martes, 30 de julio de 2013

El síndrome del "ya te llamaremos" y otras inseguridades



Hay ocasiones en las que varias personas optan a un mismo cometido que les interesa mucho y compiten entre ellas por ver quién ganará, por ver quién conseguirá llevarse el gato al agua. Todos presentan sus credenciales, exponiendo sus méritos, a veces incluso exagerándolos mientras tratan de disimular sus defectos. Tratan de mostrarse simpáticos e interesantes en el cara a cara y buscan convencer de que ellos son la opción ideal sobre todas las demás. Al final, uno de ellos convencerá un poco más que el resto y será quien se quede con el puesto. Creerán que estoy hablando de conseguir un trabajo, pero lo cierto es que todo esto podría ser aplicable a la hora de buscar una pareja o en las relaciones humanas en general.

Puestos a analizar cosas que les haya pasado a todo el mundo en alguna ocasión, creo que una de las que se llevaría la palma es el síndrome del "ya te llamaremos". Todos hemos pasado alguna vez por ese momento en el que alguien nos dice esa frase, que ya se mantendrá en contacto con nosotros. Y no es algo exclusivo del ámbito laboral, de cuando se opta a un trabajo y se pasa la pertinente entrevista y te despiden con esa sentencia, que muchas veces es un puro formalismo para no decir que no te hagas muchas ilusiones, que el puesto no será para ti. Es curioso la de ámbitos en la vida en los que nos llegan a decir eso. Pienso en esas amistades que te dicen que te llamarán y que ya las verás algún día y ese es el síntoma de que seguramente no las veas el pelo en mucho tiempo. Pienso en esos amores fracasados antes de empezar, cuando ambas partes cierran con un "ya veremos" la declaración de una de ellas y que suele ser el preludio de una relación amorosa imposible y de una amistad ya quebrada, porque nunca surgirá el amor de ahí y ya no se puede volver atrás.

Y a veces ves cómo otra persona se lleva lo que tú deseabas y te preguntas "¿por qué?", "por qué esa persona vale y yo no?", "qué tiene que no tenga yo?". Una de las máximas que siempre ha atraído mi atención es aquella en la que se asegura que, hagas lo que hagas y por bueno que te creas, siempre habrá alguien mejor que tú y por eso que me tomo los halagos con satisfacción pero también con moderación. Es cómo aquello de "tu curriculum es bueno, pero hay muchos otros similares y también mejores", así que tampoco te puedes hacer muchas ilusiones. Y también hay ocasiones en las que en vez de quedarme con lo bueno, tiendo a pensar en que hay otro que lo hace igual o mejor que yo y empiezo a rabiar, contra el otro, contra la persona que lo prefiere a él y contra mí mismo por no estar a la altura. Sé que es una tontería enfadarse por eso, pero en ese momento pierdo de vista ese pensamiento de que siempre habrá alguien igual o mejor que tú, que te quita de ser un presumido crecido, pero también te hace muy vulnerable e inseguro, por pensar que otro vendrá y lo que deseas se llevará. 

Las inseguridades forman parte de todos aunque especialmente de la gente que tiene un carácter que tiende más a la introspección y a cuestionarse a sí mismo, lo que viene bien para plantearse según que cosas, pero que puede ser perjudicial para la seguridad que tiene en sus capacidades. Así se ve a tanta gente que vale mucho y que no desarrolla su potencial por vergüenza, miedo o desconfianza y gente que acaba haciéndose insoportable porque su inseguridad les lleva a ser suspicaces ante lo que piensen los demás de ellos, a estar a la defensiva y defenderse atacando. A atacar porque se sienten atacados por su inseguridad y eso aumenta su aislamiento.


Aunque suene a moraleja del estilo sensiblero y políticamente correcto, lo que debería de hacerse es tratar de ser uno mismo y lidiar como se mejor se pueda con los demás y nuestras circunstancias. Seguramente muchas veces no seremos los elegidos para la gloria y ésta se la llevarán otros que no sean mejores, pero que igual saben venderse mejor que nosotros, que transmiten una mayor seguridad en sus posibilidades y por eso se hacen más atractivos. Porque podemos ser los peores enemigos de nosotros mismos y ya salir derrotados al campo de batalla que es la vida o pensar en que podemos llevarnos alguna que otra victoria. Y que si muchos dicen "ya te llamaremos" otros vendrán que no se limitarán a decirlo y lo harán de verdad.


6 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo con el post! Son situaciones que os ocurren muy a menudo y a mi, por lo menos, también me crean mucha inseguridad y son un ataque a mi pobre autoestima. Se debe ser fuerte. Es doloroso para el ego y el honor que nos inventamos aceptar que no somos los mejores y que para alguien no somos lo suficientemente importante para que nos llamen, ya sea amigo o de una empresa. Pero bueno, es que solo nos queda relativizar los hechos y focalizarnos en las cosas en que sí hemos tenido más éxito, no crees?

    Muy buena entrada y besos!

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    1. Pues sí, aunque pueda sonar conformista creo que lo más adecuado es ser conscientes de que a veces no vamos a conseguir llegar allá donde quisiéramos porque otro lo hará antes. Hay quien podrá decir que eso es sinónimo de salir derrotado de antemano, pero aunque podamos a veces llegar más lejos de lo que pensábamos al principio, siempre llega un momento en el que nos damos cuenta de que hay alguien que puede incluso ir más allá.

      Y tampoco tiene que ser un drama, la clave está en que lo aceptemos y nos creamos menos por ello, porque lo que para unos puede ser poco para otros es mucho.

      Muchas gracias por tus palabras, besos a ti también

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  2. Hace muchos, muchos años, antes de la crisis, sobre el 2005, hice un entrevista en Hipersol, la típica en grupo donde dan una charla a todos los aspirantes, te hacen rellenar una ficha y ya.

    Recuerdo que la colega nos dijo que si estaban interesados en alguien le llamarían en un plazo de una semana, pero que de lo contrario nunca llamarían, agregando que le parecía una guarrada por parte de la empresa, pero que lo hacían así.

    Me pareció un buen gesto por parte de la mujer, pero pensándolo, no sé qué es peor, que no te llamen o que te llamen para decirte que no les interesas. Creo que sabiendo que es mejor que te digan el plazo máximo que tardarían en llamarte y ya está, pasado ese plazo te olvidas.

    Tiempo después, cuando trabajé en la droguería, me encargaba de recoger los curriculums que nos dejaban y creo que el problema es que la gente no sabe nunca qué busca exactamente la empresa (o las personas, fuera del ámbito laboral).

    Por ejemplo, lo lógico es pensar que tener experiencia en el puesto es un punto a favor, pero por ejemplo en la droguería preferían gente que nunca hubiera trabajado, para enseñarles de cero.

    Hoy en día no me como el coco cuando no me llaman. No pienso en la gente que me ha quitado el puesto, ni en qué podría mejorar, simplemente doy por hecho que con toooooodos los candidatos que se han presentado antes que yo no han llegado ni a leer mi curriculum. Quizá me equivoque, pero así me evito quebraderos de cabeza.

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    1. Bueno, es duro pero quizá sea más honesto que si las dos partes saben que la cosa no va a seguir hacia adelante, así hay menos hipocresía en el asunto. Eso me hace pensar en los límites de la educación, en si es mejor ser un poco brusco pero sincero a ser más comedido pero más hipócrita. Creo que hay formas de decir las cosas, pero cuando se habla de verdades casi que prefiero a uno que las diga de malos modos que uno que las piense y no las diga por decoro. Es más brusco al principio pero deja las cosas más claras.

      Sobre lo de los curriculum, yo siempre prefiero que los miren aunque no me llamen, así me queda el consuelo de haber hecho lo posible. Porque si imagino que no han llegado a mirarlos por lo que sea es cuando me da más rabia por la mala suerte de no haber llegado

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  3. Otro vendrá y lo que deseas se llevará...qué bien te ha quedado.

    Buuuf cuántas veces lo de "ya hablamos" o "nos vemos" o "nos llamamos"...aún ayer me lo dijeron, y no me lo creo. Pero nos gusta quedar bien y decir ese tipo de cosas, aunque signifiquen "hasta nunca". No recuerdo haber dicho algo así, nunca me ha gustado crear falsas ilusiones, porque sé lo dañinas que son. Aunque no te imaginas el alivio de oír las palabras "ya te llamaré" sonando a "nunca jamás"...a veces hay personas por las que no merece la pena competir, ja!
    Aquello de ser más simpático de lo normal, para una entrevista puede estar bien, pero conociendo a la persona que tal vez podría ser la pareja de uno...es el error más tonto jamás cometido. Como dices hay que ser uno mismo. No puedes forzarte a ser otra persona o cambiar tus gustos porque éstos saldran a la luz tarde o temprano, lo sé de buena tinta, que hay mucho mentiroso por el mundo alante. Yo prefiero hacerme a la idea desde el principio sobre las diferencias que tenga con una persona porque así me voy amoldando a mi manera y busco la forma de aceptarlas si me merece la pena, pero que te mientan y luego pretendan meterte esas cosas con calzador...mal muy mal.
    Yo siempre fui a mi manera, sin cortarme, ni forzarme a nada, y no me ha salido mal del todo a pesar de los fracasos, sé que me han querido así como soy, con todos mis defectos y mis contadas virtudes.

    Así que no es una moraleja sensiblera ni políticamente correcta, es lo que todos queremos, encontrar a una persona que nos acepte tal cual somos, y a la cual seamos capaces de aceptar tal cual es.

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    1. Lo que tienen las mentiras es que acaban saliendo a la luz y la decepción acaba siendo doble, por dejar patentes las falsedades y por el desengaño de haber tratado a alguien a quien realmente no conocías, alguien cimentado en la falsedad.

      A mí me han dicho algunas personas que debería cambiar ciertas cosas de mí y puede que tengan razón en algún aspecto, nadie es perfecto y siempre hay cosas que podemos mejorar de nosotros mismos y en algunos aspectos creo que he cambiado para bien. Pero creo que en el fondo soy como soy y tampoco me apetece ser otra persona, es un papel del que me acabaría cansando, no me va hacerme el interesante, no puedo con eso. Recuerdo cuando en el colegio me ponían con los gamberros de clase por mi aspecto de empollón, para que no se desmandaran. Pasado un tiempo los gamberretes acababan diciéndome que les había sorprendido, que me imaginaban de otra manera, porque a pesar de la apariencia podía ser más punky que ellos

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