lunes, 1 de septiembre de 2014

Robos de privacidades, desnudeces y opiniones

Agosto ha terminado ya y lo ha hecho con una de esas noticias pop que suelen inundar medios de comunicación de todo tipo, de los más horteras a los más sesudos. Porque todos ellos se han hecho eco del filtrado de unas fotos de la actriz Jennifer Lawrence (protagonista de la saga "Los juegos del hambre" y vista en películas como las últimas de los X-Men, donde hace de Mística, "El lado bueno de las cosas" y "La gran estafa americana"). Al parecer, ello ha sido obra de un hacker que ha accedido al móvil de Lawrence y de otras actrices como Kirsten Dunst (la Mary Jane de las adaptaciones de Spiderman que hizo Sam Raimi) o Mary Elizabeth Winstead (vista en "Death Proof" o "La jungla 4.0") y ha sacado a la luz fotos suyas que dejan poco a la imaginación y que ellas guardaban para sí mismas y con quien quisieran compartirlas. Unas fotos que no reproduciré aquí porque me opongo a publicar robados y porque no quiero que me cierren el blog los que persiguen la filtración.
 
 
Todo esto, como noticia pop, no deja de ser un poco de ruido que enseguida se disipará y quedará en anécdota, pues podemos recordar otro de esos hackeos famosos, el que le sucedió a Scarlett Johansson cuando también filtraron fotos suyas con poca ropa. Algo que no deja de evidenciar ese eslogan que tenía la película "Syriana" y que siempre recuerdo en estas ocasiones aunque la película no tenía que ver con Internet. "Todo está conectado" decía dicho eslogan y es algo que se aplica muy bien al mundo de las tecnologías, donde hoy día es posible conectarse a Internet con un montón de dispositivos, de manera que hasta los ordenadores de toda la vida empiezan a quedarse obsoletos.
 
 
Hace unas semanas se estrenaba "Open Windows", que ofrece una visión a todo este universo en expansión y los peligros que puede acarrear si se usa con fines intrigantes, donde se planteaba una trama en la que una actriz famosa era acosada por los manejos de un hacker que se introducía en su ordenador y su teléfono móvil. Un móvil que en su versión actual de smartphone con múltiples posibilidades de conexiones en red es una autopista de varios carriles para que un hacker un poco mañoso pueda conducirse sin problemas. De modo que cualquiera puede hacer lo que quiera con su móvil, pero también sabe que se arriesga a que se lo puedan piratear en un momento dado y accedan a todo lo que contiene y eso le ha pasado a Jennifer Lawrence y compañía. Es en días como hoy en los que me alegro de tener un móvil sin conexión a Internet, aparte de que si me hackearan no encontrarían más fotos que de paisajes y atardeceres, que es lo que más me gusta retratar.
 
 

 
Todo esto se ha hecho noticia por la invasión de privacidad, que es algo siempre deplorable y porque una actriz de cierto renombre aparece desnuda de un modo en el que nunca había aparecido en ninguna película, pues los desnudos de una desconocida no levantarían el mismo revuelo, no tendría esa erótica del poder. Curiosamente, esto ha coincidido en el tiempo con un desnudo pactado, con el posado de otra actriz que ha enseñado el pecho adrede en unas fotos para una revista. La británica Keira Knightley, a la que este verano hemos podido ver desplegar todo su encanto en la no menos encantadora "Begin again", ha mostrado su pecho en una de las fotos en las que ha posado para la revista "Interview".
 




 
 
Los que hemos seguido la carrera de la actriz no es la primera que la vemos mostrando su pecho, algo que ha hecho en algunas de sus películas y con lo que ella misma ha bromeado diciendo que es tan pequeño que a nadie le importa. De este modo, que ella muestre un desnudo no es tan noticiable, aparte de que tampoco tiene el morbo de ser algo escamoteado de su esfera privada. Una en posado y otra en robado, Keira Knightley y Jennifer Lawrence, han dado también que hablar con comentarios de gente que ha evaluado sus físicos, en algunos casos de forma desfavorable. La una por parecer muy delgada y la otra por no parecerlo, una por tener pocas curvas y la otra por tener demasiadas. Como ya dije en su momento cuando hice esa comparativa entre Keira y Scarlett Johansson, a mí me gustan ambas tipologías, la delgadita y la curvilínea, porque considerar pasada de peso a una mujer como Jennifer Lawrence demuestra tener poco gusto por el atractivo de las mujeres.
 
 
Y al hilo de esto, como si fuera todo una conjunción de circunstancias que llevara al mismo punto, me he encontrado con un artículo de la periodista y escritora Rosa Montero en "El País Semanal" en el que habla de las reacciones que ve hacia otros cuerpos y de las trabas que siempre se andan sacando, en unos casos por exceso y en otros por defecto.

"Escribo este artículo en mitad de agosto. Desde la ventana del lugar donde tecleo, veo muy a lo lejos la línea amarilla de una playa que, aunque ahora resulta casi indistinguible, sé que está llena de gente. Y me pregunto cuántas niñas, adolescentes, jóvenes y señoras habrá ahora mismo en esa playa sufriendo de una manera u otra por su cuerpo; pensando que están gordas; que se les ven hoyos de celulitis en las nalgas; que les retiemblan demasiado los brazos; que la barriga les impide ponerse biquinis; que no tienen pecho suficiente; que tienen demasiado pecho; que sus rodillas son demasiado gruesas; que sus rodillas son demasiado picudas; que carecen de espaldas y parecen una pera; que sus espaldas son anchísimas y parecen un jugador de rugby; que su horrible cabello es tan fino y tieso que no pueden hacer nada con él; que su horrible cabello es tan grueso y rizado que no hay manera de sacarle partido. En fin, la lista de pequeños accidentes físicos, de supuestas catástrofes corporales con las que puede obsesionarse una mujer es infinita.
 
La mayoría cree que se preocupan tanto por los michelines a causa de los hombres, para gustar a los hombres, porque los hombres no van a quererlas si no son perfectas. Pero están equivocadísimas, porque, en general, los varones normales no tienen esa maniática fijación con las menudencias del cuerpo. Van más a la masa, a lo sustancial; a la suavidad de la piel, al calor y la química, como es natural en los animales que también somos. Vamos, que la inmensa mayoría de los hombres ni se han fijado en esos dos malditos hoyitos de celulitis que tienes y que te impiden estar a gusto en la playa. Por eso muchas mujeres no se ponen en traje de baño, o desarrollan unas estrategias complicadísimas de pareos, falditas, pañuelos, pantalones cortos, camisolas. Creo que algunas hasta serían felices bañándose con burka.
 
Somos nuestras mayores tiranas, y a menudo también las mayores tiranas de las demás mujeres. Porque no sólo nos contemplamos a nosotras mismas con ojos que, más que de rayos X, son de resonancia magnética con contraste, sino que también solemos aplicar esa mirada implacable, deformada, microscópica y patológica a las pobres prójimas con las que nos cruzamos, y siempre con afán comparativo: “Pues esa tiene las caderas más anchas que yo y mira los pantalones tan apretados que lleva… A esa, en cambio, se le ven unos brazos estupendos, es mayor que yo y los tiene más firmes”. Y así de loquinarias vamos todo el día, unas más y otras menos, pero todas cayendo alguna vez en la tontería. La mujer que no haya mirado de reojillo alguna vez la silueta de otra mujer comparándola con la propia que tire la primera piedra.
 
¿Y por qué nos sucede esta desgracia? Pues no porque seamos idiotas, desde luego (véase a esa maravillosa iraní de 37 años, Maryam Mirzakhani, que acaba de recibir la medalla Fields, que es como el Nobel de las matemáticas), sino porque, en efecto, existe una delirante y enferma convención social que impone un modelo de mujer imposible. Chicas anoréxicas y bellezas perfectas nacidas del Photoshop. Y lo peor de todo es que nosotras nos tomamos esos modelos como un mandato divino, mientras que los hombres, que desde luego contribuyen a crear la presión, luego no se toman tan en serio la existencia de estas ninfas. Me parece que no terminan de considerarlas reales (con razón: no lo son) e incluso he podido comprobar más de una vez que, cuando una mujer es muy bella, los hombres suelen asustarse.
 
De modo que, en la intimidad, creo que los varones nos aceptan más de lo que nos aceptamos nosotras mismas; pero lo malo es que, socialmente, los prejuicios sexistas siguen funcionando de manera feroz y todo el rato se nos mide por lo físico, como si fuéramos terneras en una feria de ganado. Y así, se habla de la apariencia y de la guapeza de las ministras (de los ministros, normalmente horrorosos, nunca se dice nada), o, de repente, llega un nuevo fichaje al Real Madrid, James Rodríguez, y en Twitter se dedican a meterse con su mujer, la colombiana Daniela Ospina, antigua jugadora de voleibol, atlética y divina, y a decir que es fea. Qué mísero, qué estúpido. Me gustaría ver a los energúmenos que escribieron esos mensajes: me gustaría ver sus tripas cerveceras, sus piernas torcidas, sus culos escurridos y sus espaldas peludas. Porque esa es otra: a la mayoría de los hombres parece importarles un pimiento su propia apariencia. A esos sí que los ves en la playa tan tranquilos, paticortos, culibajos y con unos barrigones que dan miedo, paseando tan orondos por la orilla. Chicas, menos obsesionarnos con nuestra celulitis y más exigirles a esos gaznápiros que hagan un poco de ejercicio."
 
 
Internet es un mundo que no deja de ser reflejo del que vivimos, porque somos nosotros los que lo construimos y le damos forma, no es un ente que nos domina a su voluntad. Por ello, mucha gente no resistirá esa curiosidad natural por lo secreto y lo prohibido y habrá visto o verá las fotos robadas a Jennifer Lawrence y también verá los posados de Keira Knightley y opinará y a unos les gustarán más y a otros les gustarán menos. Unos dirán que el desnudo es bueno y otros que es una aberración, unos dirán que si quieren hacerse fotos con poca ropa que lo hagan y otros dirán que más les valdría centrarse en otros menesteres para evitarse disgustos. Sea como fuere, tampoco es el fin del mundo, no dejan de ser cosas de agosto, ese mes tan pop por excelencia, en el que todo se detiene y todo sigue.

6 comentarios:

  1. Está mal que se roben esas fotos y tal, pero todo este asunto de los desnudos cansa.

    Respecto a Jennifer Lawrence, uno de los motivos por los que me cae mal es esa actitud suya de tía normal que no hace deporte, come lo que quiere y no le importa que le llamen gorda. Para empezar nadie dijo que estuviera gorda, todo esto empezó porque en los libros describen a la prota de Los juegos del hambre como una chica esquelética a la que se le marcan las costillas y la columna. Algún fan dijo que Jennifer Lawrence estaba gorda para el papel y la tía ha ido de mártir desde entonces.
    Además, eso de que no se cuida y no le importa su físico quedará muy cercano, pero no se lo cree ni ella. Que se ponga como Rebel Wilson a ver si tiene cojones, no te jode.

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    1. Lo malo es que con las actrices pasa en muchos casos lo mismo que con las modelos, que desde arriba se imponen unas medidas y entran las que las tienen, así que se origina una especie de "juegos del hambre" (valga la ironía) en la que solo pueden quedar las que más se ajusten. Y en esos ajustes no entran las que tengan una figura muy estilizada de por sí, así que pueden enorgullecerse de ello, pero no van a pasar la criba, así que a eso se tiene que atener Lawrence a pesar de tener un tipo estupendo de por sí. A las actrices rellenas o gordas directamente se les pone de amigas graciosas de la protagonista de la comedia romántica de turno, ya que de ellas no se espera que estén estupendas y maravillosas y pueden "mancharse las manos", por así decirlo

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  2. Uy que buena la Montero! Jajajaja gaznápiros, me encanta el término! Nunca lo había leído ni oído. Pues a ver esto de los móviles es una mierda pinchada en un palo pero por otra parte...facilita tantas cosas...te puede hasta salvar la vida si el cacharro funciona como es debido en el momento adecuado...lo cual no ocurre siempre y así nos hemos llevado algún susto. El tema de las fotos...pues mira el posible que incluso las saquen de la persona a la que se la mandaron vete a saber...lo mejor es no tener ese material en el móvil, así de sencillo y más siendo quienes son, porque como dices una foto mía nunca se hará eco en los medios...

    Lo que dice la montero es totalmente cierto, aunque yo más que compararme simplemente me fijo y veo cuerpos más atractivos que otros, punto. Es cierto que tuve mi época de complejo...en la que podía pasar el verano sin poner el bañador, y envidiaba a todas las mujeres gordas y delgadas por no tener pelos en las piernas...así que ahora me da bastante igual mi celulitis o la lorza de la de al lao, disfruto de poder estar en bañador al sol en lugar de en casa pasándome la silkepil.

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    1. Lo de gaznápiros me hizo gracia porque de pequeño descubrí el palabro en las historietas de Zipi y Zape, que muchas veces se lo llamaban y como los insultos crudos no estaban permitidos ponían otros más suavecillos.

      La comparación es inevitable y surge siempre, no solamente por los cuerpos, puede que por otras características. Yo mismo puedo pensar, "qué tiene ese tío que liga tanto que no tenga yo" cuando es menos agraciado de lo que pueda ser yo y es una lucha inútil. Ellos tienen cosas que yo no tengo o no pongo en marcha de forma tan efectiva, eso es todo, así que tengo que buscar mi propio camino

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  3. Olé Rosa Montero!!! Y gracias por dejarme conocer su artículo.

    Y sí, tienes razón tú también en todo lo que dices, que tampoco es necesario que se trate esto como la noticia del siglo.

    Respecto a los hombres que criticar en físico de Jennifer Lawrence porque ... ¿por qué? pues nada, que no voy ni a hablar de ellos.

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    1. Lo del robado de fotos enseguida quedará como algo anecdótico y no será la última vez que suceda, así que aún más anecdótico si cabe. Y en lo de criticar físicos, aunque hay hombres que puedan ponerse muy exigentes, lo cierto es que si les pones unas tetas bamboleantes y buen culo vibrante delante de sus narices, aunque no sean perfectos de forma y proporción, casi ninguno te dirá que no (yo tampoco, jajajaja)

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