He comentado alguna vez mi afición a los tebeos que en su día publicara la editorial Bruguera y de cómo ya de muy pequeño devoraba con pasión las historietas de Zipi y Zape, Mortadelo y Filemón, Carpanta, el Botones Sacarino, Toby, Rompetechos o 13 Rue del Percebe entre muchos otros. Los personajes creados por Escobar, Ibáñez y otros creadores al servicio de la editorial alimentaron mis ratos de ocio y fantasías durante mi infancia, hasta que empecé a leer libros de Los Cinco, en los que el texto predominaba del todo sobre la imagen y los libros sustituyeron a esa pasión lectora de los tebeos, que siempre permanecieron en un rincón de mi casa a la espera de que volviera la vista de nuevo hacia ellos.
Y son tebeos que forman parte de mi formación cultural, eso no puedo negarlo. De muy pequeño me decían siempre que leía muy bien en alto en clase cuando muchos otros se trababan, algo conseguido gracias a haber empezado a leer muy pronto los tebeos. Y también despertaron mi curiosidad por la forma de ser hispánica, que veía en parte ya por entonces a mi alrededor y que luego he visto reflejada en tantas ocasiones en muchas personas. Todos aquellos tebeos fueron testimonio de la España del franquismo sin entrar en consideraciones políticas, contando la vida que podía llevar la gente en el marco de las aventuras de sus personajes. Ahí conocí a esas solteronas de vocación con las hermanas Gilda, las viejas enlutadas enfurruñadas con el mundo como doña Urraca, las penurias económicas y las injusticias sufridas por muchos con Carpanta y la vida familiar con Zipi y Zape. Unos tebeos que no hacían sino perpetuar la herencia cultural española del antihéroe y el pícaro, tan extendida en la literatura de nuestro país a lo largo de los siglos, no en vano dos de los personajes más célebres son el Lazarillo de Tormes y Don Quijote de la Mancha, metáfora de lo español para tantos estudiosos extranjeros. El pícaro que se sirve de sus artimañas para sobrevivir como puede en una sociedad injusta y un hidalgo que se trastorna y ve gigantes en los molinos de viento, caballeros en los labradores y princesas de singular belleza en mujeres bigotudas y desdentadas.
Porque lo que queda claro con esta herencia cultural tan irónica y descreída es que en España los superhéroes nunca han gozado de mucha popularidad, como sí ha pasado en otras latitudes. Por eso el tebeo americano se ha especializado en una idea de superhombre, al tono de un país emergente que se cree destinado a salvar el mundo y aquí en España se ha llevado la observación de las miserias cotidianas con humor, riéndonos de nuestras cosillas. Por eso no concebimos a Superman en Madrid pero sí en Nueva York y nos daría la risa si alguien se pusiera unas mallas de superhéroe y anduviera por los campos de Castilla en busca del bien y la justicia, como se reían todos de las andanzas del Quijote, vagando por eriales mortecinos, absorbido por la fantasía de las novelas de caballerías, anticipo de esos cómics de superhéroes. El único superhéroe que ha legado el tebeo español ha sido el Superlópez de Jan, con ese componente irónico que no podía faltar para hacerlo creíble en nuestra cultura.
Y esa tradición de hablar de lo que vemos a diario poniéndole humor se sigue manteniendo en autores de cómic de hoy día, con las lógicas variaciones que impone el paso de los tiempos. Ahí tenemos el caso de Raquel Córcoles, que con el personaje de Moderna de Pueblo ha dado un paso adelante a la hora de mostrar algunos de los vicios de la sociedad contemporánea, especialmente en un ámbito supuestamente culto.
Recientemente he descubierto a Paco Roca, un autor que lleva años en el mundillo, pero que ha aumentado su popularidad en los últimos tiempos con la adaptación al cine de su cómic "Arrugas", sobre un grupo de ancianos de un asilo, una película de la que he oído hablar mucho y bien pero que todavía no he visto. Lo primero que he visto de Roca han sido unas viñetas que publica cada dos semanas en el suplemento dominical "El País Semanal" y en las que habla de temas cotidianos. Leí la primera por ver qué hacía el tal Paco Roca al que había oído nombrar en varias ocasiones y desde entonces me he leído todas las que ha ido publicando, que me han gustado mucho. Como ésta, en la que habla sobre el paso del tiempo.
Sobre las diferencias culturales.
Sobre las carreras de los creadores y el conocimiento por parte del público.
Sobre los trabajos manuales en la gente poco habituada a ellos.
Sobre trabajar en casa.
Sobre las esclavitudes de las nuevas tecnologías.
Todas ellas son viñetas que responden a esa corriente tan española, tan celtibérica de reflejar con humor todas las pequeñas miserias con las que convivimos a diario. De esa corriente han surgido tantas novelas, cuadros, operetas, zarzuelas, sainetes teatrales, películas y series de televisión que han tenido y tienen tanto éxito. Porque nos gusta reírnos del vecino y ver reflejadas en otros las podredumbres que tenemos nosotros mismos, que también somos un pueblo susceptible y no nos gusta que venga alguien de fuera a señalarnos con el dedo, como las polémicas que de vez en cuando vienen de Francia, al ironizar sobre el éxito del deporte español y la crisis del país.
Polémicas que al fin y al cabo son juegos con el humorismo que se practican en todas partes y que es sano admitir, pues el sentido del humor y saber reírse de uno mismo siempre es sinónimo de inteligencia. Ser conscientes de que haber sido un país de antihéroes ha dado tan buenas muestras a nivel cultural.
Los franceses es que le caen mal a todo el mundo, españoles, italianos, ingleses... me parece que es parte de su cultura, caerle mal a los demás.
ResponderEliminarDesde siempre me han gustado los cómics de Marvel, pero cuando era pequeña daban con El País un suplemento para niños llamado El pequeño país, con viñetas de 13 rue del percebe, Leo Verdura, Marco Antonio, Lupo Alberto, el pequeño Spirou... de ahí me aficioné a éste último y a 13 rue del percebe, que eran mi preferidos, y luego también me encanta Mafalda (Quino en general) y Maitena.
"Arrugas" es un drama, eh. Yo es que esperaba otra cosa.
Paco Roca no está mal, pero me gusta más Raquel Córcoles o Manel Fontdevila y Albert Monteys de El Jueves.
Jajaja, yo creo que lo compensan queriéndose tanto a sí mismos, no en vano el chauvinismo es una palabra de origen francés. De cualquier modo, he oído que una cosa es París y otra el resto del país, que fuera de la capital la gente tiene fama de ser más abierta.
EliminarLos tebeos de Marvel no los leí hasta que empezó el aluvión de películas y me interesó un poco el tema y leí algunos, aunque tuve claro que aún gustándome las películas de los superhéroes Marvel, me quedo con los de la editorial Bruguera. Todos esos que citas me los he leído bastante también, algunos de ellos en revistas que tenían en una peluquería a la que me llevaban de pequeño y en la que me entretenía leyéndolos mientras esperaba y me cortaban el pelo.
Los del Jueves los he leído alguna vez, pero me cansan siempre con tanta referencia política, casi los que más me gustan son los que menos hablan de ello y no por prejuicios políticos míos, que suelo estar de acuerdo, sino por repetitivos