martes, 27 de marzo de 2012

Las entrañas de la política


Este fin de semana recuperé mi hábito de ir al cine para ver una película a la que tenía ganas de hincarle el diente, "Los idus de marzo", dirigida por George Clooney, en la que es su cuarta aproximación tras las cámaras (después de "Confesiones de una mente peligrosa", "Buenas noches y buena suerte" y "Ella es el partido").

"Los idus de marzo" nos habla de joven idealista (Ryan Gosling), que empieza a trabajar como director de comunicación para un prometedor candidato (George Clooney) que se presenta a las elecciones primarias del Partido Demócrata. Durante la campaña tendrá la oportunidad de comprobar hasta qué extremos se puede llegar con tal de alcanzar el éxito político.

En su nueva película como director, Clooney ha querido retomar el ámbito político que tan bien le vino en la estupenda "Buenas noches y buena suerte" y en esta ocasión retrata las entrañas del poder, de las cosas que se hacen entre bambalinas en períodos preelectorales. No es que ofrezca nada nuevo bajo el Sol a estas alturas, pues cualquier espectador un poco informado es consciente de lo que se cuece en las esferas donde se disputa el poder. Pero sin embargo resulta una aproximación estimable, que trata al espectador como alguien inteligente.

El título de la película viene dado por la festividad romana en la que asesinaron a Julio César y es una metáfora sobre el descubrimiento de la verdad por parte del joven idealista, que comprobará de primera mano la serie de tejemanejes y la podredumbre que se ocultan bajo la fachada más perfecta.

Uno de los puntos fuertes del filme es la buena labor de su reparto, trufado de buenos actores. Empezando por Ryan Gosling, siempre con esa mezcla de locura y vulnerabilidad, siguiendo por George Clooney como el encantador político con basura debajo de la alfombra. Todo ello redondeado con gente tan competente como Philip Seymour Hoffman y Paul Giamatti como asesores de campaña, Marisa Tomei como periodista metomentodo y Evan Rachel Wood como jovencita no tan candorosa como aparenta, que se convertirá en objeto de deseo del personaje de Gosling. Un gusto volver a ver a Evan Rachel Wood, por la que tengo debilidad desde hace años, una chica tan bella como talentosa y que resulta siempre muy adecuada para personajes de apariencia adorable y un interior inquietante.

Clooney deja el protagonismo en manos de Gosling y se guarda un jugoso papel secundario, dejando constancia una vez más de que es un actor con muchas cosas que decir tanto delante como detrás de la cámara, filmando con pulso una historia que se hace muy entretenida y accesible, por poca idea que se tenga del sistema político yanqui. Quien siga teniendo reticencias con él por su imagen pública de "sex symbol" se está perdiendo a un intérprete de categoría, con una filmografía bastante interesante.

sábado, 24 de marzo de 2012

Canciones

En las últimas semanas hay una canción que vengo escuchando mucho. Se
titula "Is your love strong enough?" del grupo "How to destroy angels" y es una
versión de una canción de Bryan Ferry de los años 80, que se usó para la banda
sonora de la película "Legend". Esta nueva versión también ha tenido un destino
fílmico, al formar parte del remake yanqui de "Los hombres que no amaban a las
mujeres". Ahí es donde la escuché por primera vez, en sus créditos finales y me
llamó mucho la atención.


Es una canción que me llega mucho, por la voz, la música y la letra. Porque habla de emociones que muchas veces cuesta verbalizar o que quedan mejor expresadas en su letra. Por todas esas cosas que hacen que nos llegue una canción.


http://www.youtube.com/watch?v=NF2y4zRQd_g


Just one step at a time,
And closer to destiny.
I knew at a glance,
There would always be a chance for me.
With someone i could live for;
Nowhere i would rather be.


Is your love strong enough,
Like a rock in the sea?
Am i asking too much?
Is your love strong enough?


Just one beat of your heart,
And stranger than fantasy.
I knew from the start,
It had to be the place for me.
Someone that i would die for;
There's no way i could ever leave.


Is your love strong enough,
Like a rock in the sea?
Am i asking too much?
Is your love strong enough?
Is your love strong enough?


Is your love strong enough?
Just one beat of your heart.
Is your love strong enough?


Is your love strong enough?
Just one beat...

viernes, 23 de marzo de 2012

Entrevista

Un servidor de ustedes se dedica al noble oficio del periodismo, una pasión que he tenido desde pequeñito, cuando empecé a leer periódicos fascinado por todas aquellas cosas que contaban y ese olor tan característico del papel químico. Ahora mismo me hallo en fase de barbecho por los efectos de la crisis con la esperanza de volver al ruedo a no mucho tardar, mientras tanto voy haciendo mis pequeños ejercicios para mantener la forma.

En el curso que estoy haciendo hemos tenido que hacer una entrevista, el que es mi favorito de todos los géneros periodísticos. Me encanta leer entrevistas en periódicos, revistas, radio, televisión e Internet, es un gran modo de conocer a muchos personajes interesantes. Cuando tengo que hacerlas me gusta meter en la medida de lo posible un toque personal, tratar de saber y de dar a conocer quién es la persona a la que estoy entrevistando. Romper la barrera que a veces separa a entrevistado y entrevistador y que se hable con una confidencialidad y naturalidad propias de una charla amistosa. La oportunidad de tener unos minutos para conocer qué cosas motivan a la persona, sus experiencias vitales y aspectos que puedan ser desconocidos para el público, es algo que me entusiasma.
A lo largo de los años he podido entrevistar a algunos actores famosos, a muchos de los cuales admiraba y a los que me daba algo de nerviosismo tener frente a frente. En la mayoría de esos casos la experiencia fue muy positiva, siendo testigo de la sencillez y simpatía de esos personajes y comprobando de primera mano que son personas normales, por mucho que su exposición pública los haga parecer especiales.

Al final, una buena entrevista se basa sobre todo en las respuestas, en que el entrevistado entre en el juego y responda cosas interesantes. Ya puedes pretender lucirte todo lo que quieras en tu papel de entrevistador, que si el entrevistado responde con monotonía no hay nada que hacer. Lo ideal es destacarse lo justito, dejar que sea el entrevistado el auténtico protagonista (hay muchos entrevistadores que lo olvidan) y tratar de hacer preguntas que puedan dar lugar a contestaciones de interés.
Hacer una entrevista que valga la pena es algo que siempre me satisface, es una cosa que refuerza muy mucho mi vocación, que me hace sentir seguro de por qué elegí ejercer una profesión que puede ser tan bonita.

martes, 20 de marzo de 2012

La modelo


Ya está anocheciendo. El día ha sido soleado y caluroso y el Sol se ha ocultado dejando tras de sí su estela amarillenta y rosácea que da paso a la oscuridad. Una chica joven está de pie ante un amplio ventanal mirando el atardecer, por los que siempre se ha sentido fascinada por esa impresión que dan de detener el tiempo y por su paz. Nada malo puede ocurrir mientras oscurece, no existen los problemas, nada importa.

Está desnuda, su cuerpo mojado por la ducha y el pelo pegado a la espalda. Ella es modelo y se dedica a posar para otros, a ofrecer su cuerpo como soporte de ropas y adornos, como fundamento de esa belleza que buscan transmitir los que los confeccionan. Y eso que hasta hace no mucho no podía imaginarse que acabaría siendo eso. De pequeña era una chica regordeta que tardó en dar el estirón de la adolescencia, cambiando mucho su fisonomía cuando este proceso de la vida la alcanzó. Su tronco y sus piernas se alargaron mientras su talle se estabilizó, haciendo que sus caderas pasaran de insinuar gordura a insinuar una prominente sensualidad. Había dejado de parecerse a su madre para parecerse a una tía suya, que por su altura había sido modelo fotográfica y que fue la que la introdujo en ese mundo.

A través de sus contactos empezó a posar para fotógrafos y a hacer spots publicitarios en los que la doblaban la voz, pues no era más que una cara bonita. Su belleza la hizo subir en el escalafón y no tardó en atraer la atención de diversos artistas. Sobre todo se dedicaba a posar para reportajes fotográficos, pues le faltaba la agilidad necesaria para subirse a una pasarela. No obstante, se convirtió en alguien muy codiciado para campañas de ropa, perfumes, relojes o bolsos. Su rostro empezó a aparecer en revistas de moda y en carteles publicitarios. Todos apreciaban su rostro y su cuerpo. Y eso que ella nunca se había visto tan guapa, cada vez que veía fotos suyas se seguía viendo como la chica gordita que había sido, incluso después de dar el estirón. Se veía con mofletes, las orejas un poco salidas hacia afuera que tapaba con su pelo y seguía creyendo que tenía el culo gordo, no de mujer de verdad como tantos hombres le habían dicho.

Sí, había estado con algunos hombres, todos ellos relacionados con el negocio, ya fueran modelos o fotógrafos que habían querido llegar un poco más allá con ella. Incluso la habían ofrecido dinero por acostarse con algún que otro famoso, pero a eso se había negado en redondo, aunque sabía que otras compañeras lo hacían. Tampoco le gustaba ir a los saraos a dejarse ver, ni era adicta a las pastillas, al alcohol o a las drogas como tantas otras. No las despreciaba por ello, sabía que caían en esos vicios porque trataban de llenar su soledad de algún modo. La soledad, esa serpiente que lo envenenaba todo.

Esa mujer tan atractiva estaba allí sola en una lujosa habitación de hotel. Su familia y amigos estaban lejos. Su única compañía era un osito de peluche al que se abrazaba para dormir y que llevaba con ella a todas partes, pues le hacía sentirse como en casa. Muchas noches lloraba porque echaba de menos hacer las cosas que una chica de su edad haría, como ir a la universidad, salir con las amigas o amar y ser amada.

Ella había dejado sus estudios apenas cumplió los 18, desde entonces había viajado de aquí para allá, pero sin apenas tiempo de ver nada, entre sesiones de fotos y hoteles. Le gustaba leer y llevaba consigo un libro al que dedicaba un rato todos los días, incluso aprovechaba cuando la estaban maquillando. También tenía un diario de tapa roja en el que escribía sus ideas y sensaciones y pegaba fotos que ella misma se sacaba en sus ratos libres. No eran las fotos artísticas a las que estaba acostumbrada, eran fotos de sus manos, sus pies, sus brazos, los lunares que surcaban todo su cuerpo o de su cara poniendo diversos gestos. Era algo que le gustaba hacer para sentirse ella misma, no un simple maniquí con emociones dirigidas. Y ahora está pensando en el chico con el que ha quedado esa misma noche.

Le conoció en una sesión de fotos para una revista erótica, era el ayudante del fotógrafo. Durante horas tuvo que posar desnuda y sugerente, pese a que ese día se encontraba bastante baja de moral. El chico la habló por primera vez en un descanso, primero de banalidades y pronto de cosas más serias. El contacto había seguido desde entonces, ya fuera a través de llamadas telefónicas y de Internet, pero no se habían vuelto a ver en persona. Al menos hasta esa noche, en la que ella estaba en la ciudad en la que él vivía y habían quedado para salir a cenar. A ella le gustaba él porque sentía que la comprendía, que no la quería sólo por su cuerpo. Era curioso cómo se habían conocido estando ella sin ropa y a partir de ahí habían pasado a su interior.

Esa noche saldría sin maquillaje y con una simple camiseta de tirantes y un pantalón, nada de elegantes modelitos. Esa noche no sería un maniquí, esa noche sería una chica de veintipocos años.

viernes, 16 de marzo de 2012

Be emotional



Cuando yo era pequeño y adolescente era un ser sin desarrollar mi lado emocional. Crecí en un hogar poco dado al sentimentalismo, a los abrazos y las caricias y eso me marcó. Durante mucho tiempo creí que era una mariconada (así como suena) que un hombre expresara sus sentimientos y fuera diciendo a lagente que la quería. Todo ello, unido a mi natural timidez, hizo que fuera incapaz de dar besos y abrazos a nadie, ni siquiera de tocar a la gente. Cada vez que sentía la mano de alguien sobre mi cuerpo, algo en mí se removía, aún más si se trataba de una mujer.

Todo eso fue cambiando con el tiempo, fue uno de los malos hábitos que me sacudí felizmente cuando salí de casa y aprendí a expresar mis sentimientos, a tocar a otras personas y a dar besos y abrazos. Aprendí a mostrar el amor que algunas personas me hacían sentir, en un proceso que aún continúa, pues no es tan fácil acabar de un plumazo con la herencia de años y años.

Una de las cosas que más me han llamado la atención en la blogosfera, desde que aterrizase hace unos años, ha sido la desnudez de muchas personas a la hora de hablar de sus sentimientos. Las novedades cibernéticas han provocado que los tradicionales diarios personales de tapa dura en los que se vuelca toda el alma se conviertan en blogs y el navegador curioso puede ser testigo del alud de sentimientos que todo ello conlleva.

Aún hoy, después de años de postear contando las cosas que se me ocurren y las que siento, yo también he aprendido a no avergonzarme de mostrar todos esos sentimientos, pues eso me ha permitido conocer almas con bastantes paralelismos a la mía. Almas que sienten cosas muy parecidas a mí y con las que me he identificado en un montón de escritos. Almas que aún me siguen enseñando la hondura del sentimiento humano.

Y en este sentido se llevan la palma las mujeres. Hace cosa de 12 años, mi anterior "yo" me habría considerado un melindroso por leer blogs escritos por mujeres (los hombres no se meten en cosas de chicas, me decían de pequeño en mi casa), pero ahí es donde he obtenido las experiencias más gratificantes de la blogosfera. El acceso a textos escritos desde lo más hondo del corazón, hablando de emociones muy profundas, de una manera tan vívida que no hay que hacer muchos esfuerzos para imaginarlas. Retazos de una psique fascinante, a veces dulce como una golosina, a veces perturbadora y heladora de la sangre del más pintado. Y en muchos momentos sintiéndome reflejado, aprendiendo el significado de emociones que había sentido previamente y no podía explicar. Y me sigue fascinando todo lo que leo sobre ese gran abanico de sentimientos humanos.

De todo esto he aprendido a no tener miedo de mostrar esa parte emocional que me negué durante tanto tiempo y ahora ya no me cuesta horrores decir "te quiero" cuando quiero a alguien o dar muestras patentes de ese cariño, aunque la timidez aún me frena a veces cuando no me atrevo a besar o abrazar a alguien todo lo que me gustaría. Seguimos trabajando en ello.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Emociones recuperadas



Hay épocas en las que uno se encuentra más bajo que en otras. Hay quien dice que es debido a los ciclos lunares o a las estaciones. En ocasiones te sientes solo, echas de menos a gente que no está a tu lado por diversos motivos. Simplemente basta una simple chispa que encienda la llama y muchas veces ni siquiera hace falta un motivo tangible, es algo que viene a ti de golpe y porrazo. Sientes galvana en tu ánimo e incomprensión por parte de los demás, los ves incapaces de comprender lo que te pasa. Notas que el curso de tu vida es superfluo entre tus semejantes, que te falta algo en la existencia.

Crees que estás solo en ello, pero un día hablas con alguien para ver como le va la vida y está un poco igual que tú. Buscas consuelo a tus problemas y ves que no eres ni el primero ni el último que pasa por una de esas fases, que alcanzan a todo ser humano. Entonces comprendes que esos son momentos que todos vivimos alguna vez, de desorientación vital, que hay que pasar para seguir hacia delante. Baches en la carretera, por así decirlo.

En este sentido, hay un personaje cinematográfico con el que me identifico mucho en esos períodos de confusión vital, que es Benjamin Braddock, el protagonista de la película "El graduado", un filme que les recomiendo a ustedes desde ya. Me encanta como Dustin Hoffman da vida con sus palabras y sus silencios a alguien de apariencia pasiva y taciturna que esconde un gran fuego emocional en su interior, deseoso de compartirlo con alguien.

Y qué agradable resulta cuando en esos momentos de bajón viene alguien y te hace ver que no eres tan prescindible como creías, que no estás sólo en la vida, que hay gente para la que eres importante. Es algo que me hace sentir muy agradecido con esa gente, que me hace darme cuenta de que mi vida sí que tiene un sentido.

sábado, 10 de marzo de 2012

Al borde de un abismo


"—Ha muerto sin dolor —murmuró Iturrioz—. Este muchacho no tenía fuerza para
vivir. Era un epicúreo, un aristócrata, aunque él no lo creía.
—Pero había en él algo de precursor —murmuró el otro médico".
En días como hoy, en los que me siento lejos de todo y con una soledad muy grande en muy interior, me acuerdo de estas frases que cierran "El árbol de la ciencia", de Pío Baroja. Unas frases que siento muy próximas a mi propio ser cuando estoy triste.
En un mundo en el que tenemos infinitas opciones de conectar con personas a través de Internet, me siento solo como un perro abandonado. Es una confusa sensación de que sólo les rozo, de que el contacto no es real, es una ilusión. Ahora mismo, en el momento de escribir estas líneas, no puedo evitar la sensación de que me estoy escribiendo a mí mismo, como un náufrago escribiendo un mensaje que va a lanzar al mar esperando que alguien lo recoja.
Sé que son dientes de sierra que me dan en ocasiones y que a buen seguro pasarán, pero en ocasiones así siempre me pregunto una cosa: ¿si desapareciera en este instante cuánto tiempo tardaría alguien en darse cuenta? Es una pregunta que no me gusta hacerme, pues a veces me vienen respuestas que me hacen sentir un escalofrío, como si estuviera al borde de un abismo.

jueves, 8 de marzo de 2012

La maestra

La maestra nunca ha sido de esas mujeres destinadas a ser convencionales, pero aún así ha tenido que enfrentarse a una serie de circunstancias que han padecido tantas personas a lo largo de los años.

La maestra fue una niña aplicada con coletas y cara de ángel, de esas que enamoraban a padres, profesores y compañeros de pupitre. En su adolescencia, su cuerpo se ensanchó de una manera que a ella siempre le impresionó y el cambio fue aún mayor en su carácter. Dejó de ser esa niña aplicada y empezó a convertirse en una mujer insatisfecha, a la búsqueda de su camino. Dejó de lado las coletas y la cara de ángel se tornó en un gesto adusto como de perpetuo enfado que adoptó para mostrar su rechazo del mundo. Vistió chándals y zapatillas deportivas y odió los vestidos y los tacones, recogiendo su pelo con una coleta impertérrita y pertinaz. No quería ser otra más que andaba maquillándose para ir a clase y sentirse que se estaba vendiendo en un mercado de carne.

Pero la edad no perdona y empezó a sentirse atraída por los chicos. Empezó a salir de fiesta con los que se consideraban unos inadaptados y tuvo bastantes aventuras, con chicos a los que conocía y con algunos a los que apenas conocía. No quería ser una reprimida y una estrecha, simplemente sabía lo que le gustaba e iba a por ello.

La maestra creció un poco más y empezó a limar esa rebeldía adolescente, empezó a ver ridícula esa obsesión por esconderse y apartarse del mundo y quiso liberar sus encantos. Empezó a feminizar su forma de vestir, a llevar sujetadores que no fueran deportivos, a usar blusas, a pintar sus uñas, aprendió a llevar tacones y soltó su pelo, que se reveló como una hermosa melena de color petróleo. Muchos más chicos acudieron a ella, fueran inadaptados o no, pero ya no obtenían ese inmediato favor de antaño. La maestra recuperó su afición por los estudios y empezó a leer todos los libros que se le ponían por delante, lo mismo daba que fueran ensayos o novelitas románticas. Su pasión por la palabra escrita la llevó a estudiar Literatura y a especializarse aún más en esos mundos de ficción que le hablaban con tanta verdad de muchas de las cosas que sentía.

La maestra acabó la carrera y sintió deseos de llegar a ser maestra, de ponerse en lo alto de un estrado y enseñar a un grupo de chavales algunas de las cosas que tenían que saber del universo cultural. Estudió duramente durante dos años para sacarse unas oposiciones y logró plaza en un instituto, en el que daría clase de literatura a adolescentes.

La maestra se tomó en serio su trabajo y fue lo mejor que se podía ser en el campo de la docencia, logrando que todos leyeran los libros y algunos se interesaran por lo leído. Logrando que muchos chavales se enamoraran de ella y que muchas chicas la admiraran por dentro y la odiaran por fuera por ser siempre tan estupenda y guapa y llevarse las atenciones de los chicos.

La maestra se había labrado un nombre en el claustro de profesores y tuvo un especial efecto en uno de los profesores de historia, que se enamoró de ella y obtuvo su correspondencia. Él era unos cuantos años mayor que ella y estaba divorciado, pero eso no le importó a ella y le entregó su amor a lo largo de diez años, hasta que un fatal accidente se llevó la vida del profesor de historia.

La maestra lloró durante meses lo que no había llorado en toda su vida, fantaseó con morirse para reunirse con su amor, ya nada tenía sentido para ella. Sus amistades y el efecto del tiempo, que todo se lo lleva por delante, la hicieron recomponerse un poco y volvió a la palestra. Siguió enseñando aunque sin el entusiasmo de antaño, con un halo de tristeza que se le notaba de forma evidente, sin poder evitar las lágrimas cada vez que oía hablar de acontecimientos históricos.

Un día una amiga le dijo a la maestra que tenía que volver a vivir, que a sus casi 40 años era todavía una belleza y que muchos hombres la querrían. Le habló de páginas de Internet en las que podía encontrar hombres con ganas de conocer mujeres y allí podría encontrar algo, si no amor al menos alguna que otra alegría para el cuerpo. Ella lo hizo y lo puso en práctica. No le fue dificil encontrar hombres deseosos de gozar de su cuerpo y ella se dejó llevar, en relaciones ocasionales que no le dejaron huella en el corazón. Satisfizo su curiosidad con amantes mayores y menores que ella, pero a ninguno le entregó una mínima parte de su amor.

Quiso el destino que un día se sorprendiera en una cita que no tenía por qué ser diferente. Ella se citaba con el hombre de turno en una cafetería, hablaban un rato y si surgía la chispa iban a casa de él o a un hotel, hacían lo que les apetecía hacer y luego cada uno a lo suyo. Pero ese día el hombre que la esperaba era uno de esos adolescentes enamorados que había tenido entre sus alumnos. Ella no lo supo porque no recordaba su nombre y el chaval había crecido y era todo un hombre, pero él supo lo que hacía desde el primer momento, cuando encontró el nombre y la foto de esa profesora en una página de contactos.

Surgió la chispa y mantuvieron relaciones sexuales en diversas ocasiones a lo largo de las semanas y los meses. El ardor del hombre más joven y la audacia de ella hicieron que aquellos encuentros tuvieran una electricidad especial. Ella quiso saber más sobre el hombre que tanto la atraía y le contó que era un periodista muy aficionado a los libros gracias a la influencia de un profesor que tuvo en la adolescencia. Eso le gustó mucho a ella y su relación fue estrechándose hasta que ella no quiso ver a nadie más que a él y empezó a notar como surgía de nuevo la chispa del amor, que tan apagada había estado. Él era diez años menor que ella, pero eso no la importaba, nunca había mirado la fecha de nacimiento para enamorarse.

La maestra no supo hasta después de que se hubieron casado que ese hombre que la había hecho creer en que había una nueva oportunidad había sido alumno de ella, cuando él se lo confesó y dijo que había cumplido su sueño de entonces, el de casarse con su maestra. Un sueño que tantos jóvenes de ambos sexos han experimentado a lo largo de los siglos, cuando se han enamorado de esas personas que les descubrieron cosas de la vida desde su puesto de mayor sabiduría.

martes, 6 de marzo de 2012

Mirando al pasado

Tras mucho tiempo posponiéndolo, finalmente este fin de semana acudí a ver la película "The artist", que hace unos días fue galardonada con cinco Oscar, poniendo el broche de oro a una exitosa carrera allá por donde ha ido desde su presentación en el Festival de Cannes del pasado año. Quien iba a decir que una película muda y en blanco y negro iba a causar tanto revuelo en un panorama dominado por los espectáculos en tres dimensiones.

"The artist" cuenta la historia de George Valentin (Jean Dujardin), un célebre actor de cine mudo que se niega a dar el paso y cambiar al recién descubierto cine sonoro. Ello hará que su exitosa carrera se venga abajo, mientras es testigo del ascenso de Peppy Miller (Berenice Bejo), una jovencita a la que él había puesto en el candelero a través de uno de sus filmes mudos.

Aunque ambientada en el Hollywood de los años 20, "The artist" es una película francesa, dirigida por un francés, Michel Hazanavicius, y protagonizada por dos franceses, Dujardin y Bejo, en el que es un rendido homenaje a los primeros años de un arte que ha hecho disfrutar y soñar a tantas generaciones. La historia de ese galán venido a menos por la llegada del sonido al cine es un reflejo de lo que le pasó a tantos intérpretes en esa época. Galanes del cine mudo como Rodolfo Valentino o Douglas Fairbanks (inspiraciones más que evidentes para el personaje de George Valentin), vieron como su pujanza se iba al garete, incapaces de adaptarse a los cambios que se experimentaban en el mundo del celuloide, pensando que el sonido iba a ser una moda pasajera. Es curiosa la reflexión a la que invita el filme en 2012, cuando mucha gente se plantea si el formato 3D es flor de un día o ha venido para quedarse. Eso el tiempo lo dirá.

Hazanavicius propone una trama que incide en lo fugaz del éxito y las vueltas que da la vida, de un hombre que pasa de tenerlo todo a no tener nada en una película que mira al pasado tal y como lo hace su protagonista, buceando en las primeras glorias del cinematógrafo. Nada más que el cariño de su perro y de la pizpireta Peppy, enamorada en secreto del fracasado George. A todo ello ayuda la gran intepretación de su pareja protagonista, con unos actores que saben transmitir muy bien la esencia de sus personajes a través de su gestualidad.

Tampoco quiero olvidar la intervención de secundarios como John Goodman de presidente de unos estudios cinematográficos o de James Cromwell como el fiel chófer de George Valentin. Si a esto le sumamos una dirección con pulso y una pimpante banda sonora que acompaña las acciones de forma muy descriptiva (con la inclusión del bello tema de amor del "Vertigo" de Alfred Hitchcock en el clímax de la película, logrando la mejor secuencia de la cinta), nos hallamos ante una película que se muestra como una muy digna ganadora de los Oscar.

No es tampoco una obra maestra (tiene algunos bajones de ritmo y una cierta sensación de ligereza por querer llegar a todos los públicos), pero resulta ser un filme bastante recomendable y que para mí ha sido un feliz reencuentro con el cine mudo, tras ver hace años varios de los cortos y largometrajes que rodó Charles Chaplin (otro que se negó durante mucho tiempo al cine sonoro y que tuvo que aceptar a regañadientes) y que para algunos será la primera vez en un formato que puede dar pereza por ser de otra época y sonar a caduco, pero que cuenta con obras que pusieron las bases del llamado séptimo arte. Nunca es tarde si la dicha es buena.

viernes, 2 de marzo de 2012

Atractivos mundos interiores

Se dice a veces de forma acusatoria que los hombres solamente nos fijamos en el pecho o en el trasero de las mujeres, que nos importa poco lo demás. Es cierto que hay muchos casos así y no negaré que esas partes del cuerpo pueden ser muy atractivas, pero la verdad es que hay muchas más cosas que me atraen visualmente de una mujer, algunas muy enraizadas en su interior.

Me he dado cuenta de que cada vez que veo a una mujer portando un libro o leyéndolo siento una inmediata curiosidad por ella, para mí resulta un rasgo tan atractivo como si llevara minifalda. Soy un gran aficionado a la lectura y las mujeres que leen me resultan muy interesantes, especialmente si los libros que se llevan a los ojos me interesan. A veces las he visto leyendo volúmenes que yo había leído ya y me llamaba mucho la atención, hasta me daban ganas de preguntarlas qué les estaba pareciendo, a riesgo de parecer un locuelo. También me he fijado que si las veo con los típicos bestsellers y los libros electrónicos no ejercen la misma atracción sobre mí, me fascinan menos.

Otro rasgo que ya no es tan visual, sino más interpretativo, es que me atraen las chicas con aspecto tímido y con pinta de tener un mundo interior muy rico. Eso es dificil de establecer sólo con un vistazo, pues hay gente que parece que tiene algo que decir y no es así y hay gente que parece muy superficial y te sorprende. Aún así hay mujeres que a primera vista sientes que tienen un recorrido interno fascinante, de las que querrías saber más y más y eso me atrae mucho. Siempre me llama la atención en los grupos de gente la chica que está colocada de forma discreta, como queriendo pasar desapercibida, es un tipo de actitud que dice mucho sobre lo que puedes esperar de ella. Como tímido que se siempre se ubica en lugares donde no llama la atención, esa posición huidiza consigue captar mi interés.

Confieso que me gustan las mujeres que están un poco locas, que tienen sus rarezas y sus pensamientos curiosos, siempre hasta cierto límite (no es que las busque en los psiquiátricos). Me gustan las mujeres con un punto friki, que puedan reírse de ellas y del mundo, que no aspiran a ser anodinas (no hay nada menos estimulante para mí que alguien que desprecia su lado freak por una normalidad mal entendida). Ese tipo de personalidad con un punto de locura me enamora, son atractivos que nacen desde dentro y muchas veces se manifiestan en el exterior.

Hoy en día, los nuevos adelantos permiten asomarse a muchos de esos mundos interiores que antes quedaban únicamente recogidos en las páginas de un diario privado y que hoy se manifiestan en la blogosfera. Por todo ello, la lectura de algunos blogs me resulta fascinante y me gusta seguir los que me provocan esa sensación de identificarme con las cosas que dicen, de emocionarme o de aprender sobre cosas que otra gente piensa o siente.