A principios del mes de marzo del año 1996 participé con mis compañeros de curso en una excursión de las tres clases que éramos por aquel entonces el 8º de EGB de mi colegio. He oído historias de gente que fueron con su colegio a Madrid e incluso a París, Roma o Florencia, pero en mi caso fue una excursión de una semana a un albergue situado en un pueblecito ubicado a unos 80 kilómetros de nuestra casa, mucho menos glamouroso pero sin duda curioso, pues en aquella excursión pudimos visitar una colegiata románica cuyo cuidador nos dijo que hubo que "desinfestar" (así tal cual lo decía) con cal viva cuando sacaron una gran cantidad de huesos de cadáveres que habían estado allí enterrados y un pueblo casi deshabitado y que a mí me gustó por su ambiente de cuento gótico, con calles empinadas, casas bajas y una pequeña catarata que provocaba el paso de un río.
El caso es que recuerdo algunas otras cosas de aquel viaje, como el desplazamiento hacia el pueblo en el que nos quedábamos, en el que estuve sentado junto a otros chavales cuya compañía frecuentaba y con los que años atrás había jugado en los recreos a Mortadelo y Filemón. Como se diría hoy día, éramos unos frikis de aúpa (entonces se llevaba todavía lo de decir empollones) y algunos de ellos hablaban de "Expediente X", una serie sobre fenómenos paranormales que echaban en Telecinco y que les tenía tremendamente enganchados. Yo aún no la había visto porque la daban a unas horas en las que no me dejaban ver la televisión y aún habría de pasar un tiempo hasta que descubriera las peripecias de David Duchovny y Gillian Anderson como Mulder y Scully y el fascinante tema central compuesto por Mark Snow.
Yo me recuerdo en ese viaje leyendo el periódico del día, que hablaba de la primera victoria del PP en una elecciones generales y la llegada del Gobierno de José María Aznar tras 14 años del socialista Felipe González, lastrado por numerosos casos de corrupción. Aquello me llamaba la atención y supongo que me sentí como los que vieron en su día como moría Franco y se abría una nueva etapa, por el hecho de que desde que yo había nacido no había conocido otro presidente que no fuera Felipe González. Mientras leía no podía dejar de rascarme la nariz, que me había quemado el día anterior en una excursión a la nieve de las que organizaba mi madre con la familia, un viaje que detestaba por el madrugón que había que darse, el largo viaje en el que llegabas a la estación de esquí mareado, las bajas temperaturas, la nieve metiéndose por todas partes, los bocadillos fríos de tortilla para comer y la obligación de tener que disfrutar de algo que no me gustaba lo más mínimo. Uno de los aspectos positivos de cuando me hice mayor fue no tener que ir nunca más de excursión a la nieve obligado por las circunstancias.
Ya en ese desplazamiento al albergue, mientras unos hablaban de extraterrestres y yo leía la crónica electoral mientras tenía la nariz como el reno Rudolph en el autobús sonaba una música machacona. Era un disco que escucharíamos muchas veces más en ese viaje, en las noches en las habitaciones cuando la chavaleria quería montar juerga y los chicos queríamos ir a ver el cuarto de las chicas y al no poder algunos saciaban sus nacientes apetitos carnales tocándose mutuamente, cual si fuera una cárcel en la que cualquier agujero es trinchera (entonces vi a hoy honrosos padres de familia simulando que practicaban sexo colocándose encima uno de otro en la cama y frotándose con énfasis, cosas de las hormonas en la adolescencia). El disco en cuestión también sonó la última noche, cuando se hizo un baile y los chicos bailamos con las chicas y a mí me sacó a bailar una chica poco agraciada, con un aparato dental de los antiguos, poco discreto y que por el desarrollo incontrolado de la época tenía pelo en zonas donde las chicas no deberían tenerlo. Yo tampoco era el mejor partido entonces con mis gafotas, mi aspecto de lerdo y mi nariz enrojecida, así que fue una situación un tanto bizarra de la que surgieron no pocas risas y vaciles de los compañeros, aunque con un cierto respeto por parte de aquellos a los que ni las menos guapas habían sacado a bailar. El disco que acompañó toda aquella peripecia era el "Rambo Total".
El "Rambo Total" surgió del éxito de la parodia de Rambo creada por el actor Santiago Urrialde para el programa "Esta noche cruzamos el Mississippi" y era parte de una moda que hacía furor en aquellos años, la música máquina, que fue objeto de reportajes por la influencia que tenía en los jóvenes.
De todo ese fenómeno surgieron los megamixes, esos discos recopilatorios de éxitos de música dance con sesión de DJ incorporada. Aunque esta música ha sido adjudicada tradicionalmente a oligofrénicos vestidos de chándal y el pelo cortado al cepillo, otros que no nos asemejamos ni en estética ni en nivel intelectual a esos personajes también nos lo pasamos pipa con ella. Desde luego a mi me parece la mejor para bailar en una discoteca.
Todo comenzó a finales de los años setenta, cuando entre los discjockeys norteamericanos surge una nueva forma de crear musica. Basándose en lo que es un “Sound collage”, o collage sonoro, esta forma consistia en mezclar las canciones unas con otras, estéticamente y que fuera bailable, produciendo un disco de mezclas. Estos en un principio eran elaborados por los discjockeys para su uso personal, incluían temas de actualidad y se grababan en cinta magnetofónica, sin editarse en disco. Estos trabajos se oían sólo donde trabajaban los autores, y fueron trabajos de gran acogida y demanda por el público, comenzando a elaborarse lo que se le conocían como mixes piratas. Sin embargo las discográficas no empezaron a realizar estos discos hasta varios años después.
Como suele ser habitual, esta nueva moda estadounidense no tardó en llegar a nuestro país, surgiendo a mediados de los 80 “el primer megamix español”, como así indicaba su eslogan. El “Max Mix”, que así se llamaba en nombre de la discográfica que lo distribuía, Max Music, fue montado, mezclado y concebido por Mike Platinas y Javier Ussía en 1985, y supuso un nuevo concepto en lo que a disco de mezclas se refiere. Partiendo desde este trabajo, y aun mas definido desde el “Max Mix 2″, lo que hoy en día se conoce verdaderamente como un megamix.
Efectos como las repeticiones de fragmentos, los cambios de tono, todo respetando las estructuras de compases, entre otros muchos efectos, fue lo que llamó la atención de aquel que escuchaba estos trabajos. No fue hasta la aparición de trabajos como “Max Mix 3″ o “Bolero Mix”, cuando ya se disponían de los primeros y primitivos samplers digitales, los cuales solo permitían grabar unos pocos segundos de algún sonido. Sería en la década de los 90 cuando estos álbumes lograran su gran éxito popular. Por aquel entonces “la ruta del Bakalao” estaba en pleno auge y una gran parte de la chavalería gustaba de la música trallona, por lo que estos recopilatorios empezaron a surgir desde varias discográficas y con variados estilos.
El gran clásico es sin duda el “Bolero Mix”, editado por vez primera en 1986 y que a día de hoy, aún perdido su antiguo esplendor, sigue editándose. El primero es todo un documento de los temas bailables de los 80, con ese estilo inconfundible y fácilmente reconocible de la década prodigiosa. Posteriormente fue adaptándose a las nuevas formas musicales antes de entrar en decadencia a principios de nuestro siglo.
Otro gran representativo es el “Blanco y negro mix”, apadrinado por Quique Tejada (otro de los gurús de los megamixes en España junto a otros como Toni Peret y José María Castells, con los que formó el llamado "dream team" de estos discos) y surgido durante el boom de los 90. Este recopilatorio conoció hasta nueve ediciones hasta que dejó de ser editado en 2004 y recuerdo verlo anunciado en televisión año tras año, algo que siempre era resaltado en las carátulas, no sé por qué. No sé si creían que los anuncios en la televisión les daban más prestigio de cara al público o por darse importancia, pero la música no la hacía mejor.
Luego tenemos la especialidad de los discos de carácter veraniego, que siempre surgían en mayo o junio y recopilaban temas más pop, grandes éxitos de garrafón, con un cantante anónimo interpretando un tema famoso en lugar del artista original (por temas de derechos y costes) y hits de origen latino (como El Venao, El Tiburón, El Santo Cachón y más tarde King África y sus creaciones). De este ramo tenemos el “Ibiza Mix”, el “Caribe Mix” o el “Disco Estrella”, que escuchados hoy suenan más viejos que cualquier pieza de Bach, es lo que tiene que la música sea mala (aunque muy disfrutable en los momentos tontos, no nos engañemos).
Por otra parte, tenemos a los megamixes de carácter humorístico, inspirados en personajes cachondos de la actualidad. De este tipo surgieron productos como el ya citado “Rambo total”, el “Currupipi mix” (en homenaje al tigre que tenía de mascota el inefable Jesulín de Ubrique) o el “Hasta luego Lucas mix” (con el gran Chiquito de la Calzada). Estos solían intercalar frases del famoso en cuestión o y con imitaciones bastante bizarras, incrementando el nivel de casposidad.
Hasta el propio Aznar tuvo su spot televisivo con el "Bombazo Mix".
Más especializados en música trance o house estaban megamixes como “Megatron”, “Puzzletron” o “Máquina total”, dirigidos a aquellos que no buscaran únicamente el lado lúdico y cachondo y recuperando la esencia de unos álbumes que cada vez iban cayendo más en el humorismo, olvidando el estilo.
Por aquí sólo he citado los más famosos, pero tal fue el auge que durante esos años salieron megamixes de cualquier tipo y condición, siempre anunciados por la tele. Recuerdo aquellas pausas publicitarias en las que había un bloque dedicado únicamente a publicitar estos discos, la juventud los consumía y surgían de hasta debajo de las piedras. Programas televisivos, series o videojuegos llegaron a poner su nombre en este tipo de recopilatorios, por regla general bastante pobres. Hasta la famosa abuela que anunciaba la fabada “Litoral”, los "Power Rangers" o "Expediente X" tuvieron un megamix propio.
Pero ya se sabe que todo lo que sube tiene que bajar y con la llegada del siglo XXI los megamixes perdieron su pujanza. Los jóvenes fanáticos del dance iban madurando y pasándose a otros estilos, mientras que la nueva chavalería prefería música latina de nueva generación (reggaeton y demás inventos). Además el mercado del CD empezaba a flojear, con gran influencia de las descargas por Internet, por lo que esos añejos productos que se editaban en casette y compact disc fueron desapareciendo.
Algunos de los que crecimos con todo aquello nos resistimos a que se pierda este subgénero tan bizarro como disfrutable, haciendo estos pequeños homenajes de un estilo que creo que está llamado a ser reivindicado, como está sucediendo con los David Guetta y similares. No voy a caer en la tontería que decir que cualquier tiempo pasado fue mejor, algo que el hombre repite desde que el mundo es mundo, simplemente quiero recordar unos tiempos que, buenos o malos, fueron nuestros tiempos.
Qué recuerdos, mi padre siempre llevaba en el coche cintas de Max Mix y esa de Ibiza Mix 95 me la sé de memoria.
ResponderEliminarComo dices, hoy en día suenan como si tuvieran 50 años, pero yo las sigo prefiriendo a la mayoría de lo que se hace hoy, especialmente en materia de remixes.
El Ibiza Mix 95 debió ser de los primeros que escuché y me hacía gracia esos interludios que metían tipo "ponte a blincar" y "Lo que necesitas es un buen revolcón", que nada tenían que ver con la música. Para los que hoy andamos entre los 30 y los 40 años estos megamixes son memoria de esos años en los que empezábamos a descubrir la fiesta, incluso se ponían en ferias y coches de choque, valían para todo
EliminarBufff, tengo clavada en la memoria la cantinela del "pi pa po po" en el Rambo Mix de alguna que lo canturreaba en el cole para hacerse la guay.
ResponderEliminarJajaja, esa parte muchos la cantaban en plan "pica un poco". Yo la que recordé durante años es ese momento en el que dicen "iniciamos un vuelo, desde aquí hasta el cielo" y luego la tralla. Ese disco debí escucharlo docenas de veces los días aquellos del viaje, tanto el remix como las canciones una a una
EliminarNo entiendo que el Bolero Mix, por ejemplo, no me suene NADA y otros de la época sí.
ResponderEliminarHuy, pues es el que más aguantado, de hecho sigue haciéndose, ya va por la edición 30 o 31. Aunque ya demuestra que ese tipo de discos no tienen la repercusión que tuvieron en su momento y las materias primas para hacerlos tampoco son las mismas
EliminarExactamente de que disco es lo de "iniciaremos un duelo, desde aqui hasta el cieloooo..." , me gustaria oirlo otra vez despues de tantos años. Que recuerdos!
EliminarPues es del remix del "Rambo total", el vídeo lo tengo puesto en la parte de arriba de la entrada, puedes encontrar el momento en el minuto 3.40
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