martes, 23 de octubre de 2012

Clásicos fuera de época

Este fin de semana he tenido la oportunidad de ver dos películas inspiradas en relatos escritos de fama internacional y en ambos casos ambientadas en épocas y lugares diferentes a los que fueron concebidas. Se trata de la versión de "Blancanieves", que firmado Pablo Berger y "Grandes esperanzas", de Alfonso Cuarón.


"Blancanieves" cuenta la historia de Carmen (Macarena García), una joven con una infancia atormentada por su terrible madrastra Encarna (Maribel Verdú), una enfermera que se casó con su padre, el torero Antonio Villalta (Daniel Giménez Cacho) tras la muerte de la mujer de éste, la cantaora Carmen de Triana (Inma Cuesta). Huyendo de su pasado, Carmen emprenderá un apasionante viaje acompañada por sus nuevos amigos: una troupe de Enanos Toreros.



Esta es la tercera versión del famoso cuento que llega a nuestras pantallas en los últimos meses, tras las protagonizadas por Julia Roberts y Charlize Theron y que no he llegado a ver. Esta Blancanieves en blanco y negro y muda tiene además la acusación de haber surgido a la sombra de "The artist", realizada en similares parámetros. Acusaciones falsas si tenemos en cuenta que la Blancanieves española ya había sido rodada cuando se estrenó la exitosa cinta francesa y que según aseguran sus responsables llevaba varios años de preproducción y con dificultades para hallar financiación, que tuvo que ser de origen europeo, antes de que algún medio español se subiera al carro a última hora.


La cinta de Pablo Berger, 9 años después de su interesante (y minusvalorada) "Torremolinos 73", es una de esas películas que se disfrutan de principio a fin, de esas películas que hacen recuperar o renovar el amor por el cine, como principio de una serie de sensaciones que tantas veces se pierden en entretenimientos vacíos. Para aquel que crea que va a ver un cartón piedra, "Blancanieves" sigue los pasos de "The artist" en ser una película de antes hecha con un ritmo actual, con escenas y situaciones que mantienen el interés del espectador.




En "Blancanieves" se nos muestra la España del primer tercio del siglo XX tirando de los tópicos, ya que vemos a una España de toreros y tonadilleras, una España campestre y carpetovetónica. El director sabe lo que maneja y juega con ello, del mismo modo que jugaba con los tópicos de la "españolada" y el landismo en "Torremolinos 73". Blancanieves se hace la más conocida del reino a través del toreo y el espejo de la madrastra es la revista "Lecturas", que glosa en su portada las hazañas de su odiada hijastra. Todo ello pasado un filtro deudor en parte de Velázquez, de Goya y de Buñuel, con un retrato irónico de la España cañí.

Además de la magnífica puesta en escena, la fotografía y la música, hay que destacar la labor de los intérpretes, especialmente de esa Maribel Verdú en su primer papel de malvada en el cine y una Macarena García que enamora a la pantalla con su mirada. Todo ello para conformar una película muy recomendable.


La otra película que he visto, esta ya en DVD, ha sido la versión de "Grandes esperanzas" de Charles Dickens, que firmó Alfonso Cuarón en 1998. Hace un tiempo me vino a la cabeza la historia, que es una de mis novelas de cabecera, de esas que me llevaría a una isla desierta y quise ver la película, para ver qué habían hecho con la trama.


Esta "Grandes esperanzas" cambia la nubosa Inglaterra victoriana por la soleada Florida de finales del siglo XX. Gracias al dinero de un benefactor desconocido, Finn (Ethan Hawke), un joven pobre, llega a Nueva York para dedicarse a la pintura. Desde que era niño Finn vive obsesionado por la bella Estella (Gwyneth Paltrow), que se convierte en la musa que inspira sus cuadros.



Su director, el mexicano Alfonso Cuarón, tiene una filmografía algo curiosa. A caballo entre su país y Hollywood, lo mismo hace cuentos como "La princesita" a filmes bastante adultos como "Y tu mamá también", que pone su oficio al servicio de la industria en "Harry Potter y el prisionero de Azkaban", que películas de ciencia ficción con pretensiones (la para mí fallida "Hijos de los hombres"). Uno de esos directores a los que cuesta reconocer un sello autoral, pero que no por ello dejan de ser interesantes.

"Grandes esperanzas" mantiene su fidelidad al libro en la parte más romántica y es ahí donde más se centra, dejando un poco de lado a los personajes de Anne Bancroft, como la señorona que sigue sufriendo la fuga del hombre que se iba a casar con ella y Robert DeNiro como el prófugo al que Finn presta su ayuda. Es en esa parte romántica donde más miedo tenía que se fuera la mano con el almíbar y que se confundiera una vez más el espíritu dickensiano con la sensiblería (que no es así, como muchos creen), pero afortunadamente no es así.


Uno se cree esa historia de amor interminente entre los personajes de Hawke y Paltrow, él fascinado por ella desde que la conoció, convertida en el motor de su vida. Ella algo desdeñosa y juguetona, con miedo a enamorarse aunque presuma de su insensibilidad, con una gran ternura bajo la capa de gelidez, a veces cercana y a veces muy lejana, con segundos de diferencia. Esa es la Estella bella, enigmática y contradictoria que tanto me gustó en el libro de Dickens y que Paltrow refleja muy bien.


Y si tengo que quedarme con un momento de la película, me quedo con el reencuentro en una fuente de Nueva York entre Finn y Estella, cuando ella llega de repente y reproduce ya de adultos el primer beso que se habían dado siendo niños. Si el primer beso tenía esa pureza del sentimiento infantil, en esta ocasión hay una mayor carga lasciva, con la lengua de ella rozando los labios de él a través del chorro. Algo que prevé lo que está por venir, las emociones renacidas tras años de ausencia.


Así pues, nos hallamos antes dos películas que versionan clásicos de la literatura fuera de su tiempo natural y que se dejan ver con agrado.

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