemente eras un vasallo más.

Tampoco puedes culpar a la otra persona, tu querías ser noble y te quedaste en vasallo, nadie te obligó a ello, fue una aspiración tuya. No se puede comprar el amor ajeno a voluntad, sólo puedes esperar ser bendecido con él. Y muchas veces tú quieres a una persona de un modo que ella no te quiere a ti, que no significa que no te quiera, sino que no lo hace del mismo modo que tú.

La frase que encabeza estas líneas es una de esas frases que oyes en una película y te remueven el corazón. Una de esas frases que cuando te las dicen a ti hacen que te derritas como un helado al Sol. Que alguien diga que quiere cuidar de ti y que comprende lo que te pasa por dentro me resulta tremendamente enternecedor.

Y no menos enternecedor es cuando cuentas tus sinsabores a alguien y esa persona te ofrece consuelo. La ilusión que se siente cuando recibes un mensaje de ánimo sincero en uno de esos momentos donde solo ves oscuridad es algo que no tiene precio, de esos detalles que limpian tu espíritu y te dan una gran paz. Un buen apoyo a tiempo te salva de lo que parecía un abismo inabarcable. Es como si alguien te diera una caricia, como si te cogiera de la mano y te uniera consigo.

Por ello quiero hacer un pequeño homenaje a esas personas que de vez en cuando nos ayudan a superar esos vaivenes emocionales que nos da la vida. Son un pequeño (gran) tesoro.

martes, 28 de agosto de 2012

Recuerdos de verano

Este fin de semana acudí a ver una de esas películas que hay que ver en el momento en el que están ambientadas por las sensaciones tan vívidas que transmiten. Hay filmes que se desarrollan el clima oscuro y nevoso del invierno que es mejor ver cuando la temperatura exterior anda por los cero grados y cintas veraniegas que se disfrutan más cuando en la calle hace casi 40 grados. Aunque pueda parecer una chorrada, siempre da un plus a meterse mejor dentro de la historia. Pues bien "El Skylab" es una de esas pelis que hay que ver en verano, porque rezuma verano por los cuatro costados.



"El Skylab" cuenta los recuerdos de Albertine (Karin Viard), que recuerda la reunión familiar para pasar un fin de semana de verano en una casa de campo en la Bretaña francesa en 1979, cuando ella era una niña de apenas 10 años (Lou Alvarez). A lo largo de la historia iremos descubriendo un poco a los numerosos miembros de esa familia, cada uno de su padre y de su madre y los retales de la convivencia entre todos ellos.

Este filme es el quinto como directora de la francesa Julie Delpy, una mujer que empezó ejerciendo como actriz en su adolescencia y juventud en películas de directores como Jean Luc Godard, Carlos Saura, Bertrand Tavernier o Kieslowski y que logró la fama internacional junto a Ethan Hawke en "Antes del amanecer". También ha hecho sus pinitos como guionista (en "Antes del atardecer", por la que fue nominada al Oscar en este aspecto) y como cantante, publicando un disco en 2003. En los últimos años ha espaciado sus apariciones en pantalla y se ha centrado más en colocarse detrás de las cámaras, dirigiendo filmes como la simpática "2 días en París" o "El Skylab", en la que se reserva un papel secundario como madre de la niña protagonista.



Con una trama que tiene reconocidos elementos autobiográficos (cuando se desarrolla la acción la joven Albertine tiene la edad de la propia Delpy en 1979 y ella dice haberse inspirado en su madre para su personaje, además de muchos recuerdos de sus reuniones familiares), Delpy construye una película donde predomina el costumbrismo y la naturalidad, en la que aparentemente no pasa nada, pero todos los personajes tienen algo que decir, sus cosas buenas y malas, sus contradicciones.

En un momento en el que todo el mundo está preocupado por la caída del satélite Skylab sobre sus cabezas (finalmente cayó en el Océano Índico) asistimos al despertar a la adolescencia de Albertine, que empieza a sentir los pinchazos del amor, que ve películas poco apropiadas a su edad (como "El tambor de hojalata" y "Apocalypse now"), que empieza a hacerse preguntas sobre lo que ve, pero que sigue conservando la inocencia de la niñez.



Cualquiera podrá sentirse identificado con una historia en la que se nos habla de las relaciones familiares desde una óptica ligera, con algunos apuntes de drama, pero donde predomina el buen humor. Como esas comidas familiares en las que un tema político y social crea controversias entre varios miembros aunque la sangre no llega al río. La fotografía colorista capta muy bien el ambiente pesado y apacible del verano y el elenco de actores cumple adecuadamente con su cometido, aportando la frescura necesaria al conjunto.



Una película muy interesante, a la que solamente se le puede reprochar una ocasional sensiblería, especialmente en su epílogo. Creo que la película, que está contada a modo de flashback, podría haberse narrado sin el prólogo ni el epílogo, que no aportan mucho más y hacen repetitivo y maniqueo un mensaje que se había deslizado de forma sutil por el resto del metraje.

Con todo ello, un filme muy recomendable, con sabor a nostalgia, que a muchos les recordará los veraneos familiares en el playa o en el pueblo.

martes, 21 de agosto de 2012

Agosto



No me gusta el mes de agosto, es posible que sea el mes que menos me gusta de todo el año, como el domingo es el día que más odio de toda la semana.  A partir de ahí ya se pueden imaginar que con el nombre que tiene la entrada, no va a ser muy laudatoria.

Agosto es el mes veraniego por excelencia, el mes de las vacaciones por antonomasia, el mes de la canícula y los calores más extremos y también es el mes de la nada más absoluta y el mes más mentiroso del año. Todo se detiene en agosto de una manera artificiosa, como si no importara lo que hubiera pasado en los meses anteriores y lo que está por venir en los meses siguientes. Se le da a la tecla de pausa y todo tiene que quedar suspendido, es un tiempo muerto en medio del partido.

Veo este año y detecto aún más el carácter mentiroso de agosto. En un principio de verano cargado de manifestaciones y protestas sociales fue llegar el mes de agosto y todo ha quedado en suspenso, como si esos problemas ya no existiesen. Como si este país hubiera dejado de dar pasos al tercermundismo y ya estuviera todo solucionado. Pero no, ya se está avisando que septiembre traerá nuevas acciones, tanto por parte de los que protestan como por parte de los que joden. Será que soy un ingenuo, pero esto de estar mirando hacia otro lado como si nada ocurriese por ser agosto, esta especie de tregua artificial y absurda, de "no pelearse que hay vacaciones y luego ya veremos", me parece cuando menos curioso. La Revolución Francesa empezó en julio y no recuerdo que jacobinos o girondinos se fueran de vacaciones en agosto y esperaran a septiembre para hacer lo que querían hacer. Pero bueno, tampoco pretendo hacer un análisis de la actualidad, que de eso ya se encarga mucha gente y me pone mal cuerpo pensar en el destino que le aguarda a este país.

Y es que nunca me ha gustado agosto. Cuando era estudiante el mes de verano que disfrutaba era julio, agosto se me hacía muy largo y repetitivo, con ganas de que llegase septiembre para volver a las clases. Cuando empecé a trabajar siguió siendo julio el mes donde hacía mis vacaciones y agosto era ese páramo en el que tenía que trabajar mientras medio país estaba de libranza y todo estaba parado. Todo el mundo parecía vivir y disfrutar de sus retiros en la playa y la montaña mientras yo sentía que los días pasaban uno detrás de otro de manera infructuosa. Aunque de todos modos ese sentimiento de que se te escapa la vida mientras otros la disfrutan no es exclusivo de agosto, se puede sentir a lo largo del año.

Aunque como dice el refrán, no hay bien ni mal que cien años dure. A agosto le quedan escasos días y enseguida vendrá septiembre, trayendo de vuelta todo aquello que ha quedado suspendido en agosto, tanto para lo bueno como para lo malo.

martes, 14 de agosto de 2012

El cámara




Porno. Eso era lo que hacía después de varios años de estudios de Comunicación Audiovisual y un Master en Realización Cinematográfica. Él, que soñaba con convertirse en un reputado director de cine desde pequeño, cuando grababa cortos caseros con la cámara de su padre. Para eso se había quedado, de operador de cámara en películas pornográficas.

Fue el primer trabajo que le salió después de mandar su curriculum a varios sitios. Pensó que podría ser admitido en alguna televisión, para ir haciendo contactos y preparar su salto estelar al cine. Una productora le reclutó para que hiciera de operador de cámara en eventos públicos para los que eran contratados y en anuncios industriales, antes de que la productora cambiara de dueños y fuera adquirida por una empresa dedicada al porno.

No era lo que se esperaba, pero en un primer momento le resultó excitante poder meterse en ese mundo. Ese universo de placer lleno de chicas de buen ver y que tanta satisfacción le había dado a solas. No estaría mal grabar esas escenas, tenía algo de fantasía, el poder ver una película grabada por él mismo.

Lo que con el tiempo aprendió fue que grabar porno es una de las cosas menos excitantes que hay, a menos que seas uno de los que salen en pantalla. Tenía que situarse a escasos centímetros de donde se desarrollaba la acción, algo que en ocasiones resultaba engorroso, pues el entusiasmo de algunas cópulas no le tenía en cuenta y se topaba con el culo del actor o recibía algún golpe por un cambio repentino de postura. Y sabía de otros a los que les habían pasado cosas peores.

Todo se hacía de una manera tan mecánica que la excitación inicial se había tornado en desidia y aburrimiento. Tenía a su alrededor en los rodajes a muchas chicas preciosas y ni las prestaba atención, para él eso era ya algo tan mecánico como una cadena de montaje.

En esas estaba cuando un día le tocó rodar una escena lésbica. Ya había hecho algunas y le habían producido el mismo tedio que el resto. Era la primera vez que trabajaba con una directora al mando, algo poco común. La directora le había comentado que a ella le gustaba hacer películas que excitaran a las mujeres, porque defendía que las mujeres también consumen porno y que se sienten defraudadas por el tratamiento que suele dar.

Para ello le gustaba utilizar a actrices con apariencia natural y mezclar escenas de hombre y mujer con escenas entre dos chicas, que decía que era una de las fantasías más recurrentes en el sexo femenino. Allí se presentaron dos muchachas de formas generosas, atractivas y con más curvas que lo que era normal en aquel mundillo. La directora les dio las últimas indicaciones y la escena comenzó.

Durante los siguientes 40 minutos, él estuvo siguiendo las evoluciones de las dos chicas, que se tomaron su tiempo para desvestirse mientras se besaban y tocaban. Las órdenes de la directora era grabar la escena sin cortes, para dar mayor sensación de realismo, algo a lo que él no estaba acostumbrado. Estaba siendo cansado aunque tenía un aire interesante aquella atmósfera silenciosa, en la que sólo se oían las evoluciones lentas pero seguras de las chicas.

Fue a los 40 minutos cuando ocurrió algo que a él le llamó mucho la atención. Una de las chicas acababa de llegar al orgasmo y acto seguido atrajo hacia sí a su compañera para abrazarse fuertemente a ella, escondiendo su cabeza en el pelo de la otra. De pronto empezaron a oírse unos sollozos, que provenían de la chica que acababa de llegar al clímax. Su rostro se hizo visible de nuevo y él vio como le caían lágrimas de los ojos. La compañera le hacía caricias tratando de consolarla y ella trató de controlar su llanto quitándose las lágrimas, pero fue en vano. Enseguida todo su cuerpo empezó a tambalearse y las lágrimas brotaron con más fuerza.

Nadie detrás de las cámaras dijo nada y él grababa la acción sin perder un detalle mientras el corazón le latía con fuerza. Después de unos minutos, la actriz logró controlar su disgusto y se quedó tumbada abrazada a su compañera, que también había derramado unas lágrimas por efecto contagio. La directora mandó cortar la escena y enseguida fue a abrazarse con sus dos actrices.

La chica explicó que esa mañana había discutido con su novio por dedicarse a este tipo de escenas y que precisamente lo hacía con otras mujeres para no tener que liarse con otros hombres. Por todo ello, la tensión acumulada había saltado con el orgasmo. La directora le dijo que estaba muy contenta con el resultado, que ese era el realismo que buscaba.

Sin embargo él se quedó tocado y fue su último rodaje pornográfico, dejó el negocio y empezó a trabajar en una tele local. Durante mucho tiempo no pudo olvidar esas lágrimas y esa ternura inmediata entre dos chicas que ni se conocían entre ellas, le habían emocionado profundamente. Dedicó sus ratos libres a crear una historia que pudiera rodar como director, contando todas sus impresiones sobre aquello que había vivido, que le permitiera entender lo que había sentido.


martes, 7 de agosto de 2012

Héroes y villanos

Tras un tiempo sin acudir a las salas cinematográficas por diversos motivos, he vuelto a hacerlo viendo dos de los estrenos más esperados y que vienen a animar la cartelera de verano, siempre calificada de poco interesante y que al menos este año tiene cosas muy recomendables. A continuación les voy a hablar de "El caballero oscuro: La leyenda renace" y "Prometheus".

En "El caballero oscuro: La leyenda renace"  hace ocho años que Batman (Christian Bale) desapareció en la oscuridad, dejando de ser un héroe para convertirse en fugitivo. Al asumir la culpa por la muerte del fiscal del distrito Harvey Dent, el Caballero Oscuro decidió sacrificarlo todo por lo que consideraba, al igual que el Comisario Gordon (Gary Oldman), un bien mayor. La mentira funciona durante un tiempo, ya que la actividad criminal de la ciudad de Gotham se ve aplacada gracias a la dura Ley Dent. Pero todo cambia con la llegada de una astuta gata ladrona (Anne Hathaway), que pretende llevar a cabo un misterioso plan. Sin embargo, mucho más peligrosa es la aparición en escena de Bane (Tom Hardy), un terrorista cuyos despiadados planes para la ciudad obligan al héroe enmascarado a regresar de su voluntario exilio.



La última entrega de la trilogía firmada por Christopher Nolan supone un adecuado final para una serie de filmes que nos han mostrado a un héroe con muchos claroscuros, con la superación de sus miedos como germen de su manera de impartir la justicia. Una serie de filmes que han prestado mucha atención a ese Bruce Wayne que aparentemente es un joven rico y triunfador, pero que esconde una personalidad atormentada y taciturna, que busca su particular redención eliminando el mal de las calles de Gotham.

En esta ocasión deberá hacer frente a una trama tiene connotaciones con la actualidad, con un terrorista que pretende sumir a Gotham en el caos reventando un sistema económico que sólo favorece a los más poderosos. Para ello contará con aliados como su mayordomo Alfred (Michael Caine), el ingeniero Lucius Fox (Morgan Freeman) o un policía abnegado (Joseph Gordon Levitt). Mientras tanto, Wayne/Batman deberá lidiar con dos mujeres que se disputarán un lugar en su corazón, cada una a su manera: una misteriosa millonaria (Marion Cotillard) y Catwoman, siempre a medio camino entre ayudar o perjudicar al Caballero Oscuro.

Aunque la cinta adolezca de varios agujeros de guión (con varios momentos y situaciones que suceden porque sí y que si te paras a analizarlas no tienen mucho sentido), el buen hacer de su director y de su bien conjuntado reparto hace que resulte un cierre muy adecuado a la trilogía con un buen espectáculo en sus entretenidas dos horas y media de duración.

No se preocupen, que a buen seguro tendremos más cintas de Batman en el futuro aunque no estén ni Bale ni Nolan implicados en ellas, este tipo de personajes siempre tienen tirón en el público y Hollywood lo sabe.

La otra gran película de estreno que he visto ha sido "Prometheus", el retorno a la ciencia ficción del director Ridley Scott ("Gladiator") después de sus celebradas "Alien" y "Blade Runner", precisamente con una precuela de la primera de ellas. Un grupo de científicos y exploradores emprende un viaje espacial a un remoto planeta, una rara estrella recién descubierta, donde sus límites físicos y mentales serán puestos a prueba. El motivo de la misión es que los humanos creen que allá podrán encontrar la respuesta a las preguntas más profundas y al mayor de los misterios: el origen de la vida en la Tierra.



Para "Prometheus", Scott recupera el modelo de mujer luchadora en el espacio que se convirtió en la característica de la saga protagonizada por la teniente Ripley. En esta ocasión, la protagonista es Elizabeth Shaw (Noomi Rapace), una científica creyente en Dios a la que eso no le supone ningún problema a la hora de buscar el origen de la vida y que deberá superar una y mil pruebas para tratar de descubrir la verdad. Por otro lado tenemos a Vickers (Charlize Theron), la jefa de la expedición, una mujer fría y distante que no tendrá reparos en prescindir de quien sea necesario para sacar adelante la misión

Todos aquellos que esperasen una película de terror o de bichejos en el espacio quizá se lleven una decepción con este filme, que tiene algunos de esos ingredientes, pero es más que eso. La mezcla entre película de ciencia ficción cerebral, serie B y "monster movie" crea un curioso cóctel, algo desigual, pero que me resultó muy interesante. Uno de los puntos fuertes de la cinta es el androide David (Michael Fassbender), un ser aparentemente programado sin sentimientos que acabará demostrando rasgos de gran humanidad, tanto para lo bueno como para lo malo, en una clara referencia a los replicantes de "Blade Runner".



Con todo ello, nos encontramos ante un filme visualmente poderoso y muy entretenido, que además deja interrogantes abiertos para debatir después de ver la película. Una muy digna precuela de una saga que fue cayendo en el puro "explotation" con cada nueva entrega, dando más de lo mismo pero peor. A ello ayuda el buen hacer de Scott tras las cámaras, que demuestra una personalidad visual que no está al alcance de todos y un elenco de recibo con mención especial para la sueca Noomi Rapace (que dio el campanazo como la Lisbeth Salander en las películas escandinavas de las novelas de la saga "Millennium"), Charlize Theron (que ha mejorado como actriz con el paso de los años, véanla en la infravalorada "Young adult") y un Michael Fassbender al que los personajes algo hijoputescos le van como anillo al dedo.

Dos filmes sobre héroes y villanos destinados a cautivar al gran público y a hacer taquilla, pero que no por ello dejan de ser interesantes y bastante aprovechables.

jueves, 2 de agosto de 2012

Conocer y desconocer



Muchas veces me ha sucedido que creo conocer a alguna persona, a saber más o menos las coordenadas por las que se va a mover y de repente, cual si fuera una peli de misterio, da un giro inesperado y te quedas con la boca abierta. Aquella persona a la que imaginabas torpe e inculta gusta de algunos placeres intelectuales, aquella a la que veías positiva ante la vida esconde más de un sentimiento amargo, aquella a la que creías simpática y extrovertida es una asocial encubierta o la que percibías como buena gente era en el fondo un cúmulo de malas ideas e intenciones, que no te quería sino que disimulaba con destreza el desprecio que le producías. Y así muchos casos más que a buen seguro todo el mundo ha padecido (o irán a padecer).

¿Y por qué se produce este fenómeno? Pues muy sencillo: no es frecuente que mostremos a los demás todos nuestros recovecos, buenos y malos. Sólo a aquellos que por cuestiones de afecto o de trato prolongado nos entregamos más o nos conocen mejor que nosotros mismos, les es permitido el acceso.

Muchas de las amistades caen en una cierta superficialidad, hay unos intereses comunes que unen pero nunca se llega al fondo. Los anhelos, las frustraciones o los rincones oscuros del alma de la otra persona se convierten en una incógnita y por ello cuando se descubren crean una sensación desagradable, de chasco. Un chasco que también puede producirse en la gente a la que crees conocer mejor y que un día te soprenden con alguna reacción inesperada

Es un chasco, porque descubres las cosas que no conocías de esa persona, cómo todos esos aspectos ocultos te dejan perplejo y triste porque eres consciente de que nunca llegaste a entrar ahí del todo y te preguntas cómo ha podido pasar, en qué momento te perdiste por un camino que creías conocer.

Evidentemente siempre hay una parte positiva y algunas de las relaciones más superficiales pueden dar un salto de calidad a amistades verdaderas si se sabe asimilar esa nueva información que antes desconocíamos. Ese mayor conocimiento puede provocar que te des cuenta de que existe una mayor afinidad con tu personalidad y de que esa persona merece aún más la pena de lo que creías.

Y en el caso de la gente que conoces mejor y te sorprende con algo nuevo, siempre puede ser un rasgo más a incluir en su forma de ser, un ingrediente más. Al fin y al cabo la vida nos moldea continuamente, yo no soy el mismo que hace 4 o 5 años y probablemente habré cambiado en alguna cosa más de aquí a un tiempo.

El ciclo de la vida, como decía aquella película.