miércoles, 15 de febrero de 2012

Sobreviviendo a la guerra



Antes de nada, debo confesar que le tenía miedo a esta película, dados los antecedentes. Las dos anteriores películas de Spielberg (la cuarta de Indiana Jones y la adaptación a dibujos animados hidrocefálicos de las aventuras de Tintín) me habían parecido mediocres, aceptables para directores más ramplones, pero menores para alguien que ha dado tantos momentos de buen cine. Además, el propio realizador había manifestado que esta es una película para toda la familia, con la serie de sentimentalismo que ello suele conllevar. Me estoy refiriendo a "Caballo de batalla".

"Caballo de batalla" cuenta la historia de Albert Narracott (Jeremy Irvine), un joven granjero que establece una estrecha relación con Joey, un caballo que cría y doma desde pequeño. Todo ello se verá alterado con el estallido de la Primera Guerra Mundial, cuando su caballo sea vendido al ejército británico. A partir de ahí, el equino vivirá y será testigo de diversas peripecias en el frente.

Afortunadamente, el azúcar está bastante dosificado y Spielberg opta por el placer de narrar, mostrando su pulso para mantener con interés una trama cercana a las dos horas y media. Con ello, los fallos son menores (que franceses y alemanes hablen inglés entre ellos sé que es una convención del cine de Hollywood, pero es como ver un micrófono colándose en el plano, que te saca de la película) y le sobra algo de maniqueísmo (no hay claroscuros entre los buenos y los malos), pero son fallos perdonables.

Por contra, tenemos a un buen elenco de actores de cine europeo (Emiliy Watson, Peter Mullan, Benedict Cumberbatch, Niels Arestrup o Eddie Marsan) que cumplen con solvencia en sus papeles. Asimismo, su protagonista, el joven Jeremy Irvine da el pego como el joven idealista que sigue la pista de su caballo por las trincheras de toda Europa, con la promesa de que volverán a verse.

Con todo ello, nos hallamos ante un filme que habla sobre la necesidad de resistir en las circunstancias más duras, que quizás no tiene toda la magia de otros clásicos de su director, pero que atestigua que cuando tiene un guión aceptable entre manos Spielberg sabe construir películas con garra.