lunes, 12 de mayo de 2014

"Aprendiz de gigoló" y "La vida inesperada". Historias de Nueva York

Nueva York es una ciudad que ha sido retratada en infinidad de ocasiones por el cine, en su vertiente más idealizada y más sucia, mostrando los grandes rascacielos y los más sórdidos suburbios, la gente rica y la más pobre. Una ciudad tan retratada que cada vez que alguien la visita no puede evitar sentir que se encuentra en una especie de decorado de una película, de tan reconocibles que resultan sus rincones más emblemáticos. Una ciudad construida en base a la inmigración, llegada de los cinco continentes y que por ello es capaz de mostrar lo mejor y lo peor de la raza humana, de toda la mezcolanza social y cultural de la que ha surgido. Una ciudad que es escenario de las películas que voy a comentar a continuación.


"Aprendiz de gigoló" cuenta la peripecia de dos amigos (Woody Allen y John Turturro), que se encuentran ante una desesperada situación financiera tras tener que cerrar la librería en la que trabajaban. Por una casualidad deciden probar suerte con el negocio de la prostitución masculina, uno como gigoló y el otro como su "chulo", quedándose con una parte de las ganancias. Pero el asunto no será bien visto en la comunidad judía en la que viven y traerá consecuencias inesperadas para el aprendiz de gigoló cuando conozca a Avigal (Vanessa Paradis), la viuda de un rabino ortodoxo.


John Turturro es uno de esos actores "de carácter", que dificilmente veremos protagonizando una película y que se han hecho famosos por interpretar a secundarios de todo tipo, ya fuera como habitual en el cine de los hermanos Coen ("Barton Fink", uno de sus pocos protagonistas, "El Gran Lebowski", "O Brother!"), en comedias con Adam Sandler ("Mr. Deeds", "Ejecutivo agresivo", "Zohan: Licencia para peinar") o en películas megataquilleras como la saga "Transformers". Pero Turturro también tiene una carrera como director y "Aprendiz de gigoló" es su cuarta película tras la cámara, que aquí compagina con el papel principal.


El propio Turturro ha adimitido haber recibido el asesoramiento de Woody Allen para construir algunos gags de la película y eso se nota en el tono de la película, que a ratos recuerda al cine de su compañero de reparto (el personaje de Allen parece sacado de una de sus películas). También recuerda a Allen el ocasional tono de farsa y el cuestionamiento que se hace de algunos aspectos de la religión judía y de lo que pueden llegar a anular las religiones al individuo que no es capaz de gestionar sus creencias. El gigoló de Turturro no es un hombre guapo ni atractivo, pero triunfa en lo que hace por su capacidad de conocer lo que necesitan las mujeres que contratan sus servicios. Su personaje es un hombre reservado con sus sentimientos pero respetuoso y atento a las necesidades del otro sexo, lo que provoca un gran reconocimiento por parte de dos de sus clientas (Sofía Vergara y Sharon Stone) y que despertará sentimientos mucho tiempo reprimidos en la viuda de un rabino, que llevaba años sin ser tocada por nadie y que es pretendida secretamente por un oficial judío de policía (Liev Schreiber).



Tras un inicio cómico, en el que se muestran las primeras aventuras de este aprendiz de gigoló, la trama da un giro más romántico al mostrar la relación cada vez más cercana de él con la joven mujer dividida entre sus deberes religiosos y las sensaciones que surgen de su interior. Los que busquen una comedia de carcajadas probablemente se verán decepcionados por ese giro, en el que Turturro muestra sentirse más interesado por las motivaciones de sus personajes que por convertirlos en unos arquetipos para desatar la risa, esa mezcla de farsa y realismo se hace patente en la aparición de ese tribunal juicio que usa sus propias leyes para enjuiciar a las personas. Lástima que la parte final de la película no remate la buena impresión que estaba causando hasta ese momento y que tiene un final un poco precipitado que a uno le da la sensación de que ha habido alguna escena que se ha quedado por el camino.


Mucho se ha hablado de la aparición de "sex symbols" de ayer y de hoy, como Sharon Stone y Sofia Vergara (que los morbosos se vayan olvidando de verlas desnudas), pero si alguien destaca a mi parecer en esta película es la francesa Vanessa Paradis, cantante y actriz con más de 20 años de carrera a sus espaldas y que muchos conocerán por haber sido mujer de Johnny Depp durante varios años. Como actriz, Paradis siempre ha sido muy selectiva con sus papeles, a los que siempre da ese ángel especial que tiene, entre la fuerza y la ternura. Esa sensación queda patente en su Avigal, esa mujer que descubre que en la vida no todo son preceptos religiosos y que escandaliza a muchos de los vecinos de su barrio cuando osa recuperar la sonrisa, quitándos el luto perpetuo en el que parecía haberla sumergido su condición de viuda.


También en Nueva York se desarrolla la historia de "La vida inesperada", en este caso surgida de la pluma de la escritora Elvira Lindo, creadora de "Manolito Gafotas" entre muchas otras novelas y que ha residido durante largas temporadas en la Gran Manzana. Su guión habla de los casos de españoles que han ido a la considerada "capital del mundo" para tratar de hacer realidad el sueño americano, dejar de ser unos parias para ser alguien respetable, aunque la realidad vaya por otros derroteros.


Juanito (Javier Cámara) es un actor que fue a Nueva York a triunfar. Los años han pasado, no ha conseguido el éxito que esperaba, y ahora se gana la vida trabajando en lo que puede. Un día llega a visitarle su primo (Raúl Arévalo), aparentemente un triunfador que tiene todo lo que uno espera tener. Sin embargo, la convivencia entre ambos irá descubriendo la realidad que hay detrás de cada uno de ellos.


El alicantino Jorge Torregrossa dirige su segundo largometraje tras "Fin" y lo hace siendo también conocedor de lo que habla, pues pasó en Estados Unidos algunos años formándose como cineasta. Entre él y Elvira Lindo nos muestran un pequeño fresco de unos personajes que están lejos de sus países de origen y que pese a las dificultades no dudan en seguir persiguiendo sus sueños. Juanito llegó con la pretensión de salir en películas americanas y se limita a hacer papeles de todo tipo en un teatro especializado en obras españolas, con éxitos reconocibles de autores como Mihura o García Lorca, un teatro en el que conocerá a una misteriosa diseñadora de vestuario algo locuela (Tammy Blanchard). Habla con su madre a través de Skype y le va contando lo que hace de una manera interesada, ocultándole que tiene que trabajar de camarero y dando cursos de cocina española para poderse pagar un pequeño apartamento. Todo ello por orgullo y para que su madre no le diga que está perdiendo el tiempo allí en lugar de ocuparse de la tienda de ultramarinos de su padre en España.


Por el otro lado tenemos a su primo, que llega de España para pasar unos días de vacaciones y que responde perfectamente al arquetipo de tipo aparentemente triunfador, con su trabajo estable y una novia con la que está a punto de casarse. Juanito siempre ha mirado con recelo y envidiado a su primo, por creer que siempre se llevaba las cosas que le correspondían a él, sin saber que su primo hace buena la frase de "no es oro todo lo que reluce" y lo irá descubriendo durante su convivencia mutua.


Torregrossa y Lindo proponen una "dramedy" en toda regla, una historia en la que se mezclan el humor y el drama, en la que ambos extremos se suavizan con el contacto mutuo y el poso siempre es más bien agradable. Se hace alguna alusión a la situación económica de España y a la necesidad de emigración que ha creado en mucha gente, aunque el tema principal es más atemporal y más clásico, como es poner a unos personajes fuera de su contexto habitual y mostrar su desorientación vital.


El principal defecto de la película lo van a tener que aguantar la mayoría de los espectadores a causa del doblaje que se le ha efectuado a la película para su exhibición. Yo he tenido la oportunidad de verla en una sala que ofrece películas en versión original y he podido apreciar las connotaciones que hay en la relación entre los personajes españoles y los estadounidenses, algo que se corta por lo sano en la versión doblada, donde todos los neoyorkinos hablan un perfecto castellano.


Antes hablaba de Woody Allen, que hace unos años estrenaba "Vicky Cristina Barcelona", una película muy criticada por estos lares por algunos topicazos poco afortunados y por un doblaje muy discutido a Javier Bardem y Penélope Cruz, que hablaban con unas voces que no eran evidentemente las suyas, perdiéndose la riqueza del contraste linguistico y sacando al público de la película, pues ese tipo de doblajes a gente de las que conoces perfectamente su voz es como ver un micro colándose en el plano, algo que te hace ser consciente de que estás viendo una representación y que inconscientemente te dice que eso es falso. En esa película al menos estaba justificado, al estar hablada casi toda en inglés y a que aquí hay mucha gente que sigue prefiriendo que les doblen las cosas, no vaya a ser que lean demasiado. Sin embargo en "La vida inesperada" más de la mitad de la película está hablada en español y sólo hay algunos momentos en los que se habla en inglés, cuando se interacciona con los estadounidenses, con lo que creo que se podrían haber respetado las voces originales. Aunque esas cosas ya escapan al control de los que defendemos oír a los actores con sus voces reales para apreciar mejor su interpretación, que si a cualquiera de nosotros nos pusieran otra voz para nuestro día a día no sonaríamos igual, dejaríamos de ser un poco nosotros.


Por otra parte, la película se deja ver con agrado y está bien dirigida e interpretada, especialmente por un Javier Cámara que borda esos personajes cotidianos un poco patéticos en sus flaquezas. De este modo, "Aprendiz de gigoló" y "La vida inesperada" nos demuestran que la ambientación de las historias no tienen por qué determinar la trama, pues ambas películas, con elencos tan diferenciados, nos hablan de cosas universales que han pasado, pasan y pasarán. Y más si es en Nueva York, esa ciudad donde está representado todo el mundo.


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