viernes, 20 de mayo de 2016

"Guerra y paz" y "el cuarto de hora"


Hace unas entradas comentaba que empezaba a leer “Guerra y paz”, la obra más conocida del ruso León Tolstói, publicada en 1869 y una de las obras de referencia de la literatura universal. Hablaba de que tenía un curioso hábito a la hora de escoger los libros que me echaba a los ojos, que lo mismo pasaban años desde que los compraba hasta que los leía, cuando el cuerpo me pedía hacerlo y así ha sido con esta magna novela, que tenía sin abrir en mis estanterías desde hace unos años hasta que me vino “el cuarto de hora” y quise leerla. Pues bien, hace escasos días he concluido su lectura y debo decir que ha sido toda una experiencia, de esas ocasiones en las que un libro te hace vivir emociones intensas y se hace un hueco en tu corazón, de esos que recuerdas siempre y de los que te llevarías a cualquier lugar al que fueras. Ha sido el libro más largo que he leído, con cerca de 1.800 páginas (todas ellas bien disfrutadas) que superan las 1.500 de “El conde de Montecristo”, el volumen más largo que me había llevado a los ojos hasta la fecha. Lo más curioso ha sido que la edición que yo tenía constaba de 1.200 páginas y cuando ya llevaba casi leídas 900 quise buscar una cita en Internet que quería compartir y en enlaces relacionados comprobé que la edición que estaba leyendo era una inédita/alternativa, en la que se aligeraban y se alteraban los sucesos de la segunda parte del libro, seguramente una suerte de borrador del resultado final. Fui a la biblioteca, a comparar la edición que tenía con las otros y afortunadamente comprobé que lo leído hasta entonces se asemejaba bastante y que la diferencia se encontraba en lo que me quedaba por delante, así que me procuré el préstamo de una de las ediciones definitivas, que ya alcanzaba las casi 1.800 páginas mencionadas, con el que he acabado la peripecia de sus personajes. Así que este es mi primer consejo, si deciden leer “Guerra y paz”, que sea de un volumen que tenga al menos unas 1.500 páginas (la paginación cambia con el tamaño y el tipo de la letra y en el volumen que leí finalmente la letra tenía un buen tamaño, de ahí su duración) o si no tengan por seguro que se van a perder cosas y probablemente se encuentren con un final distinto.



“Guerra y paz” puede ser tomado como una novela histórica, pues sus personajes de ficción se sitúan en un entorno que existió realmente, en este caso las guerras de la Francia de Napoleón contra la Rusia del zar Alejandro I entre 1805 y 1812. Unas guerras que empezó ganando el emperador galo y que terminaron siendo su perdición y el principio del fin de su reinado, al perder muchos hombres y moral en una campaña en terreno ruso que no sirvió para mucho, al estilo de lo que le pasaría apenas siglo y medio más tarde a Hitler, cuando la resistencia rusa y su crudo invierno le jugaron la misma pasada que a Bonaparte. Es en ese ambiente en el que se desarrolla la vida de Pierre Bezújov y Andrei Bolkonski, dos amigos que tienen en común la búsqueda de un sentido para sus vidas y el interés por Natasha Rostov, una jovencita de carácter impulsivo y con un gusto por la vida que contrasta muy mucho con el taciturno Pierre y el desnortado Andrei, anclados en el desconcierto y el pesimismo acerca de su futuro. Todos ellos sufrirán la guerra y sus consecuencias, que acabarán cambiando su percepción sobre la vida y sus circunstancias personales, al igual que el rosario de personajes que se van sucediendo a lo largo de las páginas creadas por Tolstói, que incluso da voz al mismísimo Napoleón, pintándole como un individuo menos genial de lo que ha quedado para la Historia. Y es que la Historia, así con mayúsculas, es algo que interesa vivamente al autor y durante la narración intercala varios momentos en los que reflexiona sobre los acontecimientos y sobre las causas que lo crearon. Finalmente la lección que nos deja es que hay causas que escapan a nuestro conocimiento porque el ser humano solo actúa con mayor libertad cuando lo hace para sí mismo, pues los intereses de los demás lo mediatizan más de lo que está dispuesto a admitir y para ello nos muestra los actos de determinados líderes militares y políticos más como consecuencia de una corriente que les supera (para Tolstói es imposible que una batalla salga como se planifica sobre el mapa, pues es utópico que un montón de soldados ejecuten a la perfección y en el tiempo requerido todas las órdenes) y contra la que no pueden hacer nada. Lo que solemos llamar las “cosas de la vida” a las que ninguno escapamos y tampoco lo hacen los personajes de la novela. Una novela que empieza con unos nobles rusos hablando en francés, por considerarlo un toque de elegancia y distinción (como hace siglos algunos metían citas en latín en sus discursos y hoy otros lo hacen con el inglés sin ser su lengua natal, por puro esnobismo y por darse importancia), con admiradores y detractores de lo que hace Napoleón, antes de que éste se abalance sobre su país, con otros rusos que idolatran la figura del Zar y que están dispuestos a morir si Su Majestad se lo ordena y los de más allá, que se limitan a vivir como buenamente pueden.
 
 
Tolstói construye una narración compuesta de momentos de lo más variopinto, que van de los registros de la novela decimonónica más amable (la descripción de las familias protagonistas, todas ellas de la alta sociedad y sus intereses amorosos o económicos en las relaciones personales) a la más cruda (las partes dedicadas a las batallas, donde la violencia y el caos campan a sus anchas y donde la gloria consiste básicamente en no morir, mostrando el sinsentido de unas peleas que se suceden de forma inevitable, como si fueran chaparrones caídos del cielo). Todo ello lo ilustra con instantes que van de los tiernos (todos en los que están envueltos los sentimientos mutuos de Pierre, Andrei y Natasha) a los perturbadores (aún recuerdo una escena de linchamiento popular que me dejó mal cuerpo para el resto del día en que la leí). Pero ante todo, lo que hace especial a “Guerra y paz” es que es uno de esos libros que se convierten en todo un viaje para el que los lee, que no son un mero pasatiempo para echar el rato, sino que al tiempo que te cuentan una serie de hechos te están hablando directamente de cómo funciona la vida, del modo en el que lo hacen las grandes obras que trascienden el momento en el que fueron escritas y que se mantienen siempre nuevas, aunque la época y los usos sociales que retraten hayan quedado atrás. El propio escritor da un salto adelante en el tramo final y nos ofrece una visión de los personajes principales ya en 1820, años más tarde de aquellas guerras, cuando la vida de ellos y algunos de sus pensamientos han mudado con el tiempo. Resulta curioso el leer esa parte, porque uno puede pensar que la novela podría seguir, que se plantean situaciones que podrían ser exploradas en capítulos sucesivos, pero Tolstói detiene ahí  la narración y se reserva las últimas páginas para hacer un pequeño ensayo  de tono filosófico sobre la época y las circunstancias de las que ha hablado en la novela, como si un director de cine apareciera en los últimos minutos de su película, dejando los personajes a un lado para contar al público lo que pretendía mostrar y el contexto de su historia. No es sorprendente esa aparición final, porque a lo largo de “Guerra y paz” se intercalan apartes en los que el escritor reflexiona en primera persona sobre la realidad, como si quisiera dar a la novela un sentido de crónica, de algo vivo que escapa a las cómodas fronteras de la ficción y de lo inventado. Un detalle más de lo especial de una obra que merece la fama que tiene. Ahora siento la curiosidad de ver alguna de las adaptaciones que se han hecho al cine y la televisión, siendo la más clásica una película de los años 50 protagonizada por Henry Fonda, Mel Ferrer y Audrey Hepburn y la más reciente una miniserie de la BBC. Aunque creo que me daré un tiempo antes de verlas, pues como sucede después de un viaje intenso, el cuerpo pide cambiar el tercio para asimilar lo vivido. Y como lo peor que se puede hacer es ver las fotos del viaje nada más terminarlo, porque nada tiene el color de lo experimentado hasta que el tiempo te da perspectiva, esperaré a ver estas adaptaciones cuando deje de tener tan presente mi visión de la historia, que me haría encontrar los defectos en casi todo.






Leer “Guerra y paz” era uno de mis retos literarios, que finalmente he cumplido. Para el futuro tengo como objetivo ponerme ante los ojos otras de esas obras cumbre que la gente (eruditos incluidos) ha leído mucho menos de lo que dicen, como las dos partes del Quijote cervantino (en su día leí la primera y apenas la recuerdo ya) y los siete volúmenes de “En busca del tiempo perdido” de Marcel Proust. Eso ya será cuando sienta la llamada interior que me diga que es momento de hacerlo, cuando me venga “el cuarto de hora”.

2 comentarios:

  1. Felicidades por conseguir el reto. El libro que más largo me he leído fue "Los Pilares del Tierra", edición bolsillo, de 1040 pág. Con la letra pequeña que casi tenía que usar una lupa! Pero mereció la pena. "Guerra y Paz", algún día me lo leeré, aunque de momento me da bastante pereza. Este verano quiero leer todo lo que pueda. Es algo que tengo pendiente!

    Un beso!

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    1. Yo he pensado para el verano cubrir alguna otra de estas etapas de reto literario y el Quijote me está rondando bastante la cabeza, así que no descarto echarle un ojo cuando llegue la canícula. Ya lo iré contando por aquí.

      Un beso y que leas mucho y bien

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