Ella está sentada en su ordenador, escribiendo cosas, con la pantalla algo inclinada hacia su lado, para que el compañero de al lado no pueda curiosear. Fuera hace frío pero la temperatura es más agradable dentro de la redacción, así que a ella le vale con llevar una camiseta ancha, que le deja un hombro al descubierto. Un hombro de piel bronceada, como el resto de su tez, que recuerda al Sol en un lugar en el que nunca entran los rayos del Astro Rey y la iluminación viene de las bombillas. Un sitio en el que el tiempo no parece avanzar y las horas pasan sin que se sepa qué sucede fuera, en la sede de un medio de comunicación que cuenta lo que pasa en el mundo.
Esa muchacha lo tiene fascinado y no solamente por lo obvio. Ella es muy bella y tiene un bonito cuerpo, se sabe deseada en un entorno dominado por hombres y sin embargo parece desdeñarlos a todos.
Hay muchas chicas como ella que empiezan desde abajo y su belleza les hace subir escalafones, aumenta su presencia y la importancia de su trabajo por parte de unos jefes que saben que la belleza vende. Pasan de becarias a presentadoras o reporteras estrella y lo dejan con sus novios de toda la vida, en una relación que no puede soportar los vaivenes de la fama llegada de repente. Internet arde en capturas de sus apariciones y comentarios sobre lo bien que está la muchacha y empieza a ser invitada a fiestas de todo tipo, donde se relaciona con famosos de diverso pelaje. Los futbolistas de éxito o los empresarios son los grandes admiradores de estas chicas a las que no tardan en convertir en parejas por el poder de fascinación del oropel. La prensa rosa da buena cuenta de sus amoríos y sabemos hasta el lugar donde van a comprar la verdura. Quizá haya una boda por todo lo alto y después hijos y quizá el abandono de la profesión y alguna eventual participación en programas televisivos. Quizá haya una ruptura y puedan vivir durante años por haber sido "novia de..." en apariciones televisivas. Pero ella no era ninguna de esas chicas.
Ella entra y sale todos los días de la redacción con un libro bajo el brazo, un libro que va cambiando de tamaño y forma, que no es un libro de esos que se leen durante años porque se llevan por si acaso entran las ganas de leer. A ella le gusta la buena literatura, el libro nunca es el bestseller de turno, la mayoría de autores solo resultan familiares a los acostumbrados a la lectura regular y exhaustiva. Su actitud es simpática y agradable, pero no pierde el tiempo hablando con la gente de alrededor, siempre se la ve concentrada en su trabajo o lo que quiera que esté haciendo. Nunca sabes qué es lo que piensa realmente, es de esas personas que solo dice una parte de lo que les pasa por la cabeza, puede que incluso no sean más que convenciones sociales para quedar bien y notas que hay algo que no sale a la superficie. Ella parece destinada a hacer un tipo de trabajo muy diferente al que desempeña, parece estar ahí más por necesidad que por vocación, intuyes a una chica con intereses que contradicen su apariencia tópica de tía buena.
A veces escucha que la critican. Mujeres y hombres que dicen que tiene el pecho pequeño, que su culo empieza a caerse para lo joven que está, que tiene los brazos un poco fofos. Lo que no dicen es que ellas envidian la atracción que suscita entre los hombres y envidian no pocas cosas de su físico y ellos no admiten sentirse frustrados por no poder acceder a una chica guapa que no les ríe sus gracias.
Un día el contrato de la chica se termina y se marcha de la empresa, que recluta a otra periodista de prácticas, menos guapa y que se hace con la simpatía de toda la redacción desde el primer momento. Él no vuelve a saber nada de ella hasta pasado un tiempo. Mira distraídamente la televisión pasando los canales sin detenerse en ninguno, buscando algo más complejo que la programación televisiva, algo que le conecte con el mundo y de repente la ve. Como si de una aparición se tratara, ella vuelve a estar ante sus ojos cuando apenas unos días atrás se preguntaba qué habría sido de aquella chica.
Allí está sentada en una mesa de informativos, presentando las noticias del día en uno de esos canales que se dedican a informar durante las 24 horas del día. Se queda un rato viéndola y se siente extraño, alegre por volver a verla, pero triste por tenerla al otro lado de la pantalla, tan lejos de donde estaba acostumbrado a verla. La sigue viendo durante unos días hasta que decide no volver a ese canal. Siente esa extraña intimidad que notamos cuando nos sentimos cerca de gente a la que ni conocemos, algo próximo a esa adoración ciega por los famosos que sienten algunas personas, a esa familiaridad que sienten cuando los ven como si los conocieran de toda la vida por lo que han leído en las revistas, aunque los famosos ni saben de su existencia.
Pasa más tiempo y vuelve a verla, esta vez en las páginas de un periódico. Ella acaba de lograr la segunda posición de un prestigioso premio literario, un hecho que sorprende a propios y extraños. Lo hace con una novela en la que habla de las relaciones humanas y no tardan en caerle las críticas desde los sectores especializados, que denuncian la prostitución de un premio que da reconocimientos a presentadoras de televisión para dar que hablar en lugar de evaluar la calidad literaria. Nadie ha leído el libro, pero eso no es obstáculo para criticar, como tantas críticas que nacen del desconocimiento. Ella da entrevistas a periódicos y revistas de todo tipo, posa con caros vestidos en publicaciones dirigidas a mujeres y se muestra erudita en las más literarias. Gracias a esas entrevistas, él sabe más de ella y descubre que le gustan las comedias románticas y el cine más sesudo, le divierten las dinámicas humanas que crean los reality shows y le gusta leer libros de autores poco vistos.
En la redacción hablan de su éxito y vuelven las envidias y las rencillas poco ocultas, mientras otros cambian de opinión y la ven con otros ojos, dejan de tomarla por un trozo de carne sin cerebro. Él decide que va a dejar de mirar los toros desde la barrera y va a tomar la iniciativa. Se pone en contacto con la editorial que publica el libro y solicita una entrevista. Sabe que esa entrevista nunca será publicada porque él se dedica a pasar a limpio notas de prensa. Es un mero mecánico de la cadena de producción, pero tampoco pretende otra cosa, quiere hablar con ella de una vez.
La cita es en una cafetería donde unos pocos parroquianos reparan en ella, les debe sonar de verla en las noticias. Ella aparece con gafas y su bella melena recogida en un moño y bastante abrigada, aún así está radiante. Al saber de que medio viene le comenta que ella estuvo trabajando allí y que le recuerda, que era el chico serio que siempre estaba en su sitio y hablaba con poca gente. Sonríe mucho durante la entrevista y se muestra honesta, defiende que el físico abre muchas puertas y también cierra otras, que muchas veces cree que la gente ha pensado que era la típica tontita fácil y que lo siguen creyendo. Que ella no es más lista que los demás, ni es una intelectual, pero le interesan los mecanismos del alma humana y sobre eso se decidió a escribir, que es algo que hace desde que escribía sus pensamientos en un diario. Y le confesaba que se había enamorado una vez y que le habían roto el corazón, pero que lo seguía intentando.
Siguen hablando durante un rato más durante la entrevista y cuando están en la calle a punto de despedirse, él siente el impulso de besarla y lo hace, se deja llevar sin pensar en lo que podría pasar. Nota el contacto suave de los labios y como ella no solo no se retira, sino que responde al beso mientras pasan unos segundos que parecen horas. Acto seguido, ella le abraza y están así un tiempo, aferrados el uno al otro sin decirse nada, impasibles al paso de la gente a su alrededor. Finalmente ella se separa y le dice "nos vemos, cuídate mucho", mientras le acaricia brevemente la mano. Sonríe y se da la vuelta para marcharse, mezclándose con el resto de la ciudad.
Él se queda mirando un rato cómo ella se pierde en la marea humana y se marcha satisfecho y feliz. Algo le dice que sus caminos volverán a cruzarse.
Continuará??
ResponderEliminarBonito relato...qué osado el entrevistador! :P
El tema de la envidia y la crítica por ser inalcanzable para unos y para las otras una amenaza...si es que nunca llueve a gusto de todos porque si llegara a ser alcanzable sería tachada de ya sabemos qué, y si no es una "amenaza" es una estúpida...Total las críticas siempre caerán.
Un beso...pero poco osado! :P
El entrevistador se dejó llevar, algo poco habitual en una vida poco dada a la improvisación y las pequeñas locuras y se llevó algo que no habría logrado si hubiera seguido mirando desde fuera sin intervenir.
EliminarPor eso a las que críticas hay que hacerles el caso justo, no estar como por encima del bien y del mal ni tampoco dejar de hacer un montón de cosas por el qué dirán, nunca llueve a gusto de todos.
Otro beso para ti también