miércoles, 18 de abril de 2012

La magia del cine


Este fin de semana pude ver por fin una película a la que le tenía muchas ganas y que casi me pierdo en su emisión en cines. Se trata de "La invención de Hugo", la nueva película de Martin Scorsese, que explora terrenos hasta ahora desconocidos en la filmografía del director italoamericano: el cine familiar y las tres dimensiones.

"La invención de Hugo" cuenta la historia de Hugo Cabret (Asa Butterfield), un jovencito huérfano que vive en la estación de trenes de Montparnasse manteniendo en hora los relojes del recinto. Un día se verá envuelto en una misteriosa aventura cuando intente reparar un robot estropeado que había sido descubierto por su padre (Jude Law), ya que será una chica (Chloë Moretz) la dueña de la llave que podría resolver el misterio del robot y que además le permitirá conocer a George Meliés (Ben Kingsley), un cineasta que malvive como vendedor de juguetes en esa misma estación.

El nuevo filme es todo un canto al cine por parte de Martin Scorsese, con un gran homenaje a los orígenes del séptimo arte en la fugura de Meliés, un hombre que con sus películas a principios del siglo XX contribuyó a la creación de la narrativa cinematográfica y originó una serie de influencias que se hicieron patentes con el paso de los años. Cuando el cinematógrafo de los hermanos Lumiére era un invento aún poco apreciado, gente como Meliés le dio un aura de magia que ha acompañado desde entonces a la historia del cine. El homenaje a Meliés es la principal subtrama de una película que usa el "mcguffin", el pretexto de la peripecia de Hugo Cabret para dar a conocer las frustraciones reales de un hombre que fue visionario del cine y acabó sus días en una humilde juguetería cuando todo el mundo le había olvidado. De este modo, la aventura de los dos jóvenes para tratar de reactivar el robot que el padre de Hugo dejó incompleto acaba pesando en el resultado final de la película, al no tener tanto poderío emocional.

Por primera vez, Scorsese ha jugado a hacer un filme como su amigo Spielberg usando algunos de sus temas (niños sin figuras paternas, fantasía, homenaje al mundo del cine) y logrando su primera muestra de cine familiar en un realizador que siempre se ha caracterizado por un cine realista y poco apto para tiernos infantes. Un cine que aquí sabe llegar a todas las almas y que sabe quedarse con el corazoncito de los más mayores, demostrando que quien sabe, sabe. Otra de las experimentaciones de Scorsese es el uso de las tres dimensiones, que hoy son moneda de cambio habitual en cualquier producción con ganas de hacer taquilla. Yo como no soy muy fan del sistema la ví en proyección normal y no puedo juzgar de la calidad de un 3D que ha recibido halagos por parte de quienes lo han visto.

Con todo ello, nos hallamos ante una película que se deja ver con sumo agrado y aún más si se tiene un mínimo de cinefilia. Aunque no se sepa quién es George Meliés, enseguida se reconocerá su faceta de creador de sueños, de creador de imágenes cinematográficas en unos años en los que solamente se grababa a gente dándose mamaporros delante de la cámara. De hecho, existe algo de metatextualidad, de guiño, en ese uso de las tres dimensiones, una idea tan novedosa al cine actual como lo fueron las imágenes de Meliés en los primeros años del cine. Una manera de hacer un cine moderno sin perder de vista los referentes.

A todo ello ayuda el buen hacer de su elenco interpretativo, con especial mención para Ben Kingsley en su papel de Meliés y los niños Butterfield y Moretz (tras verla en "Kick Ass" y "Déjame entrar" esta muchacha confirma que promete mucho), con un Sacha Baron Cohen ("Ali G anda suelto", "Borat") que tiene la mayor parte de momentos cómicos del filme como el revisor de la estación y con breves papeles para la deliciosa Emily Mortimer como florista y el mítico Christopher Lee como librero.

Tampoco se puede olvidar la estupenda labor de Scorsese tras la cámara, que narra con su habitual dominio de la técnica cinematográfica y dota de un encanto especial a todo lo que se ve en pantalla, a tono con el aire de cuento que tiene la historia. Una película estupenda, con pocas cosas para olvidar y muchas para recordar, que da lugar a una curiosa paradoja. Este año ha ganado los Oscar "The artist", una película francesa que homenajea al Hollywood de los años 20 y que ha competido contra "La invención de Hugo" (que no ganó porque sólo podía ganar una, pero que hubiera sido una digna vencedora), un homenaje de Hollywood al primer gran cineasta francés. Muy recomendable.

2 comentarios:

  1. Jo y a mi que me da pereza verla... seguro que por lo que dices me estoy perdiendo un peliculón.

    Besos

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    1. Está bastante bien, es un sentido homenaje a la fábrica de sueños que es el cine, merece la pena

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