Corría 1948 cuando la actriz Ingrid Bergman fue al cine a ver "Roma, ciudad abierta", de Roberto Rossellini. Tanto le gustó y tanto le removió la película que quiso ver "Paisá", la otra película del director. Y fue cuando ella, que venía de protagonizar películas como "Casablanca" o "Encadenados" no pudo aguantar más y le escribió una carta: “Señor Rossellini: he visto sus dos filmes y me han gustado mucho. Si necesita una actriz sueca que hable inglés perfectamente, que no ha olvidado el alemán, a quien apenas se entiende en francés y que del italiano sólo sabe decir ti amo, estoy dispuesta a acudir para hacer una película con usted”.
La relación de inmediato dejó de ser profesional para transformarse en un apasionado romance, hecho que escandalizó a los Estados Unidos, porque ella no sólo estaba casada y tenía una hija, sino que la consideraban una figura emblemática dentro del mundo de Hollywood. Los periódicos incluso la llamaron adúltera. Hollywood no le perdonó que abandonara a su marido e hija y promovió un boicot que duró tres años. Durante ese período, Ingrid no pudo volver a EE.UU. Se divorció en 1950, año en que se casó con Rossellini embarazada de su hijo Robertino. Después vendrían sus otras dos hijas: las gemelas Isotta e Isabella. Rosellini la dirigió en seis películas y no le dejó trabajar con otro director. Esta época no se caracterizó por el éxito, hubo problemas económicos y la relación se deterioró cada vez más, hasta su divorcio en 1957. Lo que quedó de todo aquello fue cómo una de las actrices más bellas y deseadas de su tiempo, que había compartido cartel con galanes como Cary Grant o Humphrey Bogart, dejó su vida por un director medio calvo y regordete, porque ya se había enamorado de él a través de su obra.
La relación de inmediato dejó de ser profesional para transformarse en un apasionado romance, hecho que escandalizó a los Estados Unidos, porque ella no sólo estaba casada y tenía una hija, sino que la consideraban una figura emblemática dentro del mundo de Hollywood. Los periódicos incluso la llamaron adúltera. Hollywood no le perdonó que abandonara a su marido e hija y promovió un boicot que duró tres años. Durante ese período, Ingrid no pudo volver a EE.UU. Se divorció en 1950, año en que se casó con Rossellini embarazada de su hijo Robertino. Después vendrían sus otras dos hijas: las gemelas Isotta e Isabella. Rosellini la dirigió en seis películas y no le dejó trabajar con otro director. Esta época no se caracterizó por el éxito, hubo problemas económicos y la relación se deterioró cada vez más, hasta su divorcio en 1957. Lo que quedó de todo aquello fue cómo una de las actrices más bellas y deseadas de su tiempo, que había compartido cartel con galanes como Cary Grant o Humphrey Bogart, dejó su vida por un director medio calvo y regordete, porque ya se había enamorado de él a través de su obra.
Una de las hijas de Roberto y de Ingrid, Isabella, se casó a finales de los 70 con el director Martin Scorsese, un hombre bajito y feote y con él estuvo durante unos años hasta que lo dejó por su temperamental humor. Tras otro matrimonio fallido en el que tuvo a una hija, Isabella Rossellini conoció a David Lynch, un hombre de aspecto excéntrico con su tupé a lo Elvis, sus camisas abotonadas hasta el cuello y sus ideas extravagantes en la gran pantalla, que le había ofrecido un papel para su película "Terciopelo azul". La conexión que desarrollaron ambos en el plató fue tal que "cuando terminó el rodaje nos dio mucha pena separarnos, y pensamos que tal vez hubiera algo más que nos unía. Así nos convertimos en pareja", tal y como explicó la propia Isabella.
La relación entre ambos se extendió durante cuatro años hasta una ruptura que Isabella tuvo que superar a través de terapia. La hija de Ingrid, imagen de una marca de perfumes y tan bella que podía poner a cualquier hombre a sus pies se había enamorado de dos directores poco agraciados y con un universo muy particular, algo parecido a lo que su propia madre hizo décadas atrás cuando lo dejó todo por un universo que la había removido por dentro.
Dos mujeres, madre e hija, unidas por su amor a los directores que las enamoraron a través de sus creaciones.
Anda! No sabia de quien era hija Isabella rosellini!!
ResponderEliminarLo de la coincidencia en enmoramientos etc... los psicologos te dirian que es que los hijos repetimos ciertos comportamientos de los padres. yo me niego a creerlo aunque hay casos que son fragantes
De casta le viene al galgo, que la hija heredó el encanto de la madre. De hecho, Isabella tiene una hija que es modelo y que también es muy guapa.
EliminarLos hijos muchas veces tratamos de seguir nuestro propio camino, alejado de nuestros padres y a veces se consigue y a veces se repiten actitudes de padres a hijos de las que ni nosotros éramos conscientes.
También se suele decir que en las relaciones sentimentales buscamos, aunque sea inconscientemente, a nuestra madre o a nuestro padre, según el sexo. Cosas curiosas
En mi opinión que las actrices se enamoren de los directores es muy común y viceversa.
ResponderEliminarFue interesante conocer detalles que no conocía de las dos actrices.
Un abrazo.
Es algo que ha sucedido en varias ocasiones, tanto en enamoramientos como en obsesiones pasajeras. Son personas que se fascinan mutuamente, ya sea por belleza, personalidad o temperamento artístico
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