lunes, 11 de febrero de 2013

Retratos, pinceladas y percepciones

 
 
Una de las cosas que siempre me ha llamado la atención es la idea que los demás se hacen de cada uno de nosotros y de la idea que nos hacemos nosotros de los demás. Cómo siendo de la manera que somos, parecemos a veces tan diferentes a los ojos de los demás.

La cosa vendría a ser como si nos pusiéramos a posar delante de una serie de pintores para que nos hicieran un retrato. Cada uno nos pintaría de forma distinta, según como nos percibiera. En algunos casos podrían coincidir determinados rasgos, pero a buen seguro que ningún retrato sería igual a otro. Y eso es lo que nos sucede también en las relaciones que mantenemos con los demás.

A mí me ha pasado de considerar a una persona de una manera, para bien o para mal y que llegara una tercera persona y pensara todo lo contrario. Y yo mismo he sido percibido por otros de maneras muy dispares, hay gente a la que caigo bien y gente a la que caigo mal sin que haya hecho nada especial, sólo por como me perciben.

Asimismo, esa opinión siempre puede variar y a veces sucede que gente que nos caía bien deje de hacerlo y por contra, gente a la que no tragábamos empieza a simpatizar con nosotros. O cuando descubrimos en otras personas algún rasgo nuevo del que no teníamos conocimiento o ni siquiera sospechábamos.

Todo ello vendría a componer un retrato que nunca se termina, al que se le van añadiendo nuevas pinceladas, porque al fin y al cabo nosotros también cambiamos. Cambiamos en algunas cosas de nuestro carácter, que nos transforman un poco y a la vez nos hacen ver de forma diferente a los demás.

De este modo, es difícil llegar a tener un retrato definitivo de nadie, por eso hay tantas discrepancias a la hora de calificar a personajes de la vida pública cuando fallecen. Porque cada uno los ve de una manera distinta, porque cada uno ha percibido los actos que ha hecho la otra persona en base a sus propias ideas y convicciones.

Por ello, si se hiciera un único retrato de cada uno de nosotros, todos vendríamos a ser una especie de retrato inacabado, un retrato en el que cada pintor que nos trata pondría su pincelada y en el que habría que ir cambiando rasgos de forma continua, según la visión del pintor en cuestión.

Yo creo que esa es una de las riquezas que tenemos como seres humanos, la de ser percibidos de forma distinta por el resto de personas, que no haya una única versión de nosotros mismos.
 

3 comentarios:

  1. Pues si, cada persona percibe diferente, por que cada persona es diferente y todo lo que percibimos pasa por nuestro filtro personal, el filtro de nuestras experiencias, emociones, prejuicios...Y a lo largo de la vida como bien dices, este filtro va cambiando ligeramente. Y cambia nuestra manera de comportarnos básicamente aunque en el fondo nuestra esencia sea la misma. Me ha gustado la entrada y me ha dado una idea, que no se si la realizaré o no, pero igual si...ya te cuento!! Bicos

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    1. Y curiosamente muchas veces acaba habiendo ciertas coincidencias entre lo que somos y lo que los demás esperan que seamos, como si nos acopláramos a lo que se espera de nosotros. Un tema que da mucho que pensar

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  2. Hay un momento en el que hacemos una fusión de nuestra manera de comportarnos o de ver las cosas y la que los demás nos atribuyen, hasta que llega un punto en el que es difícil si actuamos como queremos o cómo los demás proyectan en nosotros. Una especie de confusión entre persona y personaje.

    Creo que lo de la fórmula imposible de escribir es una buena definición de todo ello

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