martes, 9 de abril de 2013

Quejumbrosos y quejicas

"Si tu mal tiene remedio ¿por qué te quejas?. Si no lo tiene ¿por qué te quejas?" (Proverbio oriental)

Hoy les quiero hablar sobre esa gente que se dedica a sembrar el mal rollo allá por donde pasa. De aquellos que gustan en sacar de quicio a aquellos que les rodean y les quieren con su carácter caprichoso e infantil. Me estoy refiriendo a los quejumbrosos o quejicas, esa gente que todos hemos sido en alguna ocasión y a la que todos hemos tenido que soportar alguna vez.

Ese tipo de personas se caracterizan por desdeñar todo aquello que ven a su alrededor, para ellos todo está mal y todo el mundo es idiota menos ellos mismos. Se quejan de todo lo que tienen que aguantar a diario, pero nunca se dan cuenta de lo que los que conviven con ellos deben aguantar por su parte.

Un servidor se ha cruzado con algunos de estos ejemplares y siempre ha procurado evitarlos en la medida de lo posible. Incluso cuando estás a buenas con ellos, su negatividad ante todo acaba contagiándote y tú mismo acabas siendo de los suyos. Se dice que la negatividad atrae todo lo malo que te sucede y estoy de acuerdo con ello, al final recogemos lo que sembramos.

En el ámbito laboral he tenido la oportunidad de coincidir también con estos quejicas, que llegan a primera hora lamentándose de la porquería de trabajo que hacen y del sitio de mierda que les ha tocado. Se meten con el jefe, con sus compañeros y hasta con sus presuntos amigos cuando éstos no están delante. Todo el mundo es imbécil menos ellos, que están reservados para metas mayores que por supuesto nunca van a lograr.

No es que desdeñe el poder de la queja, en absoluto. Muchas veces es necesario quejarse para lograr que algo cambie e incluso cuando no puede ser así, la queja tiene algo de terapéutico. En situaciones en las que nos hallamos impotentes, quejarse algo puede venir hasta bien, como una especie de alivio. Pero de ahí a practicar lo que los quejumbrosos o quejicas hacen como modo de vida hay mucha diferencia.

Quejarse de todo y sembrar el mal humor pocas veces es la solución, lo sé por experiencia propia y ajena. Siendo más joven yo era más quejica que ahora y me agriaba constantemente con muchas de las cosas malas que me sucedían. Diversas circunstancias me han cambiado la visión de ciertas cosas y no echo para nada en falta aquella época de odiar al mundo, trato de aceptar las cosas malas que a veces me pasan como parte de la vida. Si alguna vez me descubro pasándome de quejica me digo "ya basta, deja de hacer el idiota".

Hay días en los que nos levantamos y no estamos para nadie, en los que nos sentimos peleados con la vida y tenemos ganas de quejarnos de todo, hasta de la salida del Sol. Pero incluso en esos momentos tan grises hay que saber buscar la parte positiva.

10 comentarios:

  1. Yo he sido algo quejica pero se me ha ido quitando, eso sí lo que no soporto es la gente tan negativa. Mira que yo de positiva tengo tanto como el Papa de Gigoló pero tampoco estoy todo el día echando pestes contra todo y todos, así que cuando se acerca a mi una persona de esas trato de que cambie su tema de conversación si aún así sigue...procuro alejarme con cualquier excusa porque sino acabo perdiendo los estribos.

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    1. Me pasa algo similar, yo no soy un optimista ingenuo, pero aún así procuro no convertirme en uno de estos cascarrabias, que los extremos no suelen ser buenos. La verdad es me parece triste vivir para quejarse, porque cosas para quejarse nunca faltan, pero no salir de ahí es un círculo vicioso que no trae nada bueno

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  2. Totalmente deacuerdo. Hay quejicas profesionales.
    Gente que lo ve todo negro. Y que también se les puede llamar vampiros de energia porque es ponerte a su lado y terminar sin fuerzas.
    Pero los que mas rabia me dan son los que habitan en los trabajos, que yo llamo calienta personal.
    Ellos se queja, tu les escuchas te indignas , haces algo por cambiar la situación, eso en el mejor de los casos, porque yo me he visto montando un cirio por algo injusto que a mi no me afectaba directamente y esas personas entonces mirar para otro lado.
    Por suerte ya no entro en su juego. Porque yo no se quejarme sin mas siempre actuó. Y moverme para los que nunca actúan ni dan la cara solo se quejan de puro vició pues como que no.

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    1. Es curioso como ese tipo de gente prolifera en el ámbito laboral, he visto a muchos de ellos, serviles con el jefe y que empiezan con la retahíla cuando el que manda no les ve.

      Las quejas son sublimaciones de sus frustraciones personales, no solo laborales y la queja es lo que les da oxígeno. En el fondo lo que desean es quejarse y por ello hay que hacerles el caso justo, no dejarse llevar por un juego que te va a dar más mal que bien

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  3. Estoy muy de acuerdo contigo. Sin embargo, a veces peco de quejica. Sobre todo cuando tengo que hacer algo por obligación y no me siento del todo cómoda. Lo hago medio "en coña", pero lo hago. Y es verdad que la mayoría de veces los que están a mi alrededor me dan la razón (es decir, se lo contagio). Pero no es algo que haga exageradamente ni con mucha frecuencia. Espero ir haciéndolo cada vez menos (porque espero, también, que cada vez tenga que hacer menos cosas que no me gustan). Quizás soy una ilusa...

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    1. Es curioso el efecto contagio del malrrollismo, lo rápido que se transmite. Hay cosas injustas de las que hay que quejarse y todos tenemos días atravesados en los que somos los más cascarrabias, pero hay que luchar para no ser devorados por ello, que sin apenas darnos cuenta acabemos teniendo a la queja como energía vital

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  4. Hay gente que simplemente está amargada y ya está, puede que incluso conociendo sus motivos entiendas por qué son así. Lo chungo es cuando te encuentras con un pesado. También hay pesados optimistas que resultan igualmente irritantes. Yo diría que son incluso peores, porque como se les ve buen fondo ni siquiera puedes cagarte en su estampa a gusto.

    Yo me quejo mucho, pero normalmente con intención de hacer reír. Sea como sea, para mí una de las peores frases del mundo es "No te quejes".

    Quedarse con la mala leche dentro es peor aún.

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    1. Eso me recuerda a la película "Happy, un cuento sobre la felicidad", que la protagonista al principio parece hasta boba con su felicidad a prueba de bombas y le ponen de contrapunto a un amargado. Es en su convivencia cuando ves que ambos han escogido ser así, saben lo que es la vida, pero uno ha escogido reñir y la otra reír.

      También creo en eso de que a veces hay que desahogar la mala leche, que hasta nos deja aliviados. Pero mejor quejarse con moderación, no quedarnos atrapados en esas arenas movedizas

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  5. Yo suelo hacerme la quejica medio en broma medio en serio, y cuando es medio en broma (que es la mayoría de veces), siempre lo hago para dar juego y al final acabar robando alguna que otra sonrisa. Vale, sí, también me arriesgo a que alguna que otra vez me manden lejos.

    Pero eso sí, cuando hay que quejarse por y para conseguir algo en beneficio mío, ahí estoy la primera.

    Un abrazo.

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    1. Ver quejarse a alguien de algo que nosotros hemos sentido también puede ser gracioso, por la identificación, porque eso también nos ha pasado. Por eso quejarse puede estar bien si se sabe hacer en la medida apropiada y ser divertido si se da el toque adecuado, a todos nos pasa que podemos reírnos de las quejas de alguien incluso si la otra persona no está de broma, por la forma en las que las expresa

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