jueves, 20 de junio de 2013

Imágenes y recuerdos

Hay muchas chicas que son como esas películas en las que sabes lo que va a pasar en todo momento. Ellas son intercambiables y se olvidan rápido mientras que ella es una película en la que no se sabe que sucederá a continuación, única e inolvidable, de las que quedan en la memoria después de mucho tiempo.
 
 
Era curioso como a pesar de todos los momentos vividos juntos solo conservaba dos imágenes de ella, una de su rostro y otra de sus pies, cuando tenía decenas de fotos con otras personas que le importaban mucho menos que ella. Miraba la foto de esos pies, enfundados en sandalias y con las uñas pintadas de azul oscuro. Unos pies lindos, preciosos, que daban ganas de acariciar. Aún recordaba la mezcla de extrañeza y de diversión en ella cuando le pidió que le dejara sacar una foto a sus pies aquella noche de verano en la que el aire estimulaba la sensación de abandono y las audacias. A ella nunca le había gustado esa parte de si misma y por eso él había insistido, para que superara su vergüenza, esa vergüenza que no le hacía ser consciente de que era una mujer preciosa, que atraía la atención de todos los hombres. Desde los más distinguidos, que la miraban con disimulo, a los más simples que se quedaban embobados, pasando por los ratoneros que husmeaban a ver si podían quedarse con un pedacito de sus favores.
 
Todos los días miraba su cara en la otra foto. Ella salía sonriendo a la cámara, con una sonrisa  tan sincera, que parecía ir dedicada solamente para él, para que la sintiera cerca cuando físicamente estuvieran lejos. Su pelo, sus ojos o sus labios componían una imagen que habia quedado retenida en su mente.

Pero no solo era su mente la que había retenido la imagen, sino todo su cuerpo, en lo más profundo de sus entrañas. Cada vez que la veía o cada vez que ella se manifestaba, antes de que su cerebro procesara la información, desde su interior venia esa sensacion de agradable angustia, de vulnerabilidad, de emocion intensa.

Una palabra suya bastaba para disipar todos los males, pensar en ella le servía para despejar el día más nuboso. La llevaba muy dentro del alma y la sentía constantemente. La imaginaba riendo, llorando, contenta, triste, ruborizada, con la mirada encendida, adormilada y adorable en su regazo y notaba como su corazón parecia hacerse mas grande, como si pareciera que fuera a salírsele del pecho.

Quería abrazarla, quería besarla, quería protegerla de todo lo que pudiera hacerle daño. Haría cualquier cosa por ella y con ella, cogidos de la mano, iría hasta el fin del mundo.

Junto a ella no había nada que temer.
 
 

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