lunes, 18 de mayo de 2015

Las señales de la atracción

Creo que es algo universal el haber intentado al menos una vez ligar con otra persona, algo que no entiende de nacionalidades, razas, culturas o sexos, pues responde a un instinto de reproducción para la conservación de la especie que todos llevamos dentro. Un instinto que nos lleva a sentirnos atraídos por otros y que, aunque le demos un matiz más intelectual o más elevado, no deja de ser un impulso primario que con suerte nos puede llevar a algo más elaborado. De este modo, hasta la conversación más nimia puede tener connotaciones de deseo, como muy bien reflejaba Woody Allen en esta escena de "Annie Hall", donde los subtítulos dejaban claro en lo que pensaban realmente los personajes.




Estas conversaciones pueden ser el inicio de algo bonito si el entendimiento prospera o pueden ser el preludio de un momento incómodo y hasta desagradable si no hay chispa más que por una de las partes y se equivoca en sus apreciaciones de la otra. Sobre este respecto, hace unos días leí un texto que les adjunto a continuación.



"Existen tantas estrategias diferentes para ligar que es como si cada persona hablase un idioma distinto: no hay quien se entienda. Algunos investigadores se dedican a ahondar en el intrincado lenguaje del flirteo para arrojar un poco de luz.


Chica conoce a chico. Chico se fija en chica. Chica es simpática con chico. Chico cree que ella está ligando con él. Chica termina por decirle no. Al chico le extraña. Seguramente, esta secuencia de acontecimientos le ha pasado a todo hijo de vecino. En un bar nocturno, en el trabajo o con un amigo de toda la vida. Y que nadie se ofusque: también ocurre al revés.

Los rechazos son duros, pero cuando ha habido un malentendido previo, el chasco resulta aún mayor. "Pero si parecía que le gustaba...". Pues no. La raíz del problema no se encuentra en la actitud de los hombres ni en la mente de las mujeres. Ambos sexos comparten responsabilidad: a la hora de ligar, no siempre se entienden.

"Somos muy malos detectando si otros están ligando con nosotros", asegura Jeffrey Hall, un investigador en comunicación de la Universidad de Kansas. Hall se dedica desde hace años a estudiar los comportamientos que adoptan las personas a la hora de ligar y cómo son interpretados por el objeto de su deseo. Según sus trabajos, cada uno desarrolla su propia táctica para acercarse al otro y enviarle señales, en función de su personalidad e intenciones.

Cinco estilos a la hora de ligar

A pesar de la variedad, Hall ha diferenciado cinco estilos generales que engloban todos los demás: el físico (se basa únicamente en el lenguaje corporal), el educado (con gestos correctos y nulo contenido sexual en la conversación), el jugueteo (nada de romance, solo se hace por diversión), el sincero (establece una profunda conexión emocional) y el tradicional (el hombre da el primer paso). Si tienes curiosidad por saber cuál es el tuyo, puedes rellenar un cuestionario.

En su estudio más reciente, Hall ha ido un paso más allá, relacionando la comunicación verbal y la no verbal con cada una de las tácticas. Para su análisis, ha realizado un experimento muy parecido a otro que lleva tiempo rondando por la Red. Circula la teoría de que si dos desconocidos hablan lo suficiente y de los temas adecuados, pueden enamorarse en un solo encuentro. Según los resultados que ha obtenido Hall, no parece tan fácil.

Observó el comportamiento de 51 parejas de personas heterosexuales que no se conocían previamente, pidiéndoles que rellenasen antes un test parecido al que te hemos propuesto más arriba. Tenían que charlar durante unos 10 minutos mientras les grababan. Además, disponían de tarjetas con preguntas que les ayudarían a conocer mejor al otro y mantener una conversación fluida.

Después de disfrutar (o sufrir) de este tiempo en compañía, tenían que determinar el grado de atracción que habían sentido por su pareja de experimento. Hall y su equipo revisaron los test iniciales, los vídeos y las valoraciones finales. Consideraron 36 estrategias de expresión verbal - hacer cumplidos, preguntar o revelar información - y no verbal - cruce de piernas, contacto con las manos o jugar con objetos.

Como es evidente, los que tenían un estilo sincero reían más exageradamente y mostraban interés de forma más abierta. Los tradicionales actuaban con recato. Los educados eran los más discretos, tanto que "este tipo de flirteo no es obvio para la persona por la que sienten atraídos", dice Hall. Así difícilmente iban a comerse un colín. Por su parte, los que dejaban relucir su supuesto amor solo con su lenguaje corporal se volvían sumamente tímidos en las distancias cortas porque "no se sienten cómodos". Son más de exhibirse, como un cuadro.

Cada persona, un estilo

Fuera cual fuera la estrategia, los investigadores llegaron a la conclusión de que, a la hora de ligar, la mayoría de las personas son bastantes sutiles y cada uno actúa de una manera. Por eso, porque existe tanta variedad, el entendimiento resulta difícil: a veces ni nos percatamos de que nos están tirando los tejos y otras nos equivocamos al asumirlo. Es como si todos y cada uno de los habitantes del planeta hablara un lenguaje distinto y trataran de comunicarse entre ellos.

Existen además otras teorías que explican esta aparentemente eterna incomprensión. Una, denominada de la 'gestión errónea', echa la culpa a la naturaleza. La evolución ha llevado a los hombres a sobreestimar cada oportunidad de transferir sus genes para no perder ninguna: mejor subirse a todos los trenes que pasar por alto el bueno. Para su desgracia, las mujeres han desarrollado la estrategia contraria: son despistadas (o se lo hacen), y así no se lanzan a los brazos del primero que pase arriesgando el bienestar de sus futuros hijos.

La segunda hipótesis señala a las normas sociales como responsables: en aquellos sitios donde existe menos igualdad de género, las malinterpretaciones son mayores entre los hombres; mientras que, en lugares con una cultura igualitaria, ambos sexos suelen equivocarse por igual. No obstante, un reciente trabajo de investigadores de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Noruega demuestra que esta asunción no se cumple.

Han simulado un estudio realizado en Estados Unidos, pero esta vez en el país escandinavo, donde los ciudadanos son más liberales en sus relaciones entre sexos. Han preguntado a 308 estudiantes si en alguna ocasión habían malinterpretado sus intenciones. El 88% de las féminas afirmaba que les había pasado al menos una vez, frente al 70,6% de los hombres, unas cifras muy parecidas a las del experimento estadounidense (90 y 70, respectivamente). Según los resultados, la cultura no influye en los malentendidos.

La mala noticia es que que estamos condenados a no entender los gestos del otro en lo que a ligar se refiere; la buena es que "somos buenísimos entendiendo que la otra persona no muestra el menor interés", afirma Hall. Las medias tintas y las sutilezas nos confunden."

http://www.msn.com/es-us/estilo-de-vida/relaciones/perdona-¿estás-ligando-conmigo/ar-BBigCHD

Siempre se dice que somos los hombres los que le tiramos la caña a todo lo que se mueve y es un tópico al que no le faltan razones. Yo mismo me siento atraído por varias mujeres a lo largo de un día, solo por su apariencia física, sin saber nada de ellas y si tuviera la posibilidad de ligar con ellas lo intentaría. Sin embargo, luego puede suceder que el atractivo esconda la nada y se pierda el interés inicial o que yo siga interesado y ellas no y al no decirme nada tampoco me llegue a enterar. Así me ha pasado varias veces que he descubierto demasiado tarde que había mujeres que me aguantaban más por misericordia que por gustarles y también que había mujeres a las que yo gustaba y parecían tratarme con indiferencia, más por timidez que por desprecio, como cuando en el colegio las chicas se ríen por los nervios de aquel que les gusta y éste cree que se están burlando de él. O cuando el niño decide tocarle las narices a aquella que le gusta, quizá para llamar la atención y pedir su cariño, porque cree que no se fija en él, como bien refleja el inicio de la película "¿Qué les pasa a los hombres?". Una actuación que muchos hombres repiten ya de adultos, porque siguen siendo esos críos que no saben gestionar sus sentimientos.


Está claro que los humanos parecemos destinados a confundirnos mutuamente, no somos tan primarios como los animales, que dan a conocer enseguida cuando están en celo y hacen lo que tienen que hacer. Sin embargo, siempre nos queda la pequeña magia de los detalles, tan disfrutables cuando se ponen de nuestra parte y tan melancólicos cuando empiezan a formar parte del recuerdo de una relación que se apaga. Cuando el abrazo pasa a ser un encuentro de dos cuerpos que se alejan mientras antes buscaban encontrarse, cuando antes apretaba tu mano cuando le agarrabas la suya y ahora la deja muerta, a la espera de que la sueltes. Cuando antes te comentaba hasta el menor detalle de lo que había hecho y ahora la conversación se hace incómoda por tantas cosas no dichas que se han podrido sin ser comentadas o cuando las visitas, que eran ocasiones especiales, se han convertido en obligaciones que cumplimentar, como el pago de impuestos. Ahí las señales son claras de que la relación se ha ido marchitando y te acuerdas del final de otra película, en este caso "500 días juntos", que habla de forma muy interesante sobre la primavera y el otoño del amor.


Y como evidencia la película, la atracción nace y muere todo el rato, afectándonos a todos varias veces, como actores de una historia tan antigua como el ser humano. Y como historia humana está condenada a repetirse una y otra vez, así que más vale no renunciar a ella y disfrutarla.

3 comentarios:

  1. Hola!

    Estupendísimo post! Estoy muy de acuerdo con lo que dices. Poco puedo decir, porque ya lo has dicho todo. :D

    Saludos!

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  2. Una entrada de lo más curiosa. El mundo del filtreo es de lo más variopinto. Me encanta saber este tipo de cosas. La peícula "500 días juntos", me resultó algo lenta y no la pude acabar de ver.

    Un saludo!

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    Respuestas
    1. A mí esa película me encantó y la tengo en casa, de vez en cuando veo trozos que me gustan para recordar momentos muy logrados que tiene para representar diversas ideas, como el de "ilusiones/realidad", que me ha pasado montones de veces. Lo peor de la peli son los amigos del prota, que son meros fantasmas supuestamente graciosos y el desorden narrativo, los saltos de tiempo no le hacen mucho favor a la peli, en orden lineal hubiera sido una maravilla.

      Gracias por leerme, un saludete

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