miércoles, 12 de marzo de 2014

"300: El origen de un imperio" y "Joven y bonita". Miradas de mujer

Existe una creencia muy extendida de que en Hollywood solo se hacen secuelas, precuelas y remakes de películas ya hechas por falta de ideas, lo cual es una gran mentira. Hollywood se ha caracterizado desde su nacimiento por ser un lugar que atrae a los mejores talentos de todo el mundo y que quiere tenerlos a sus servicio para hacer las mejores películas. Lo que sucede es que entre el honor y el dinero lo segundo es lo primero, que acertadamente dijo Quevedo hace siglos, por lo que el motivo económico siempre prima ante la calidad en los grandes estudios. Los grandes conglomerados buscan aumentar aún más su parte de beneficios y por eso buscan un gran taquillazo que les permita repetir grandes cifras a lo largo de varias secuelas y en eso el nivel de ideas se reduce, porque muchas veces para llegar a una audiencia mayoritaria es necesario igualar por lo bajo, haciendo tramas facilonas que puedan ser disfrutables por el público menos exigente, que muchas veces es el que llena las salas. Ideas originales y audaces siempre las ha habido y habrá, pero si los estudios no ven claro que vayan a sacar beneficio no pondrán mucho empeño en producirlas, auspiciándolas en sus divisiones de cine independiente en el mejor de los casos o directamente ignorándolas. Por eso vemos tantas veces proyectos que siguen la misma fórmula, porque siguen la máxima tan conservadora de "si algo funciona no lo toques". En ese saco podemos meter a "300: El origen de un imperio".

 
La película es una secuela/derivación de "300", la exitosa película que dirigió Zack Snyder en 2007 y que mostraba una estética de videojuego para visualizar la batalla que libraron 300 espartanos contra el imperio persa en las Guerras Médicas, siglos antes de Cristo. "300" se inspiraba en un cómic de Frank Miller, que proponía una visión posmoderna de aquella lucha, con licencias históricas y toques fantásticos, que sin embargo era fiel al espíritu de las antiguas narraciones griegas sobre las peripecias de hombres y dioses. La película de Snyder plasmó en pantalla ese hiperrealismo sirviéndose de las nuevas tecnologías digitales para dar vida a un mundo descaradamente mítico e irreal, en una película que podría haber sido un batacazo a todos los niveles pero que consiguió un gran éxito de público y fue bien tratada por la crítica, uno de esos ocasionales riesgos en los que a veces se aventura Hollywood. Así que la secuela iba a llegar, en este caso ambientada en la lucha de antiguos griegos y persas, pero cambiando a los espartanos por los atenienses y pasando la batalla de las Termópilas al Mar Egeo, donde el general Temistocles (Sullivan Stapleton) lucha por conseguir la unidad de las ciudades-estado griegas. Él dirige las tropas que se enfrentan con el ejército persa, liderado por Jerjes (Rodrigo Santoro) y Artemisa (Eva Green), para impedir la invasión del país.
 
 
Snyder ("Watchmen") es uno de los productores y guionistas de esta película, pero ocupado como estaba en la mediocre revisión que hizo de Superman en "El hombre de acero", las labores de dirección las ha asumido Noam Murro, un realizador especializado en el mundo publicitario y que en cine había dirigido una película en las antípodas de esta, la comedia independiente "Gente inteligente". Y el caso es que tanto da, pues, si como en una serie televisiva se tratase, el director es un mero artesano que se incorpora a un producto con un marcado estilo visual al que el director poco o nada puede aportar. Volvemos a ver la misma estética digital, los mismos cuerpos musculosos, las mismas cámaras lentas, los mismos ralentís para reforzar la acción y los mismos irreales chorreones de sangre, pero la sensación que deja no es la misma. En todo momento tuve la sensación de estar viendo una versión de saldo de "300", como esas marcas falsificadas que tratan de copiar sin éxito a las grandes del mercado.
 
 
"300" conseguía meterte en la historia y que olvidaras e incluso disfrutaras de su aire de irrealidad, de fantasía, por el carisma de muchos de de sus personajes y la garra a la hora de contar la historia. "300: El origen de un imperio" apenas transmite garra y la mayoría de sus personajes son meros monigotes sin interés, empezando por el protagonista, un soso Sullivan Stapleton que está a años luz de lo consiguió Gerard Butler como Leónidas y sus secuaces, que nos meten por la cara intentando con tópicos que nos interesemos por ellos (no falta el clásico momento de hijo que va a la guerra con la oposición de su padre y ambos acaban luchando juntos, con las consecuencias que ya se imaginan cuales son). Y es que los personajes más interesantes en esta epopeya tan masculina son las mujeres, especialmente Eva Green.
 
 
La actriz francesa, descubierta por Bertolucci en "Soñadores" y vista también como chica Bond en "Casino Royale" lleva unos años apareciendo poco por las pantallas y cuando lo hace es dando vida a personajes que están lejos de ser el tópico de "chica de la película", algo que ella dice detestar. He tenido la oportunidad de verla en películas nunca estrenadas en España como "Cracks" y "Perfect Sense" y siempre muestra la misma personalidad cautivante, con una belleza insinuante, pero sobre todo con un fondo turbio, con una mirada capaz de despertar y sugerir los instintos más oscuros. Ese fondo oscuro es el que aquí explota para construir una Artemisa que es el mejor personaje de la película, de los pocos que aporta algo de interés a una trama aburrida. También tenemos la breve presencia de Lena Headey, que repite su personaje de reina Gorgo que hiciera en "300" y que nos recuerda lo buena que era aquella en comparación esta otra.
 
 
"300: El origen de un imperio" puede que acabe siendo un éxito gracias al material de partida previo y puede que dé lugar a más entregas, pero a mí me ha dejado bastante frío, esperaba un poco más.
 
 
Quién no me ha dejado frío es el siempre interesante François Ozon, un realizador que comenzó su carrera a finales de los 90 como uno de los “enfants terribles” del cine francés con filmes que buscaban transgredir los géneros a los que inicialmente pertenecían. “Sitcom”, su debut, empezaba como una comedia televisiva y familiar y terminaba de una manera bastante bizarra. “Los amantes criminales” era una curiosa puesta al día del cuento de Hansel y Gretel y “Swimming pool” o "En la casa" jugaban con los códigos del thriller y la creación literaria. Autor de una prolífica carrera (casi todos los años estrena alguna película), ahora nos llega "Joven y bonita", que recuerda en cierto modo al "Belle de jour" de Luis Buñuel.


Isabelle (Marine Vacth)  es una hermosa joven de 17 años que pertenece a una familia adinerada, parece tener una adolescencia feliz. Pero ello no es suficiente e iniciará un viaje de autodescubrimiento sexual que la embarca en una doble vida: estudiante de día y prostituta de lujo de noche.
 
 
"Joven y bonita" comienza con Isabelle perdiendo su virginidad con otro chico en una noche de verano en la playa, uno de esos típicos amores de vacaciones estivales que será el punto de partida en el despertar sexual de la joven. Poco después, ya terminado el verano y empezado el otoño comienza la andadura de Isabelle por el mundo de la prostitución, sin que sus padres ni sus compañeros de clase lleguen a sospechar lo más mínimo, a tenor de la seriedad de sus actos. A partir de ahí, Ozon nos muestra su peripecia a lo largo de varios meses, pespunteando sus andanzas con canciones de Françoise Hardy que hablan del amor adolescente, un amor que Isabelle no puede o no quiere sentir, siempre alejada de los chicos de su edad.
 
 
Isabelle habla poco y no es fácil saber lo que está pensando, si está alegre o triste y por eso es a través de su mirada cuando vemos si ella sufre o disfruta. Ozon no busca aleccionar y no hay grandes explicaciones sobre por qué Isabelle ejerce la prostitución, vista aquí como una de las clásicas derivaciones adolescentes para escapar de la realidad en esos años difíciles en los que se está construyendo la personalidad.
 
 
Ella no se droga, no se emborracha, no se vuelve anoréxica ni se automutila, su manera de negociar con el dolor y la incertidumbre de la edad es a través del sexo con desconocidos, de hombres mucho mayores que ella, alejados de su día a día. Porque como dice un poema de Rimbaud del que se habla en la película, la seriedad no existe a los 17 años. Un toque nacional para una película muy francesa, en la que también se le da un aura intelectual al sexo, visto en muchas otras películas del país vecino.
 
  
François Ozon entrega una película muy interesante, que en ningún momento busca caer en el melodrama ni el tremendismo y que nos hace sentirnos como mirones de la vida de Isabelle, ya insinuado en el plano inicial, en el que se observa a la joven en la playa a través de unos prismáticos. También ayuda la labor de Marine Vacth, una modelo que hace sus primeros pinitos como actriz y que tiene una de esas miradas soñadoras y melancólicas que explican mucho más sobre su dueña que cualquier palabra que pueda decir, algo perfecto para el personaje de Isabelle.
 
 
Así que podemos decir que "300: El origen de un imperio" y "Joven y bonita", a pesar de sus diferencias argumentales y de estilo están unidas por unas miradas femeninas, las miradas de sus protagonistas, que vienen a sumarse a todas esas miradas que tanto han contribuido a la magia del cine.

2 comentarios:

  1. Con "300: el origen de un imperio" me pasó algo similar a lo que me ocurrió con la primera parte del hobbit.
    Es como una especie de pantalla extra de un videojuego, está bien, mantiene el mismo estilo, pero todo más repetitivo, más simple, menos currado.
    Está entretenida, pero claro, es mucho peor que la primera parte. Y Eva Green pues bueno, sí es inquietante y resulta creíble, pero como mala de la función también me pareció un personaje muy, muy visto ya.

    Lo curioso es que esta peli debería ser más épica que la primera, porque entonces fue una batalla y esto es la guerra, pero se le veía más acompañado a Leonidas con 300 hombres que a Temistocles con un ejército muy superior, pero claro, como la mayoría de los enfrentamientos son en el mar pues...

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    1. Hay quien ha dicho que al no ser espartanos era coherente que no fueran tan beligerantes, pero eso no me vale para ofrecer una película que como espectáculo es un tanto pobre, con poco a lo que agarrarse. A aquellos que vayan a ver la película esperando exhibición de testosterona quizá les sorprenda que los personajes más echados hacia adelante son dos mujeres.

      De cualquier modo, la película ha funcionado en taquilla, así que no será difícil que veamos una nueva entrega. Las malas críticas no son más que rasguños sin importancia, lo que da la vida o la muerte a estas películas son unas buenas cifras de recaudación

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