lunes, 9 de mayo de 2016

Humor y corrección política


El otro día navegaba por las redes sociales y me encontré con una conversación de besugos, no porque ambas partes hablaran sin entenderse, que es por lo suele aplicarse ese calificativo, sino por su contenido, en el que los conversadores quedaban retratados como unos idiotas. Uno de ellos había publicado en su perfil lo mucho que detestaba a un “youtuber” (esta nueva especie de creadores de vídeos de entretenimiento surgida en YouTube, que en algunos casos tienen más audiencia que cualquier programa de la televisión) y lo nocivos que le parecían sus vídeos. Y en esto que intervino un contacto suyo y la conversación quedó tal que así:

Uno: "Lo mataría con mis propias manos"
Otro: "Deberíamos organizar algo para hundir a esta persona"
Uno: "Desgraciadamente, triunfa mazo porque España está llena de este tipo de cuñaos"


Y ahora se preguntarán: ¿y qué hace el youtuber denostado para ganarse semejantes críticas? Pues el aludido se llama Jorge Cremades y hace vídeos como estos.


 





Estos vídeos, de marcado carácter paródico, bufonesco y grotesco, han hecho que Cremades amase una buena legión de fans y también algunos “haters” (los odiadores), que le dicen que es machista y homófobo y que da lugar a conversaciones como la expuesta anteriormente, en la que poco menos que piden su cabeza en una estaca, al estilo “Juego de tronos”. Uno puede creer que los vídeos de Cremades tengan una gracia dudosa o que sean una tontería, pero es muy estúpido que uno caiga en lo que denuncia. Es decir, yo digo que tal persona transmite mensajes malos (que no creo que sea el caso de Cremades, el primero en reírse de sí mismo), que perjudican la igualdad y el equilibrio social, pero al mismo tiempo propongo eliminar al que los dice, porque lo digo yo y me da la gana. Me imagino que esos dos besugos se las darán de liberales y permisivos, de los que dicen que cada uno viva su vida como quiera y pondrán en sus perfiles de redes sociales lindas fotos de sus excursiones y de sus quedadas en terrazas para beber cerveza (uno de ellos tiene como foto de perfil una imagen suya con gafas de sol y barbita a la moda, un cliché andante), sin darse cuenta de que con estas opiniones quedan como unos miserables pequeño burgueses de mente limitada. Que la gente haga lo que quiera, pero el que no piensa como yo debería ser erradicado, actitud poco igualitaria y dictatorial donde las haya. Pero no es el único ejemplo que he visto en los últimos días al respecto, vean ahora este otro vídeo, del programa de José Mota en TVE.


 

Este vídeo puede parecernos bastante blanco, pero hizo que se hicieran muchas protestas por la supuesta burla de los enfermos terminales y que Televisión Española pidiera disculpas por haber molestado, algo que habrá llenado de orgullo y satisfacción a muchos, pero que a mí me parece triste. No soy partidario de esa idiotez de decir que ahora el mundo está peor que nunca (que cada vez que se lo oigo a alguien considerado un erudito me hace dudar de su capacidad de erudición, como si el mundo no hubiera sido un lugar lleno de injusticias y terrores desde que existe), pero sí que admito que nos hemos instalado en una era de corrección política en la que cualquier cosa que hagas o digas puede ser usada en tu contra porque habrá alguien que se sienta molesto. El humor siempre ha tenido la capacidad de ser válvula de escape y un modo de denuncia de las cosas que van mal en el ser humano y en lo que hace, siempre ha tenido un componente de incorrección por desafiar a la seriedad y a las leyes que tantas veces nos imponemos. Porque tendemos a creernos la especie superior de la creación, lo más importante que ha sucedido jamás, mientras que el humor ejerce de contrapeso y nos refleja una imagen que nos dice “modera tu entusiasmo, nada ni nadie es tan importante como te crees”. Muchas veces he oído que la inteligencia se demuestra en el sentido del humor, que el que carece de él es más tontorrón de lo que se piensa, porque no puede admitir esa posibilidad de que las personas y las cosas puedan ser imperfectas y, por ello, posibles objetos de burla. Y no es que se demuestre el sentido del humor al reírse de cualquier chiste, sino en el hecho de saber ver lo ridículo en cualquier parte, incluso en uno mismo. Alguien que es capaz de retratarse a sí mismo en sus miserias, riéndose de lo que es, es mucho más inteligente que aquel que se ríe de los demás pero tuerce el gesto cuando se trata de reírse de él. Por ello, todos estos actos de indignación cada vez que se hace humor me parece que nos empobrecen mental y socialmente. Tomemos otro ejemplo, de un sketch de Martes y Trece, sobre el sensacionalismo que a veces se hace con los actos de violencia contra las personas.



La protagonista se llama María Ascensión del Calvario, nombre que hace parodia de esas personas desgraciadas con las que los medios de comunicación tantas veces hacen pornografía sentimental disfrazada de denuncia social, dando contenidos lacrimógenos y morbo truculento para intrigar a espíritus fascinados con el mal que sufren otros  en lugar de ir a la raíz del asunto, algo que demuestra ese “claro, como a ti no te pega” del final, esa referencia al alivio del espectador que no padece y es mirón de la desgracia ajena. Este sketch hoy sería totalmente impensable, porque causaría un revuelo tal que tendría consecuencias que podemos intuir muy poco liberales y más cercanas al linchamiento que al debate pacífico y constructivo. Porque una cosa está clara, hacer humor significa meterse con algo o alguien, piensen en cualquier chiste. Si no se hace la más mínima referencia irónica o crítica, el 99 por ciento del humor no tendría cabida, tan solo chascarrillos prescindibles en plan “eran dos y se cayó el del medio”. El humor es un mecanismo más para comprender cómo es la vida, el mundo y los que vivimos en él y si lo queremos limitar nos estamos limitando como sociedad. Ponerle unos estándares en los unos cuantos deciden lo que está bien y lo que está mal nos puede conducir a una reducción progresiva de los temas hasta la propia negación del humorismo, por estimarlo cruel, del mismo modo que en “Fahrenheit 451” se hablaba de una sociedad en la que prohibían los libros porque daban mucho que pensar y hacían sentir infelicidad. Una sociedad que vive pero que no existe, atenazada por unas normas que dicen ser justas y que nos impiden mostrar nuestras contradicciones.


En España ha existido una saludable tendencia al humor negro, presente en los grandes clásicos literarios de hace siglos, donde cualquier persona, desde el más rico al más pobre, era puesta en solfa, sabedores los grandes escritores de que nadie se escapa a la ridiculez en algún momento y que hasta la persona más elegante tiene que pasar por el váter a hacer sus necesidades fisiológicas. Sin embargo, hoy día es más complicado encontrar estas manifestaciones  de incorrección en los grandes círculos y han quedado reducidas a lo residual, temerosos de las reacciones de los maestros del ruido y la furia que se mueven por Internet (antes, el que se consideraba ofendido rumiaba su indignación en privado o con sus seres cercanos, pero ahora cualquiera puede hacer campaña online), siempre dispuestos a ejercer de inquisidores que se creen cargados de razones, dejando en mantillas los sermones de los sacerdotes más conservadores que uno pueda imaginarse. Podemos pensar que sabemos reírnos mejor que en Estados Unidos, país que muchos ignorantes felices juzgan pacato y moralista, que a veces lo puede ser, pero que también da cabida a cómicos que ponen en tela de juicio unas cuantas convenciones de su sociedad. Voy a terminar con un par de monólogos que difícilmente veríamos por estos lares sin que algunos pidieran la ejecución pública de sus responsables. Allí también hay gente que piensa que los que los dicen son gente sin principios, de mala catadura, pero sin que los censores se miren a sí mismos y vean como sus actitudes son también muy atrayentes para convertirse en los objetos de la burla. Ríanse y no dejen que los atenacen.











 

4 comentarios:

  1. estamos muy gilipollas, precisamente la gente que sabe reírse de sus desgracias es la que más disfruta de la vida. Si te pones a ver cualquier monólogo, lo que más gracia hace es aquello en lo que la gente dice "sí sí es verdad eso me pasa a mi jajaja!", usan cosas de la vida cotidiana. El sketch que josé mota no me parece gracioso, no por nada en concreto, quizá porque no le veo sentido, porque no es algo común y cotidiano, quizá si el paciente se hubiera muerto por el susto y luego al final el médico se diera cuenta que eran los análisis de otro tendría más gracia. Me gustó más el del acupuntor, a ver cuánto tardan en salir los profesionales a defender su trabajo...

    Uno de los chistes que me hizo mucha gracia es el de "Papá Noel pasa volando sobre Somalia y los niños con los brazos tendidos al cielo le gritan "regalos regalos!" a lo que Papá Noel contesta "para los niños que no comen no hay regalos!". ya ves tú...maldita la gracia de que miles de niños no tengan nada que llevarse a la boca pero en ese momento no te paras a pensar en ello. Hay contextos en los que no se pueden hacer chistes, cuando acaba de pasar una desgracia no es el momento, pero pasados los años...anda que no hay chistes sobre Irene Villa, y ella es inteligente por lo que se ve.

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    1. Es que el humor no deja de ser un desahogo para todas esas cosas malas de la vida. Yo recuerdo a Gila, uno de los humoristas más reconocidos que ha dado este país y fue un hombre que estuvo encarcelado y que escapó de un fusilamiento por hacerse el muerto en la Guerra Civil y ahí le tenías luego, haciendo humoradas de la guerra en lugar de censurar y decir "hombre no, que mucha gente murió ahí".

      Como dijo Flaubert, odio el falso idealismo que nos engaña a todos y que es el que quiere inculcar la corrección política, haciendo un mundo que dicen más civilizado y que yo veo desnaturalizado, privado de una de las facultades humanas que es el humorismo. Y cuando veas a alguien que no es capaz de aceptar un comentario jocoso sobre él mismo, no te quepa duda, esa persona es menos inteligente de lo que pueda parecer

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  2. Hola!

    Ayer dejé un comentario, pero cuando le di a publicar, no sé porqué me dio error varias veces. No sé si después de intentarlo de nuevo, coseguí que saliera el comentario... ya me dirás.

    De todos modos y en resumidas cuentas te digo que yo sigo a Jorge Cremades. Me tomo con humor sus videos... vale que algunos son de aquella manera... pero la vida ya es basante complicada como para meterse con Cremades de si hace videos de esta manera o aquella.... o si sienta bien o no, al personal. Pero a mí eso me resbala, sinceramente. No puedo con José Mota, creo que ya ha superado el límite de la tontería máxima y de gracia, para mí tiene más bien poco. Es muy cansino el tío. Las meteduras de pata me recuerdan a Mariló Montero, la más tonta del mundo entero... que no sé cómo no se le cae la cara de vegüenza cuando habla. Para mí es una ignorante de cuidado. Vamos, que la tía está enchufada y así va el país....

    La gracia de Chris Rock, es como mi dolor de rodillas... que no tiene ninguna! y no hablemos del personajillo Ricky Gervais, que vaya tela cómo se metió con Gibson, la mentable.

    Un beso!

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    1. Yo tras un par de veces en los que las webs me jugaron malas pasadas a la hora de subir comentarios decidí escribirlos en un documento de Word y luego copiarlos/pegarlos, para que en caso de error o de lo que sea no se pierda lo que había pensado, que siempre da mucha rabia.

      Al Cremades este no le conocía, pero está lejos de parecerme alguien que merezca cualquier tipo de prohibición, supongo que los eruditos que lo digan se cargarían también muchas magníficas comedias de guerra de sexos que ha habido en la historia del cine, magnánimos ellos.

      Mota no me interesa gran cosa y en el caso de Montero, no sé por qué, pero me parece que la mujer se hace un poco el personaje para atraer la atención. Lamentablemente, comportándose de forma correcta uno no suele llegar muy lejos en el show business, hace falta destacar por algo, aunque sea haciendo el bobo, véase el caso de todos los concursantes de realities o periodistas que salen de tertulianos creando polémicas en programas de política porque "dan juego", porque todo parece precisamente eso, un juego o un mercado donde triunfan los productos de colores más vivos.

      Un beso

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