El 19 de mayo del año 2000 cumplí los 18 años, esa edad a la que todos los adolescentes sueñan con llegar por ser el umbral que les separa de ser, por fin, adultos de pleno derecho. La edad en la que pueden consumir alcohol o acceder a películas de todo tipo sin sentir que están transgrediendo ninguna ley. La edad en la que para la sociedad dejan de ser unos niños, algo que desean desde que su cuerpo ha empezado a hacer el trabajo previo, deshaciendo los rasgos infantiles, ensanchando la carne y sembrando de pelo la piel. Una frontera que suele ser un colofón feliz a unos años difíciles e incluso traumáticos con tanto cambio interior y exterior.
Yo cumplí mis 18 años en los albores de un nuevo siglo cargado de esperanzas que dejaba atrás al convulso siglo XX, lo que servía para incrementar ese aire feliz, pero yo no lo era. Estaba en plena edad del pavo, tratando de buscar mi razón de ser y peleándome con todo el mundo, trasnochando y haciendo mi peor curso escolar. Nunca fui un tío de sacar grandes notas, salvo en mis asignaturas favoritas, haciendo lo necesario en el resto para aprobar y poco más, lo que no quitaba que fuera considerado un empollón, ya que tenía bastante más cultura general que otros que sacaban mejores notas que yo. En ese sentido, he conocido a auténticos zotes, analfabetos funcionales que sacaban sobresalientes fruto de su capacidad de trabajo y memorización, que no digo que no tenga su mérito, pero que no les quita de ser incultos que olvidaban lo estudiado poco después del examen.
Aquel año 2000 cursaba COU, el equivalente al actual 2º de Bachillerato, último eslabón antes de pasar a la universidad y mis notas se habían resentido. La primera evaluación había sido saldada con cinco suspensos en siete asignaturas, salvando el tipo en Historia del Mundo con un sobresaliente y en Historia del Arte con un notable (siempre he tenido facilidad para pasar del todo a la nada). Esas notas causaron gran disgusto en mi casa, pues no entendían que no pudiera dedicar el mismo esfuerzo a las asignaturas suspendidas y me cayeron amenazas de sacarme del colegio y ponerme a trabajar en cualquier oficio, amenazas bastante interesadas pues en mi casa siempre han sabido que detesto los trabajos manuales. A aquello había que sumarle las típicas discusiones de un adolescente con una madre que se empeña en seguir controlando loas pasos de su niño y las ganas de ese niño de salir del nido y vivir su vida, algo que el instinto le pedía a voces. por aquel entonces leía "Las cenizas de Ángela" de Frank McCourt, tras ver la película que se había estrenado poco antes y me llamaba mucho la atención la historia de aquel muchacho de familia irlandesa que tras nacer en Nueva York y volver a Irlanda estaba deseando hacerse mayor para irse de la ciudad de Limerick y regresar a la Gran Manzana, donde sentía que tenía muchas más oportunidades que en la gris tierra de sus padres. En su caso había motivos de supervivencia por situaciones de pobreza, pero conecté muy mucho con ese espíritu de no resignarse con lo malo conocido y buscar el propio camino.
Ese 18 de mayo del 2000 estaba estudiando para los exámenes finales, en los que debía recuperar tres asignaturas si quería aprobar el curso y presentarme a la Selectividad para poder acceder a la universidad y empezar una nueva vida lejos de mi Limerick particular. La cosa parecía difícil, pues eran asignaturas en las que había suspendido todos los exámenes previos y ya temía que me iba a quedar para septiembre y quizá repetiría y tendría que seguir en aquel colegio, para mayor verguenza de ser un repetidor, algo reservado para quellos que se portaban mal y de los que parecía estar tan lejos. Pocos días después hice los exámenes y aquello no parecía que fuera a salir bien, pues mis impresiones de aquellos exámenes finales no fueron mejores que en anteriores convocatorias, por lo que temía lo peor. El 31 de mayo fui a recoger las notas y me sentía mal, con el murmullo del fracaso impregnado por todo el cuerpo. Me dieron el boletín y vi que estaba aprobado y no me lo podía creer, me sentí como esos equipos que ganan el partido en el último minuto tras verlo todo perdido. A esa sensación deportiva respondí con un gesto deportivo que me salió de dentro, simulando el golpeo de una pelota de golf con un palo imaginario. Un gesto inesperado que hizo reír a mis compañeros, acostumbrados a ver en mí a un soso solamente hablaba para acertar preguntas en clase de Historia. El tutor dio a entender entre líneas que me habían ayudado con esos aprobados y tuve esa esa sensación de feliz desconcierto que sentiría años después cuando aprobase el carnet de conducir a la cuarta intentona tras adelantar a un autobús invadiendo el carril contrario (sacar el carnet de conducir fue otro grano en el culo bastante molesto). Pero daba igual, el colegio había terminado para mí y ya quedaba menos para la universidad.
Las dos semanas que quedaban para Selectividad fueron una balsa de aceite y afronté con una pasmosa calma unos exámenes en los que mis compañeros estaban alteradísimos. Pero yo ya había subido mi Everest particular, sabía que después de eso todo iba a ir bien y así fue. Pasé la Selectividad con una media de 7 y sacando un 7 en Filosofía y un 6,5 en Lengua, dos de esas asignaturas que había sido incapaz de aprobar en todo el curso a pesar de todos mis esfuerzos, sin entender el por qué (la otra era Matemáticas, pero eso es coherente porque yo he sido siempre hombre de Letras). Aasí, del mismo modo que Frank McCourt había reunido el dinero suficiente para pagarse un pasaje a Estados Unidos, yo dejaba mi tierra natal para ir a la universidad, lejos de allí y mientras otro horizonte se abría ante mí. Han pasado ya 14 años de aquello y me sorprende que sea tanto tiempo y no tener la sensación de que así sea, pues parece anteayer cuando hice esos exámenes y las inscripciones para la carrera de Periodismo. Dicen que llega un momento en el que el tiempo se te escapa de las manos y eso es lo que ahora siento al pensar en todo aquello y en ver que los chavales de hoy día y las jovencitas que te hacen girar la cabeza por la calle son las que en aquel año 2000 eran tiernos infantes que iban del brazo de sus madres. Me da que pensar en ese 2028, para el que ya habré mediado la década de los 40 y quizá sentiré que fue ayer cuando cumplía 32 años y escribía esta entrada.
Sea como fuere, mucho he vivido desde aquel año 2000 y he tenido la oportunidad de conocer a gente que hoy me es muy querida, que me hace ver las cosas buenas que hay en la vida, a dar sentido a mi existencia y que me ayuda a ser mejor persona día a día. Aunque el felicitado debería ser yo por cumplir años, quiero felicitarles a todos ellos por haber entrado en mi vida y haberme dado tanta felicidad, tantos buenos recuerdos para los días grises donde las cosas parecen perder el significado, recuerdos que espero que sigamos produciendo durante años. Os quiero mucho.
Te sigo :)!!! Gracias por entrar a mi vida también
ResponderEliminarPues muchas gracias, cada nuevo seguidor es bien recibido
EliminarFelicidades! Jo yo cumplia 17...y ninguna gana de llegar a los 18. Era más lista que los demás, sabía lo que me iba a tocar, responsabilizarme de mi misma con lo fácil que era que me marcaran el camino. La enseñanza obligatoria estaba bien...no quería tener que pararme a elegir, no tenía ni puñetera idea de lo que podía estudiar, qué era lo que me gustaba realmente? Pues nada! Cualquier cosa menos estudiar. Sinceramente a algunos tenían que darnos 10años sabáticos para pensárnoslo. XD luego es cuando sabes lo que quieres y cuando lo coges con ganas. Para lo único que quería cumplir 18 era para donar sangre...el resto sabía que seguiría igual, viviendo con los papis seguirían mandando ellos. En cuanto al alcohol...una chorrada, todos bebían y fumaban desde los 14...
ResponderEliminarEn tu cartel de "adolescencia" falta la palabra para la i...y yo pondría..."idiotez" jajaja.
Sí, eso es verdad, ya mucho antes de los 18 años se bebía bastante y se hacía aquello tan ridículo de beberse la última en el portal de casa porque había que volver temprano, aunque los efectos ya se sintieran estando solos en el cuarto de cada uno. Así conozco casos de gente que echó los intestinos y decía que le había sentado mal una palmera o una hamburguesa que se había comido y olían a morapio que apestaban. Sin duda que la idiotez es pertinente, jajaja.
EliminarLa carrera que quería estudiar la tuve clara desde años antes de cumplir los 18, ya leía periódicos desde los 10 y quería ser uno de los que hacía aquellos papeles que contaban tantas cosas. Y también sé de gente que sin tener muy claro lo que querían hacer se metieron a periodismo, que era un poco el cajón de sastre, pero que es una profesión en la que si no tienes vocación lo pasas mal porque está lejos de ser un trabajo cómodo y bien remunerado
Pues felicidades :)
ResponderEliminarYo en el 2000 cumplí 15 años, y creo que fue el año que repetí curso.
Es duro la primera vez que te fijas en un chico (o chica en tu caso) y te percatas de que le doblas la edad. Qué se le va a hacer :)
Muchas gracias, Doctora. La diferencia de edad es menos traumática a medida que pasa el tiempo, pues hoy día conozco gente de veintipocos que me da lecciones en según que cosas y eran de esos niños pequeños que veía cuando yo tenía los 18.
EliminarLa edad del pavo es muy mala, es un momento de una gran acumulación de hormonas en el que estás a medio camino de ser niño y adulto y puede ser bastante traumática, en mi clase había un chaval que pasó de ser super sociable a no hablarse con nadie y a faltar a muchas clases, como si la vida que llevaba hubiera perdido todo el interés. Y eso por no hablar de los clásicos casos de los que piensan en el suicidio o dejan de comer porque se ven gordos, etc. Es toda una escuela para las leches que has de llevarte en el mundo adulto
¡Hombre, feliz (semana de) cumpleaños!
ResponderEliminarMe sorprende la capacidad de mirarte a ti mismo como si fueras otra persona, con la “distancia” que te da el tiempo. Yo no puedo decir ni siquiera “esa chica de 18 años…” (que ya hace), porque me veo prácticamente igual. Es decir, muchas cosas cambian, no sólo circunstancialmente, sino también en la forma de pensar, pero aun así no me veo como otra ni una pizca. Es difícil evolucionar, supongo.
Muchas gracias Suip. Lo cierto es que creo que quizá no cambiamos en lo esencial, yo en muchos aspectos sigo siendo ese chavalín gafoso que prefiere quedarse leyendo en casa o viendo películas antes que deambular a lo tonto por ahí, quizá por eso tengo este blog y le dedico tiempo en lugar de andar postureando en Instagram, jeje. Pero en otras cosas sí que me noto muy diferente y es una evolución continua, yo la veo también en otras personas, que hace años llevaban rastas y ropa de mercadillo y buscaban cambiar el mundo y ahora son padres de familia con la camisa metida por el cinturón que se contentan con poder lo que dan por la noche en la televisión.
EliminarYo por ejemplo si releo cosas que he escrito hace años me llevo las manos a la cabeza por ser tan ingenuo o tan desacertado en según que historias. Quien sabe lo que pensaré dentro de unos años cuando lea esto
Felicidades atrasadas, como se suele decir. Yo tengo más reciente todo eso de la Selectividad pero me gusta leer sobre el tema! Y bueno, sobre los 18... Sí, empiezas a hacer cosas que antes no podía. Yo empecé a conducir pero me di cuenta de que no me gustaba un pelo. Creo que lo demás ya lo había probado antes, jajaja. Y puedo decir que prefiero los 20 que tengo ahora por muchas razones. Seguro que los 32 son aun mejor.
ResponderEliminarBesos
Muchas gracias, Judit, siempre se agradece. Yo cuando tenía esos 20 años me sentía estupendamente, notaba que había dado un salto adelante en mi vida en muchos sentidos y había cambiado en esos dos años una barbaridad respecto a lo que había sido antes, que ya conocía en ese intervalo de tiempo a más gente que en todos los años anteriores en el colegio. Aunque eso sí, no tenía ni idea de que me iban a pasar cosas que luego me han sucedido, porque soy de los que cuando se ponen tristes piensan que su vida va a ser lo mismo día tras día y que nada nuevo y mejor les va a pasar y ya me equivocaba siendo adolescente y me equivocaba con 20 años, así que trato de no darle mucha importancia cuando me siento así.
EliminarBesos
Ayer descubrí tu blog y en cada rato libre aprovecho y leo! Estoy realmente encantada, muchas gracias!
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