jueves, 30 de octubre de 2014

"Masters of Sex". Estudios sobre la naturaleza humana



En los últimos años las series de televisión han superado a las películas de cine a la hora de convertirse en fenómenos culturales de masas y hoy es más fácil encontrar legiones de seguidores de tal o cual serie que de la mayoría de películas que llegan a los cines. Las series tenían el lastre cultural de ser distracciones a veces muy simples y vulgares para un gran público poco exigente, a la manera en la que hoy lo son los realities, pero desde hace años ha habido un incremento de la audacia narrativa que ha facilitado este “boom”. De este modo, hay gente que dedica horas cada día a ver capítulos de diversas series, para tratar de no perderse nada de lo bueno que pueda surgir, que puede aparecer en el primer capítulo o puede tardar algo más. Por ello, muchas veces se dice que en tal o cual serie hay que ver varios capítulos para engancharse o que la segunda temporada es mejor que la primera y que hay que darle un margen al producto, algo en lo que yo no participo. Yo soy de los que se acercan a las series un tiempo después de que hayan aparecido, cuando la trama me interesa y cuando he oído opiniones fiables sobre ella. Y me gusta también verlas del tirón y dedicarlas toda mi atención, del mismo modo que suelo leer un libro y no varios a la vez, porque al final de probar de tantos lados acabas por no disfrutar de ninguno. En los libros siempre me fijo en la primera página y si consigue atraer mi atención ese libro me gustará, si no es así, ya puede estar bien considerado que no me cambiará la vida, algo que se repite en las series. Todas las series que me han gustado lo han hecho desde el principio y con esas son con las que me quedo, no tengo tiempo ni ganas de ver series que mejoran con el tiempo. Y una de las que me ha gustado desde el primer episodio es de la que voy a hablar a continuación, “Masters of Sex”.

  
La serie se centra en las figuras del ginecólogo William Masters (Michael Sheen) y la psicóloga Virginia Johnson (Lizzy Caplan), cuyos estudios sobre la sexualidad a mediados de los 60 cambiaron el modo de ver las relaciones de pareja en la sociedad estadounidense de la época. Juntos estudiaron la respuesta sexual humana, realizando un exhaustivo estudio en el que participaron diferentes parejas y tras su observación y análisis de los datos obtenidos de los encuentros sexuales de las personas que participaron en el estudio, diferenciaron 5 fases en la respuesta sexual humana: deseo, excitación, meseta, orgasmo y resolución.



Masters y Johnson se conocieron en 1957 y desde entonces formaron un equipo de trabajo altamente curioso y prolífico. Publicaron “La respuesta sexual humana” (1966), “Incompatibilidad sexual humana” (1970) y “El vínculo del placer” (1975), obras fundamentales de la sexología y base de otras investigaciones posteriores. Sus trabajos acabaron uniéndoles más allá de lo profesional y terminaron siendo también pareja sentimental.


Es inevitable que venga a la cabeza “Mad Men” cuando uno ve “Masters of Sex”, pues cambia el mundo de la publicidad por el de un estudio sobre sexualidad pero se mantienen algunas características. La acción se desarrolla en una época similar (aquí empieza a finales de los 50 y principios de los 60, por ello la estética es muy parecida) y se mantienen las reflexiones sobre el papel de los hombres y las mujeres en aquellos tiempos. De unos hombres al cargo de la sociedad, que no sabían o no les interesaba lo que les sucedía las mujeres y de cómo las mujeres eran educadas para ser buenas esposas y madres y aquellas que no encajaban en el molde lo pasaban bastante mal. 

 
El doctor Masters es un hombre de una psicología bastante compleja y está casado con una mujer de catálogo, rubia, guapa y hacendosa, de las que nunca dicen una palabra más alta que otra y que parecen no reaccionar a ninguno de los problemas que las acechan, incluida la lejanía emocional de su marido. La que se sale de lo común es Virginia Johnson, mujer divorciada, con dos hijos a su cargo y a la que no le asusta participar en un estudio sobre sexualidad ni teme ser considerada una libertina por hacerlo. Una pionera en un momento en el que esas cuestiones eran cosas de las que era mejor no hablar por considerarlas sucias e inmorales y que acabará atrayendo vivamente la atención de Masters. Así, ambos explorarán las características del sexo en hombres y mujeres, la excitación, el orgasmo, las disfunciones y demás respuestas corporales, llegando a conclusiones que hoy son el pan nuestro de cada día y que entonces eran prácticamente desconocidas. Todo ello mientras entre ambos se va construyendo una atracción que ninguno podrá negar, aunque a veces se disfrace de celo profesional.

 

Todo el reparto cumple adecuadamente con su labor, destacando especialmente una Lizzy Caplan que hasta ahora se había tenido que conformar con pequeños papeles en películas y series y que encuentra la oportunidad de lucir su potencial como esa Virginia Johnson adelantada a su tiempo. Con sencillez y sin grandes alardes, Caplan compone un personaje que acaba siendo el motor de la serie, el impulsor de las acciones de Masters y del interés de las tramas. Ella es la gran mujer tras un Masters (bien encarnado por Michael Sheen, especializado en dar vida a personajes reales, como ya hiciera con Tony Blair en “The Queen”, el periodista David Frost en “Frost contra Nixon” y el entrenador de fútbol Brian Clough en “The damned united”, aunque aquí el parecido físico con el Masters real es nulo) que responde al modelo clásico masculino de ser bastante cerrado y enigmático respecto a sus sentimientos y del que iremos descubriendo detalles poco a poco, en una suerte de inversión de papeles en la que el doctor se convertirá también en objeto de estudio.



Si algo se le puede reprochar a “Masters of Sex” es que recuerda a “Mad Men” y en la comparación sale perdiendo, porque la serie de los publicistas de la avenida Madison es una obra maestra y una memorable exploración de la psicología humana. No obstante, esta serie sobre las peripecias de Masters y Johnson tiene un indudable interés y puede resultar más accesible para aquellos a los que “Mad Men” les parezca demasiado existencialista. Si el primer capítulo consigue llamar su atención seguro que seguirán adelante con ella.


5 comentarios:

  1. Vamos desde luego que es una gemela a mad men...no hay más que ver esa última foto. Yo tengo un problema y es que todas las series me acaban aburriendo salvo las de humor y capítulos cortos. O las que tienen un final y no se alargan en mil temporadas. Empecé a ver Mad Men y no pasé de la cuarta temporada, me gustó desde el principio pero es que luego ya se me hacía cansina, episiodios demasiado largos y me quedaba dormida. Sin embargo me vi Sexo en NY, dos hombres y medio, modern family...supongo que esas son las series tontas de entretenimiento. Sin embargo vi Broadchurch entera. Porque sabía que tenía un final a corto plazo, que no iban a ponder enrevesar la serie hasta hacerla interminable como han hecho con absolutamente todas las series que tenían audiencia, hasta acabar con un final penoso y decepcionante.

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    1. Jajaja, a mí me pasa lo contrario, cuando veo esas series que buscan atraer la atención del espectador con giros imposibles de guión empieza a entrarme un cansancio interior que me hace decir que no, así nunca he visto ni creo que vea cosas como "Perdidos"o "Homeland".

      Las series de entretenimiento puedo disfrutarlas, pero no me llenan como para seguirlas con atención, yo les busco algo más de chicha. Que me identifique con alguno de los personajes, que sienta reflejadas algunas cosas que percibo de mí mismo y de lo que me rodea, da igual que sea una comedia o un drama. Que el proceso sea lo interesante, no tanto el final de la historia

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  2. Me pasa lo mismo con las series, prefiero verlas en plan maratón y a mi ritmo. Tuve que seguir la última temporada de Breaking Bad según salían los episodios después de verla a mi bola y fue un suplicio.

    Esta de la que hablas hoy no me llama mucho, pero si la pillase por la tele alguna vez quizá la vería, por Lizzy Caplan. Me gusta desde que la vi en Chicas malas, pero es verdad que no se ha prodigado mucho. Le pasa algo parecido a Krysten Ritter, que también me gusta mucho y tiene un estilo similar a Lizzy Caplan.

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    1. A Lizzy Caplan la conocí en la serie "New Girl" (uno de esos entretenimientos de los que hablaba en el anterior comentario), donde hizo una aparición para unos capítulos y me llamó mucho la atención, me gustó el rollo que transmitía y me quedé con ganas de más. Luego ya supe de la existencia de esta otra serie y de que ella era una de las protagonistas y a por ella me lancé y ya desde el primer capítulo la serie captó mi interés, a la espera ando de que hagan más temporadas

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  3. Es una serie única, la narrativa es excelente. Considero que es una de las series más innovadoras,pues nunca se había abordado un tema similar en alguna miniserie, el canal tomó un riesgo y el éxito de la serie demuestra que fue una excelente decisión. Se acaba de estrenar la cuarta temporada de Masters of Sexy estoy segura que seguiremos disfrutando aún más que como lo hicimos en las tres temporadas anteriores. Estoy segura que será una gran producción.

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