viernes, 24 de enero de 2014

Cuando las personas nos sorprenden

"Tiene un perfil ligeramente aguileño. De halcón. Una cabeza grande sobre un cuerpo menudo. Y una cicatriz en la mandíbula, recuerdo de un accidente de tráfico a los cinco años, que le confiere al rostro un intrigante tajo de imperfección, como si estuvieras ante una escultura mellada."
 
 
Estos días se habla mucho del final de la miniserie "El tiempo entre costuras", basada en el libro superventas de María Dueñas y que ha logrado en sus semanas de emisión unos estupendos datos de audiencia. Y como no podía ser de otro modo, ha puesto en el candelero a su actriz protagonista, Adriana Ugarte, una intérprete que ya conoció los efectos de salir por televisión cuando lideró "La señora" hace unos años. Porque en este país un actor solo se hace conocido si sale en las revistas y programas del corazón o si sale en alguna serie de éxito, donde les vé mucha más gente que si estrenan cualquier película en el cine. Y en muchos lados se habla de Adriana Ugarte, de su sencilla forma de ser, de sus atractivos físicos o de sus asuntos amorosos, como si ella misma ocupara el hueco de su personaje de ficción y todos necesitaran saber más de sus peripecias.
 
 
 
Hago memoria y no recuerdo haber visto apenas nada de lo protagonizado por Adriana Ugarte como para comprobar qué tal se desenvuelve en su faceta actoral. No puedo decir que tampoco me causara una especial curiosidad hasta que hace unos días leí una de las muchas entrevistas que le han hecho y le leí algo que me sorprendió, que en sus primeros años como actriz estuvo simultaneando la intrepretación con estudios de Filosofía. Una vocación que tuvo que abandonar porque, dice, "me ponía en un lugar un poco peligroso. Creo que si uno, cuando pasa el tiempo y ves tus tendencias, es más mental, entonces mejor ir por un camino más luminoso". Esta declaración me llamó mucho la atención por inesperada, porque mi prejuicio me había llevado a pensar que Ugarte no sería el tipo de persona que dedicaría mucho tiempo a la Filosofía y me descolocó lo que dijo por inesperado. No sé por qué me había hecho una idea equivocada de que la actriz sería una de esas personas que no dedica mucho tiempo a comerse el coco y esto me trastocó, también por la idea que expresaba de que comerse el coco tiene sus peligros.
 
 
 
Alguna vez he hablado en este blog de esos momentos en los que siento ciertos vacíos, muchas veces provocados por comidas de coco y lo mal que me han hecho sentir. Me he acordado de esos momentos coincidiendo con personajes extraños en la calle de noche, de esos domingos sin mucho que hacer en los que todo el mundo parece que ha desaparecido, de algunos viernes (a veces peores que algunos domingos) en los que llego al fin de semana con la sensación de haber tirado la semana por la borda, de estar malgastando mi tiempo vital. Me he acordado de todo eso y de cómo pensar aún más en eso no solo no me ha aliviado sino que me ha producido el efecto contrario, algo similar a lo que pasa con la Filosofía, una especialidad que nunca da respuestas, solo plantea más preguntas sobre el sentido de la vida y nuestra existencia. Por eso entiendo esa necesidad de la que habla Ugarte de buscar cosas más luminosas, especialmente en aquellos que somos propensos a pensar de más.
 
 
 
Lo cierto es que esa declaración suya para mí ha sido un acicate para que me interese más Adriana Ugarte. Desnudando esa parte de su alma ha provocado en mí una "erección intelectual", que es algo que en una mujer me suele motivar tanto o más que la atracción física. Cuando una mujer me sorprende de esta manera con algún rasgo de su personalidad o sus intereses, experimento sensaciones parecidas a las que sentiría si me hubiera enseñado una parte de su cuerpo de forma inesperada, una sensación de descoloque agradable. Algo parecido a lo que podemos sentir cuando estamos viendo una película y se produce un giro que no veíamos venir y nos deja fascinados.
 
 
 
Si tomamos este símil cinematográfico, a diario nos encontramos con mucha gente que podría ser como esa película para todos los públicos que no nos da ninguna sorpresa, llena de lugares comunes y en las que sabemos lo que va a pasar antes de que ocurra. Gente fácil de tratar pero que no nos aporta ningún estímulo especial, el tiempo que pasamos con esas personas puede ser agradable no se hace inolvidable, no queda mucho para el recuerdo. También existe esa otra gente que es todo un misterio, que sabemos desde el principio que ocultan algo y nos interesa descubrir qué es, gente que con ese misterio desprenden un magnetismo que nos lleva a seguir tratando con ellos, para llegar al fondo de la intriga. Al final puede que resolvamos el misterio y que no sea para tanto y nos decepcione o puede que sea más de lo que esperábamos y nos fascine aún más o puede que no haya manera de resolver nada y nos sintamos frustrados por no haber llegado al fondo de ese ser misterioso, que la investigación sea un fracaso.
 
Incluso nos podemos encontrar con gente que no es misteriosa pero tampoco previsible, gente que tiene algo de esos mundos, como las películas más independientes, que hay que captar no tanto fijándose en lo obvio sino en sus detalles. Gente que puede ser de trato complejo, que un día te los encuentras felices como los que más y al otro están tristes y mustios como una planta sin regar, que un día pueden ser de lo más sociable y encantador y al siguiente parecen haber cerrado la compuerta de su mundo y no dejan que pase ni el aire. Gente a la que cuando crees conocer bastante bien te sorprenden con un nuevo giro, que puede producir esa sensación de "no me lo veía venir", positivo en casos como el que comento de Adriana Ugarte y negativo en casos en los que te das cuenta de que la persona es más fallida de lo que esperabas.
 
 
 
Como verán leyendo mis entradas en este blog, ya sea para bien o para mal, no soy una persona muy para todos los públicos. Puedo serlo, pero durante un rato, porque no siento que sea mi estado natural, no soy muy dado a seguir los lugares comunes y me gusta hacer las cosas a mi manera. Además de que tiendo a dejar recuerdos en la gente a la que trato, positivo en algunos casos y negativo en otros, según sea la naturaleza de la otra persona, confieso que me llevo mejor con los más imprevisibles porque son los que mejor me entienden. Tiene mucha razón el refrán ese de "Dios los cría y ellos se juntan", porque al final me acabo sintiendo atraído por aquellos a los que les encuentro algún tipo de complejidad, siento que mutuamente nos comprendemos.
 
No digo que ser de esta manera sea mejor que ser de cualquier otra, ya comentaba el otro día que cada uno tenemos nuestra "pedrada" y buscamos a aquellos que la comparten con nosotros, eso es todo. Por eso lo que más me ha llamado la atención de Adriana Ugarte es su propensión a comerse el coco y su sensibilidad, más que su escote o sus piernas, que tampoco están nada mal. Aunque de su exterior me atrae mucho esa pequeña cicatriz que le da un toque de personalidad a su rostro. Creo que a partir de ahora le seguiré un poco más la pista.
 
 

2 comentarios:

  1. Creo que el fragmento del hormiguero que has puesto es la penúltima vez que visitó el programa, pues creo recordar que hace pocos días la vi en el programa junto a otro actor, pero no sé bien de qué hablaban. Eso sí, la vi una chica sencilla y guapa, pero no me esperaba lo que cuentas de su interés por la Filosofía. No sé a ti, pero a mi me pasa incontables veces, que sin querer prejuzgo un poco a alguien y luego me llevo la gran sorpresa (para bien o para mal, como tú dices). El caso es que me gusta sorprenderme con ese tipo de cosas.

    Besos

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    1. Yo mira que trato de no dejarme llevar por los prejucios pero resulta inevitable hacerte una idea de alguien por su aspecto o por un par de cosas que diga, a veces aciertas con lo que intuías pero a veces también te equivocas. Y eso también me ha pasado a mí, cuando ha habido gente que me ha dicho "no eres como esperaba", al final todos caemos en lo de etiquetar rápido. Y de esta chica pensaba lo que tú dices, que es sencillita y guapa, de aspecto normalito y me llamó la atención ese interés por la Filosofía, ahora no puedo evitar verla con otros ojos.

      Besos

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