Hay ocasiones en las que varias personas optan a un mismo cometido que les interesa mucho y compiten entre ellas por ver quién ganará, por ver quién conseguirá llevarse el gato al agua. Todos presentan sus credenciales, exponiendo sus méritos, a veces incluso exagerándolos mientras tratan de disimular sus defectos. Tratan de mostrarse simpáticos e interesantes en el cara a cara y buscan convencer de que ellos son la opción ideal sobre todas las demás. Al final, uno de ellos convencerá un poco más que el resto y será quien se quede con el puesto. Creerán que estoy hablando de conseguir un trabajo, pero lo cierto es que todo esto podría ser aplicable a la hora de buscar una pareja o en las relaciones humanas en general.
Puestos a analizar cosas que les haya pasado a todo el mundo en
alguna ocasión, creo que una de las que se llevaría la palma es el síndrome del
"ya te llamaremos". Todos hemos pasado alguna vez por ese momento en el que
alguien nos dice esa frase, que ya se mantendrá en contacto con nosotros. Y no
es algo exclusivo del ámbito laboral, de cuando se opta a un trabajo y se pasa
la pertinente entrevista y te despiden con esa sentencia, que muchas veces es un
puro formalismo para no decir que no te hagas muchas ilusiones, que el puesto no
será para ti. Es curioso la de ámbitos en la vida en los que nos llegan a decir
eso. Pienso en esas amistades que te dicen que te llamarán y que ya las verás
algún día y ese es el síntoma de que seguramente no las veas el pelo en mucho
tiempo. Pienso en esos amores fracasados antes de empezar, cuando ambas partes cierran con un "ya
veremos" la declaración de una de ellas y que suele ser el preludio de una
relación amorosa imposible y de una amistad ya quebrada, porque nunca surgirá el
amor de ahí y ya no se puede volver atrás.
Y a veces ves cómo otra persona se lleva
lo que tú deseabas y te preguntas "¿por qué?", "por qué esa
persona vale y yo no?", "qué tiene que no tenga yo?". Una de las
máximas que siempre ha atraído mi atención es aquella en la que se asegura que, hagas lo que hagas y por bueno que te creas, siempre habrá alguien
mejor que tú y por eso que me tomo los halagos con satisfacción pero también con moderación. Es cómo
aquello de "tu curriculum es bueno, pero hay muchos otros similares y también
mejores", así que tampoco te puedes hacer muchas ilusiones. Y también hay ocasiones en las
que en vez de quedarme con lo bueno, tiendo a pensar en que hay otro que lo hace
igual o mejor que yo y empiezo a rabiar, contra el otro, contra la persona que
lo prefiere a él y contra mí mismo por no estar a la altura. Sé que es una
tontería enfadarse por eso, pero en ese momento pierdo de vista ese pensamiento
de que siempre habrá alguien igual o mejor que tú, que te quita de ser un
presumido crecido, pero también te hace muy vulnerable e inseguro, por pensar
que otro vendrá y lo que deseas se llevará.
Las inseguridades forman parte de todos aunque especialmente de la gente que tiene un carácter que tiende más a la introspección y a cuestionarse a sí mismo, lo que viene bien para plantearse según que cosas, pero que puede ser perjudicial para la seguridad que tiene en sus capacidades. Así se ve a tanta gente que vale mucho y que no desarrolla su potencial por vergüenza, miedo o desconfianza y gente que acaba haciéndose insoportable porque su inseguridad les lleva a ser suspicaces ante lo que piensen los demás de ellos, a estar a la defensiva y defenderse atacando. A atacar porque se sienten atacados por su inseguridad y eso aumenta su aislamiento.
Aunque suene a moraleja del estilo sensiblero y políticamente correcto, lo que debería de hacerse es tratar de ser uno mismo y lidiar como se mejor se pueda con los demás y nuestras circunstancias. Seguramente muchas veces no seremos los elegidos para la gloria y ésta se la llevarán otros que no sean mejores, pero que igual saben venderse mejor que nosotros, que transmiten una mayor seguridad en sus posibilidades y por eso se hacen más atractivos. Porque podemos ser los peores enemigos de nosotros mismos y ya salir derrotados al campo de batalla que es la vida o pensar en que podemos llevarnos alguna que otra victoria. Y que si muchos dicen "ya te llamaremos" otros vendrán que no se limitarán a decirlo y lo harán de verdad.