Los ESPECTADORES
van desfilando hacia el foro, mirando todos, como si se hubieran puesto de
acuerdo para ello, y con ojos de hambre, a las dos MUCHACHAS de las butacas 6 y
8. El NOVIO y la NOVIA intentan en vano hablarse de un lado a otro del pasillo
por entre los espectadores que lo llenan. EMPIEZA LA ACCIÓN
ESPECTADOR
4.°—¡Vaya mujeres! (Al otro.) ¿Has visto?
ESPECTADOR
5.°—¡Ya, ya! ¡Qué mujeres! (Hacen mutis por el foro lentamente.)
ESPECTADOR
6.°—¡Vaya mujeres! (Se va por el foro.)
ESPECTADOR
1.°—¡Menudas mujeres!
ESPECTADOR
2.°—(Al 1.°) ¿Has visto qué dos mujeres?
ESPECTADOR
1.°—Eso te iba a decir, que qué dos mujeres... (Se vuelven hacia el Espectador
3.°, hablando a un tiempo.)
ESPECTADORES
1.° y 2.°—¿Te has fijado qué dos mujeres?
ESPECTADOR
3.°—Me lo habéis quitado de la boca. ¡Qué dos mujeres! (Se van los tres por el
foro.)
MARIDO.—(Aparte,
al Amigo, hablándole al oído.) ¿Se da usted cuenta de qué dos mujeres?
AMIGO.—¡Ya,
ya! ¡Vaya dos mujeres!
ACOMODADOR.—(Mirando
a las Muchachas.) ¡Mi madre, qué dos mujeres!
Espectador
7.°—(Pasando ante las Muchachas.) ¡Vaya mujeres! (Se va por el foro.)
MUCHACHA
1.°—(A la 2.°, con orgullo y satisfacción.) Digan lo que quieran, la verdad es
que la gracia que hay en
Madrid para el piropo no la hay en ningún lado...
MUCHACHA
2.°—(Convencida también.) En ningún lado, chica, en ningún lado.
(Fragmento de "Eloísa está debajo de un almendro", de Enrique Jardiel Poncela)
En mi trabajo hay un grupo de hombres que tienen su
puesto cerca de la puerta de entrada y parecen imbuirse en las connotaciones de
esa ubicación, pues se comportan como las porteras de toda la vida. En las
horas que están allí no pierden ripio de quién entra y quién sale y entre ellos
hablan constantemente de los personajes que van entrando y saliendo de escena.
Si son hombres con los que no tratan les dedican un saludo y siguen a lo suyo,
si son amigos mantienen la clásica conversación apresurada que se mantiene con
alguien que está de paso a otro lugar, con lugares comunes y banalidades y si
son conocidos a los que quieren mal les ponen de vuelta y media después del
saludo, que lo cortés no quita el despelleje. Eso en cuanto a los hombres, porque en lo que a las mujeres respecta, si son guapas y atractivas, el saludo, sea
conocida o no, es mucho más afectuoso y acompañado de una sonrisa, con vistazo
a sus posaderas una vez ha pasado y no faltan los comentarios sobre sus
atributos y lo que harían con ella si la pillaran en la ocasión adecuada. Esa
actitud siempre me ha dado algo de vergüenza ajena por lo cateto que hace
parecer a cualquiera que la practica, pero la entiendo. Yo también detengo mi
vista en las mujeres bien parecidas y puedo llegar a pensar en las cosas que
haría con ellas si tuviera la oportunidad, pero sea por convicción o por
timidez siempre me resulta violento ponerme a lanzar exabruptos de albañil por
mucho que esté de buen rollo junto a otros hombres. Me pone violento ese rollo de ir de majete
con la sonrisa y fingir interés y estar pensando “ay si te cojo”.
Ahora que estamos en verano los ropajes han sido
reducidos a la mínima expresión y eso unido al aumento de la presión en la
sangre que trae los calores hace que la gente ande en general un poco más
salida y estos hombres de la puerta no son menos. El verano es también tiempo
de becarios en la empresa y de jovencitas universitarias en shorts que provocan reflexiones
dignas de una película de Pajares y Esteso. El caso es que algunos de estos
hombres han sabido jugar sus cartas y me han llegado historias de líos de una
noche de jueves con alguna de las chicas de prácticas, aprovechando que la
cifra de edad no es excesiva y que la novia está en casa, quizá sin sospechar
lo que se está cociendo. Me hace gracia cuando a alguien que está necesitado de
mujeres le dicen “échate novia”, porque eso no soluciona su problema, que es la
necesidad de conseguir tantos cuerpos como se le antojen y crea un problema a
quién tiene que aguantarlo. Ya si la pareja es consciente de lo que hay y le
parece bien pues no hay nada que decir, con su pan se lo coman, pero esta no
suele ser la norma y la mayoría siguen las actuaciones de Don Draper, el
protagonista de “Mad Men”, que busca en las mujeres la respuesta a sus
problemas y nunca lo soluciona, al tiempo que va dejando un reguero de mujeres
infelices y frustradas de no desentrañar su misterio pues el problema debe
resolverlo él mismo, nadie le puede ayudar en ello. Y deja una interesante
cuestión sobre qué buscamos cuando surge el deseo.
Hace unos días vi una foto de la presentadora de
televisión Mariló Montero el día que Felipe VI fue proclamado nuevo rey de
España, muy bien vestida ella y siendo escrutada por un grupo de hombres que
estarían pensando imagino según que cosas. Y quiso la cosa que navegando por
Internet me encontrara con un anuncio protagonizado por la actriz Ursula
Corberó, donde como fuera vestida era lo de menos.
Tanto Mariló como Corberó son mujeres que, cada una a
su escala, suelen recibir bastantes críticas, especialmente por parte de otras
mujeres, que las consideran unas petardas resabiadas que de poco pueden
presumir más allá de sus cuerpos. En el caso de Mariló por algunos deslices en
sus programas y en el caso de Corberó por sus postureos en redes sociales y sus
relaciones con otros famosillos y basar su carrera en las prestaciones de su
cuerpo.
A mí las dos me parecen mujeres atractivas y aunque una
parte de mí diga que los que las critican pueden tener razón, está la otra
parte que me dice que no las conozco como para saber si en verdad son petardas
resabiadas. Yo mismo he sido calificado en alguna ocasión de prepotente por
gente que apenas me conocía y que confundía los silencios originados por mi
timidez con desprecio y muchas otras veces he visto como se me calificaba de
diversas maneras muy equivocadas a causa de unas señales mal interpretadas. Yo
también he cometido esos errores a la hora de evaluar a otra gente y por ello
he ido aprendiendo a escuchar un poco más a esa parte que pide que conozca un
poco más antes de hablar. Y todo esto me lleva a pensar en lo poco o nada que
conocemos a esas mujeres u hombres que excitan nuestro deseo, en que deseamos
unos cuerpos sin saber qué es lo que se cuece dentro de ellos. Alguna vez he
hablado de la película “Stockholm”, que trata muy acertadamente sobre el tema
de los líos de una noche y de lo que puede salir a la luz cuando se decide
conocer de verdad a la otra persona. De que el tío encantador puede ser un
egoísta que actúa como le conviene por interés y que la chica guapa puede tener
serios problemas bajo su deslumbrante fachada. De que el hombre/mujer con la
que se quiere compartir una noche de pasión no es alguien con quien queramos
realmente estar o si queremos pero la otra persona no está por la labor.
Se podrá decir que una cosa es el lío de una noche y
otra el noviazgo, que en el lío de una noche ambas partes hacen el acuerdo
tácito de divertirse un rato y luego cada uno por su lado, pero es más fácil de
decir que de hacer. Porque si la otra persona te cautiva lo suyo es que quieras
mantenerla cerca de algún modo, yo al menos no veo lo de sentirme atraído por
alguien para un rato y luego nunca más, si me gusta yo quiero más. Imagino que
eso se verá influido por lo que
valoremos de los otros y lo que sepamos compartimentar las cosas. La
belleza es un gran anzuelo, pero yo necesito que me fascine algo de lo que hay
dentro, ya sea el carácter, la forma de ver la vida o los intereses sobre esto
y aquello. Si una mujer es lo más bello que he visto jamás pero su interior me
deja indiferente o me repele, la cosa no va a funcionar y enseguida noto como me
voy de su lado aunque mi cuerpo siga allí, no hay eso tan clásico de la química.
Yo necesito que me pase aquello de lo que hablaba la película "Martín Hache".
Muchas veces no se suele pensar en la otra parte, solo en lo que la otra persona nos aporta y es un error, porque hay que pensar en lo que nosotros podemos aportar. Saber qué es lo que podemos dar y si es lo que la otra persona necesita, ese es el estado ideal. Entre la gente que quiero he notado como hilo común que me han aportado todo lo que necesitaba, cómo gracias a ellos he podido desarrollarme por dentro de forma natural en muchos sentidos, sin traumas. Y al mismo tiempo trato de darles a ellos lo que está en mi mano para proporcionarles el mismo desarrollo, porque no hay nada mejor que las relaciones en las que ambas partes crecen y mejoran y nada más triste que las relaciones en las que las partes se anulan y se destruyen. Cuando veo a esas amistades y esas parejas de relaciones destructivas, en las que ambas partes hacen daño al otro, cada uno a su manera, me entra mucha tristeza, por ver todo ese potencial que se está yendo al garete en lugar de estar con alguien con quien puedan crecer. Yo he estado en ese tipo de relaciones humanas en las que me sentía anulado y ante eso he optado por escapar, porque la única condena que tenemos que aguantar en esta vida es la que nos pueda imponer la justicia, no la de otra persona. Y cuando veo a una mujer que me gusta me pregunto si soy yo la persona que necesita para crecer, si voy a ser capaz de dar algo que otro no pueda hacer. Hay quien podrá decirme que eso es ponerse muy trascendental y que simplemente es mejor dejarse llevar y ver qué es lo que pasa. Es posible, quizá alguien llegue un día y me haga darme cuenta de ello. Nunca se sabe, siempre vamos de afuera hacia adentro.
Creo que tu problema es el de todos los tímidos, o sea, que le das muchas vueltas a las cosas.
ResponderEliminarQuizá los hombres no miraban a Mariló Montero con admiración, puede que, igual que yo, se estuvieran preguntando qué coño hacía en la proclamación.
Sí, eso sin duda, soy de la especie que piensa y repiensa las cosas y no puedo negar que me fastidia que a veces de tanto pensar me pasen menos cosas que otros que no las piensan y acaban haciendo más. Es curioso como ser un inconsciente está muchas veces más recompensado.
ResponderEliminarMariló sabe del efecto que provoca en los hombres y juega sus armas en un mundo de hombres, como muchas otras. Además haber estado en TVE siempre abre muchas puertas, justo hoy leía que le pagan 13.000 euros por cada programa de "El pueblo más divertido", el espacio ese casposo que se han sacado de la manga en la cadena pública para el verano. Y desde TVE encima han dicho que esos euros son menos de los que se cobran en el resto del mercado, para que veas el dinero que se mueve en la televisión por hacer porquería