miércoles, 26 de marzo de 2014

Adolfo Suárez

Creo que no vengo a decir nada que nadie no sepa ya con el anuncio del fallecimiento de Adolfo Suárez, que fuera presidente del Gobierno en nuestro país entre 1976 y 1981. Suárez ha muerto a los 81 años de edad y tras varios años retirado de la vida pública a causa del Alzheimer. Cuando estuve trabajando en Albacete, hace unos años, me recordaron que fue allí donde tuvo lugar la última aparición pública del ex-presidente en el año 2003, en un mitin para apoyar la candidatura de su hijo Adolfo Suárez Illana para la presidencia de Castilla-La Mancha. Allí fue donde perdió el hilo de su discurso y se empezó a notar que algo no iba bien dentro de su cabeza.
 
 
La verdad es que desconocía aquel hecho, pues por aquellos años yo me encontraba estudiando en otra ciudad y bastante desinteresado en la vida política, ocupado en llenarme de otras experiencias propias de los años universitarios. La figura de Suárez la conocía sin mucha introspección, de haberlo estudiado en el colegio como una de las figuras claves de la Transición del franquismo a la actual democracia, pero sin profundizar demasiado (el temario siempre había que acortarlo por la historia más reciente por falta de tiempo para dar todas las lecciones). Por aquellos tiempos en los que conocí aquel suceso salió en librerías "Anatomía de un instante", el magnífico ensayo de Javier Cercas sobre los antecedentes del golpe de Estado del 23-F, que Cercas desgranaba con ese estilo suyo tan ameno y didáctico que puso en práctica en el exitoso "Soldados de Salamina" (en ese caso sobre un episodio de la Guerra Civil). Aquel que quiera conocer lo que se cocinó durante los años de la Transición tiene una cita obligada con "Anatomía de un instante", en el que Cercas pone de manifiesto la parte trágica de la biografía de Suárez, un hombre que pasó de estar en la cresta de la ola a perderlo casi todo y que en los momentos de derrota mantuvo una mayor dignidad que en los de ascenso.

 
Suárez había nacido en Cebreros, un pequeño pueblo de la provincia de Ávila y era hijo de un hombre bien parecido, más centrado en las mujeres y el juego que en sus deberes como padre. El hijo sacó el porte de galán del padre y también una tendencia natural a saber embaucar a cualquiera que se le pusiera por delante, porque Suárez llegó en buena medida a donde llegó gracias a sus artimañas y a su capacidad para abrazar farolas, para hacer sentir el hombre más importante del mundo a aquel a quien daba la mano. Sin ser muy bueno en los estudios consiguió hacerse íntimo de Herrero Tejedor, uno de los hombres importantes del Movimiento Nacional (el partido único franquista), que le ayudó a conseguir posiciones interesantes en la burocracia de Castilla y León y siendo Gobernador Civil en Segovia conoció al entonces príncipe de Asturias, Juan Carlos de Borbón, con el que trabó amistad y que se lo llevó a Madrid para hacerle director de RTVE, para acostumbrarle a la vida en la Corte y de paso promocionar la imagen de Juan Carlos para cuando Franco muriera. En esa época fue cuando conoció a Carmen Díez de Rivera, amiga de Juan Carlos y con una historia de novela a sus espaldas (era hija ilegítima de Serrano Súñer, uno de los cabecillas del primer franquismo, con quien su madre aristócrata había mantenido un idilio y había estado enamorada y a punto de casarse con otro hijo de Serrano Súñer, sin saber que era su hermanastro cuando se enteró de quien era su verdadero padre, algo que le marcó de por vida y que hizo que no mantuviera relaciones con nadie más). Carmen Díez de Rivera fue su mano derecha durante años y entre ella, Juan Carlos y Suárez fueron creando un triángulo de gran importancia en el devenir de aquellos años. Si quieren saber más sobre aquella señora y esta relación con aquellos dos hombres les recomiendo otro estupendo libro, "El triángulo de la Transición", de Ana Romero.

 
Tras morir Franco, se prepara el asalto al poder de Suárez, algo que se consigue en 1976, tras la destitución de Arias Navarro (famoso por aparecer en televisión anunciando la muerte de Franco). En principio la mayoría de la clase política y la sociedad esperaba que fueran designados otros políticos con mayor experiencia, pero desde arriba se estaba gestando la sorpresa de colocar a quien menos se lo esperaban. Suárez declara en su presentación como presidente su famoso "puedo prometer y prometo" para iniciar la conversión del régimen franquista al democrático, algo que consigue en tiempo récord tras haberse preparado durante años. Suárez funda Unión de Centro Democrático (UCD), con gente de talante más bien conservador y gana las primeras elecciones en 1977, lo mismo que las de 1979. En todos esos años se ha cambiado el régimen político y España ya tiene una Constitución y un Estado de las Autonomías, pero no todo es un camino de rosas. Los atentados de ETA y GRAPO se suceden sin cesar, con muertos todas las semanas, el desempleo aumenta y algunas comunidades empiezan a sugerir su derecho a la independencia (hay cosas que nunca cambian). El país atraviesa años de gran zozobra social, donde todo estaba por hacer y no se sabía qué iba a pasar y no son pocos los que piensan aquello de que con Franco se vivía mejor. Los de derechas consideran a Suárez un traidor, los de izquierdas un franquista que ha cambiado de chaqueta, es insultado en muchos funerales de Estado por víctimas del terrorismo y en su partido se empieza a creer que es hora de que otro coja las riendas del país. Por eso, a principios de 1981 presenta su dimisión.
 

 
Muchos militares no estaban nada contentos por cómo iban las cosas en España y echaban de menos verse apartados de la vida social, en la que habían tenido mucho que ver durante décadas. Ese es el germen del golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, en el que efectivos de la Guardia Civil y el Ejército toman el Congreso de los Diputados mientras se está votando el nombramiento de Leopoldo Calvo Sotelo como sustituto de Suárez. El plan era formar un gobierno de concentración con presencia de los militares y la supervisión del Rey, como hizo Primo de Rivera con Alfonso XIII en los años 20 y de ahí han surgido muchas teorías conspiratorias, que incluyen al Rey como uno de los cabecillas del golpe, al ver que España perdía el rumbo, estando implicado uno de sus mentores, el general, Alfonso Armada, y cambiando de opinión cuando ve que aquello se tuerce y Tejero pide más poder para las fuerzas del orden, algo que no estaba previsto. Probablemente nunca sepamos toda la verdad sobre el asunto ni si Tejero era el líder de un grupo de incontrolados que echaban de menos a Franco o el pelele de intereses más altos. Sea como fuere nos han quedado imágenes del momento, con un general, Gutiérrez Mellado (entonces vicepresidente), plantando cara a los hombres armados y Suárez abatido y resignado, sin preocuparse de ponerse a cubierto cuando empiezan los disparos, como si no le importara morir después de todos los palos que le habían dado en los últimos tiempos.
 
 
 
 
En los años 80 Suárez creó el Centro Democrático y Social (CDS), pero el éxito ya no volvió. Para entonces ya era visto como un vestigio del pasado y a duras penas consiguió escaños en el Congreso. A principios de los años 90, se retira de la vida política y son algunos de sus hijos los que copan cierto protagonismo, como Adolfo Suárez Illana, que se presenta sin éxito a unas elecciones en Castilla-La Mancha en las filas del PP o como Sonsoles Suárez, que se hace conocida por su boda con el inefable Pocholo Martínez-Bordiú (curiosamente nieto de Franco y con el que estuvo casada dos años) y sus apariciones televisivas como presentadora. Yo la recuerdo por su etapa en los años 90 en "A toda página", uno de esos programas de sucesos y corazón habituales de las tardes.

 
 
Ya empezado el siglo XXI empiezan las desgracias familiares en el clan Suárez. El cáncer empieza a hacer presa en las mujeres de su familia y pierde a su esposa y una de sus hijas por esta enfermedad, mientras que el Alzheimer empieza a hacer efecto sobre él y en pocos años deja de recordar qué ha sido y quién es, sin saber quiénes eran aquellos que iban a visitarle, como aquel Juan Carlos con el que compartió tantos momentos años atrás.


 
Y así ha acabado la vida de un hombre que estuvo en el meollo del poder después de ir trepando en el escalafón y que acabó encerrado en los recovecos de su propia mente, una historia con la clásica moraleja de "polvo eres y en polvo te convertirás". Si Suárez hubiera sido estadounidense no duden que ya hubiéramos visto algunas películas sobre su vida, obra y milagros. Lo más parecido que se ha hecho es una miniserie de Antena 3, con Ginés García Millán como Suárez y Fernando Cayo como Juan Carlos.
 
 
Ahora muchos políticos de hoy día honran la memoria de aquel al que en su día criticaron por considerarle un traidor o un vestigio del régimen franquista y otros que no convivieron con él le ponen como ejemplo de político que supo manejar una situación comprometida. Y no se puede negar que Suárez fue un político de raza, audaz negociador con gran habilidad para llevarse la gente a su terreno (Alfonso Guerra le llamó "tahúr del Mississippi"), mostrando que la política es para listos (en el sentido de espabilados) y que su perfil era el necesario en aquellos años en los que había que desprenderse del pasado y estaba todo por hacer en la construcción de la democracia. También pudo comprobar en sus propias carnes el reverso del éxito, que los que un día le adoraban al siguiente podían despreciarle para acabar años después soltando panegíricos en su nombre, tratando de apropiarse de algo de su espíritu pero sin saber cómo apartarse de en medio cuando su tiempo ha pasado, como el propio Suárez entendió e hizo en su momento a pesar de la indiscutible erótica del poder, que atrae sin remedio.

 
Este lunes escuché en las noticias que la capilla ardiente de Suárez estaría abierta en el Congreso durante toda la noche y sentí la necesidad de pasarme por allí, quién sabe si por ver qué se sentía al estar cerca de un ser humano que fue todo y que ha acabado igual que cualquiera de nosotros, en el inexorable ciclo de la vida. No imaginaba encontrarme a solas con su cadáver, pues supuse que habría un dispositivo de seguridad para evitar complicaciones, pero aún así quise ver una de esas ceremonias y allí que fui, pasada la medianoche. Había oído que durante el día había colas larguísimas para entrar, pero imaginé que un lunes por la noche la mayoría de gente estaría ya en su casa durmiendo, craso error, a veces se me olvida que vivo en Madrid, una ciudad en permanente actividad. En la puerta del Congreso había algunos cientos de personas esperando para entrar, gente de diversas edades, unos que habían vivido con el gobierno de Suárez y otros que como yo lo habían conocido en los libros de historia. Me sorprendió la cantidad de gente que allí había y el silencio reverencial, apenas interrumpido por conversaciones en voz baja incluso estando en la calle, algo raro en un país en el que cualquier manifestación popular tiene ese aire de ruidosa verbena. Finalmente entramos y allí estaban los ujieres y miembros del Ejército con sus trajes de gala haciendo la vigilancia. En el centro estaba el féretro, cerrado para evitar miradas curiosas y una bandera de España sobre él, una caja de madera en medio de una sala silenciosa y casi vacía. Tras observar la escena durante unos segundos nos tocó salir para que entraran los siguientes y no pude evitar cierta sensación de vacío, por esa desnudez que deja siempre la visión de la muerte y ese tránsito breve por la habitación fúnebre, como si fuera una visita guiada en un parque temático antes de pasar a la siguiente atracción.


 
Me fui de allí a la cercana plaza de Cibeles a coger un autobús de vuelta a casa y mientras esperaba vi a unos operarios cambiando la cartelería de las marquesinas, quitando anuncios viejos y poniendo otros nuevos. Uno de ellos era de una marca de ropa que usa como modelo a la bella actriz Judith Diakhate, española de padre nigeriano, vista en películas como "La noche de los girasoles" o "Alacrán enamorado", a la que nos quedamos mirando durante unos instantes los que allí esperábamos, yo y otros hombres de aspecto entre cansado y triste que probablemente volvían a casa tras un día como los demás y que a buen seguro no encuentran mujeres como esa en su rutina. Mujeres que en los tiempos de Suárez no se veían por las calles de España y menos aún en los anuncios de las marquesinas.

 
Ya en el autobús fui testigo de una conversación entre el conductor y otro pasajero, que debía ser amigo, con el que iba hablando sobre apuestas de fútbol y resultados de otras ligas. Anonadado me quedé al comprobar lo que controlaban sobre equipos de otros países, resultados y clasificaciones, acostumbrado a esos aficionados de fútbol que solo se enteran de lo que le pasa a su equipo y a veces ni eso. Hablaban de apuestas, de ganancias y pérdidas y de pronósticos a los que apostar para llevarse un dinerito y cuando el pasajero se bajó, el conductor se puso a escuchar una emisora deportiva. Me pregunto si esa gente tendría el mismo dominio de la historia reciente de su país que el que tienen estos jóvenes preguntados para ver si conocían a Adolfo Suárez.
 


Ya lo dice el refrán, el muerto al hoyo y el vivo al bollo. Descanse en paz, Adolfo Suárez.


6 comentarios:

  1. Vi el otro día lo del último vídeo y debo decir que no es culpa de los chavales.
    Cuando yo estaba en el cole el libro de historia parecía un tebeo y a lo mejor ventilaban la guerra civil y la transición en dos páginas, mencionando a Suárez como mucho dos veces.

    Y tampoco es algo único de nuestro país. Hace poco vi un vídeo similar hecho en Inglaterra en la que le enseñaban a chavales de esa edad un retrato de Shakespeare y ninguno tenía ni puta idea de quién era.

    La historia no es una asignatura muy importante en el sentido práctico, las cruciales son el inglés, la informática y las mates, sobre todo las dos primeras, pero es importante saber historia, es la única forma de entender por qué está el mundo como está. El problema es que a la mayoría eso le importa un carajo.

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    1. Además imagino que los que respondieron a las preguntas fueron escogidos en el montaje del vídeo para conseguir las respuestas más absurdas, suele pasar en este tipo de piezas que quieren medir el nivel cultural. No hay más que ver que muchos de esos chavales fueron preguntados en un botellón.

      La Historia es una asignatura que muchas veces se enseña mal y eso crea tanto desinterés, porque si se sabe contar bien es como un gran cuento, que te da la moraleja de que la vida siempre se parece a través de todas las épocas. Yo tengo la suerte y la desgracia de que me gusten las especialidades que cultivan el alma pero que dan poquito dinero, las que dan cultura pero no suelen llenar el bolsillo. Por ejemplo, en ciencias soy negado y en cosas de ingeniería o de informática sería un auténtico melón

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  2. ¡Hola!
    No tengo una opinión muy formada respecto a Suarez, pues dejó de ser presidente unos años antes de que yo naciera, y porque, sin llegar al nivel de desconocimiento de algunas gentes que se muestran en el vídeo (confiaba en vosotros, en llevarme una sorpresa… jeje), la política no es mi fuerte (aunque tenga opiniones al respecto, porque me parece algo inherente al crecimiento del ser humano en esta sociedad, supongo).
    Mi abuela lloró mientras veía el funeral por televisión, porque se acordaba de mi abuelo, fallecido hace años, ya que él “quería ver a Suarez cuando salía por la tele, lo seguía mucho…” Lo admiraba, intentaba decirme mi abuela. Él, como muchísima otra gente, según se ha visto.
    Un post muy interesante. He oído durante estos días lo de “saber venderse y colocarse” y alguna otra cosilla. Pero mucho de lo que pones me ha sorprendido. Y es totalmente cierto lo del acortamiento de temarios en Historia, y entre eso y que la Historia no era mi asignatura preferida (me parecía un rollo, vamos), he aprendido más con este post que con una lección entera de “La Transición” en un libro de texto.
    Por cierto, me apunto los libros que recomiendas, sobre todo el de Javier Cercas, para seguir aprendiendo.
    Un saludo.

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    1. Yo nací poco más de un año después de lo del 23-F y nunca supe nada de aquello hasta que en el año 96 vi que en todas partes se hablaba del 15 aniversario y salía la famosa foto de Tejero con la pistola en ristre subido a la tribuna del Congreso, ahí es donde empecé a saber de aquello porque en mi casa nunca se ha hablado mucho de política.

      Me alegro de que te haya gustado el post, como digo en el anterior comentario al final habría más gente a la que le gustara la Historia si se la enseñaran bien, contando las peculiaridades de cada momento, no como una sucesión de fechas para aprender como borregos. El libro de Cercas es estupendo, si te interesa toda esa época seguro que te gustará.

      Un saludo

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    2. Lleváis razón, si la Historia se enseñara aplicando las lecciones a la realidad actual, en la medida de lo posible, es decir, que fuera útil, y no tirando de libros de texto bastante flojos, sería otra cosa.
      Yo soy de ciencias e ingeniería, y me encanta lo que estudié, tanto que me estoy planteando intentar dedicarme a la investigación en mi campo; pero pienso que es una suerte que mis aficiones tiendan a ser de letras, no me canso de ellas.

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    3. De la ciencia lo que más tienta es el tema de la naturaleza, el tema antropológico, porque ya en disciplinas en las que hacen falta los números y sus operaciones derivadas me vuelvo loco, siempre he sido horrible en matemáticas y eso que sumar de cabeza se me da razonablemente bien. Como las cuentas de la vieja, que se dice

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