Aunque alguno pueda
creer que aquí se estrenan todas las películas que se hacen por el mundo, lo
cierto es que hay un montón de filmes cada año que nunca tocan suelo español,
ni siquiera en formato doméstico. Y si se cree que es algo que nunca sucede con
el cine estadounidense también está en un error, porque son muchas las cintas
producidas allí que nunca nos llegan, a pesar de que tengan la presencia de
actores conocidos. Por ello, curiosamente, la manera de enterarse de su
existencia es a través de “otros canales”, pues dichas películas nunca vistas
en cines están en la red de redes listas para ser vistas en versión original
con subtítulos en español por aquel que las haya buscado con ahínco o se las
haya encontrado por casualidad. Y una de esas películas encontradas como
mensaje en una botella que nos trae el mar es la que me ha inspirado la entrada
de hoy. Hablo de “Laggies”.
“Laggies” es una
interesante comedia dramática que habla sobre el paso de la juventud a la edad
adulta y de la incapacidad de muchos para dar un paso para el que mentalmente
no están preparados. El personaje de Keira Knightley es una chica de
veintitantos años que ve como a su alrededor sus amigas se van emparejando,
creando familias y vistiéndose como sus propias madres todo el mundo parece empujarle a hacer lo
mismo cuando ella no lo tiene muy claro, pues en espíritu sigue teniendo
inquietudes adolescentes. A ella le gusta vestir con ropa informal, hacer bromas
y reflexiones políticamente incorrectas y trabajar en empleos temporales de
baja estofa, sin preocuparse por parecer una mujer “mayor y respetable” que
tenga que encauzar sus energías a algo más serio. Por ello acaba acercándose a
un grupo de estudiantes de instituto, que andan más cercanos a sus intereses vitales
y que le darán un nuevo punto de vista sobre su vida.
Los habituales del blog
ya sabrán de mi querencia por Keira Knightley. Por su belleza, elegancia,
simpatía y talento como actriz, así que mal lo tenía que hacer para no gustarme
su personaje en “Laggies”. Pero el caso es que su personaje en la película me
ha hecho pensar y sentirme identificado en algunas de sus propuestas, porque lo
cierto es que en los últimos años he experimentado sensaciones similares en mi
propia vida.
Porque cuando cumplimos
cierta edad parece que tenemos que cubrir ese cupo de “responsabilidad” y haber
conformado un espacio propio, con un trabajo decente, una pareja estable y
planes de boda y reproducción, en una suerte de ideal pequeño-burgués destinado
a aquellos que quieren ser parte activa y positiva de la sociedad. Como un
ritual que debes pasar si no quieres ser uno de esos bichos raros que hacen las
cosas tarde, mal o nunca y que tanto rechazo crean por esa actitud caótica e
inestable. La presión es mayor si eres
mujer y todos te dicen que si pasas de los 40 sin tener hijos es casi seguro
que ya no los vayas a tener y que si no te emparejas, a ciertas edades los
hombres dejan de mirarte y centran su atención en las más jóvenes. Unas
cuestiones que tienen su razón de ser en motivos biológicos y a las que no les
falta verdad, pero que no por ello dejan de ser injustas con el ciclo del ser
humano en el mundo, tantas veces contrario a los caminos trillados. Muchos
son los casos de gente que pensaba que tenía ya hecha su vida y las
circunstancias (despidos, divorcios, accidentes inesperados) les llevaban a
volver al punto de partida y a tener que construirlo todo de nuevo, como Sísifo
debía arrastrar la piedra hasta la cumbre de la montaña de nuevo cada día. Uno
de esos mitos de la antigüedad que ya nos ilustraban sobre lo monótona e
impredecible que puede ser la existencia.
El caso es que no
siento que tenga la edad que dice mi carnet de identidad, o al menos no la
siento como otros, con la necesidad de seguir el camino del ideal
pequeño-burgués. Me sigue pareciendo lejano el día en el que yo vaya a seguir
esas directrices, como muchos se sentían hacia ellas en los años universitarios.
Y pienso en cuando muchas mujeres hoy madres de familia tenían rollos de una
noche, experiencias lésbicas, borracheras aparatosas, iban algún día a clase
haciendo gala de no llevar ropa interior, fumaban marihuana y se echaban a los
ojos libros y películas que les explicaran qué era ese mundo que surgía a su
alrededor, atrapándolo todo con un hambre y una curiosidad tan vital como
contagiosa. Hoy, cuando voy en el transporte público, me encuentro y oigo a
esos grupos de chavales que piensan en cómo liarse con ésta o contando sus
experiencias con aquella y haciéndose el listo cuando ven objetivos en
lontananza, aparentando saberlo todo sin saber nada. También veo grupos de chicas que me recuerdan a esas
compañeras que tuve en la Universidad y que repiten muchas de las inquietudes
que vi en su momento, que se abrazan entre ellas durante largo rato cuando
necesitan cariño, como si aún fueran esas niñas curiosas y algo temerosas que
ya por edad no deben ser. Un hábito que perderán (o aparentarán que pierden) con
los años, pues si con 20 años es adorable abrazarse a tu amiga, a los 30 años
es síntoma de inmadurez y motivo de incomodidad ajena, porque ya no proceden
esas expansiones de afecto.
Todos seguimos siendo
la misma persona, pero nos toca adaptarnos a ciertos usos sociales y algunos lo
llevan tan a rajatabla que parecen casi renegar de lo que hacían a los 20 años.
Así, no es difícil ver que esa persona tan cinéfila antaño ahora se limita a
ver comedias románticas y reality shows con la novia o que aquella que leía
todas las novelas y ensayos que le ponían delante ya solo hojea las redes
sociales y que esa otra de allí que no paraba de hablar del sentido de la vida
y el mundo ahora ya solo tiene interés en salir a correr un rato después de trabajar, antes de perder el conocimiento en el sofá.
Yo he cambiado en algunas cosas con respecto a mis 20 años, pues sobre todo he aprendido a relativizar y a comprender que todo lo que somos y nos rodea es mucho más complejo y contradictorio de lo que creíamos. Cuanto más joven eres más radical es tu línea de pensamiento, sea la que sea, pues hablas sentenciando sobre todo y creyendo que tienes las respuestas a las preocupaciones del mundo. Por eso si fuera más joven podría decir que la gente de mi generación está adormilada por las reglas del juego burgués que rigen el primer mundo y se plega a ellas con satisfacción mientras que yo represento una idea contestataria que debe imponerse. Y eso lo he pensado durante mucho tiempo, pero ahora he comprobado que cada uno organiza como puede dentro de lo que quiere y que otros que despreciaban el sistema burgués ahora son parte de lo que aborrecían, por el cambio en sus ideas que les dio conocer a alguien que les dio la vuelta o por la resignación del que se da cuenta de que luchar contra el sistema es duro y está mal pagado. Mientras tanto, otros lo observamos desde la distancia, sin sentirnos parte de ello a pesar de serlo en ciertos aspectos. Por mantener ese paralelismo laboral, digamos que yo soy un orgulloso autónomo dentro de ese sistema y que estoy a la espera de que venga alguien y me convenza de las ventajas de un contrato fijo y una integración plena.
Y cuando observo a
estas personas a las que saco 10 ó 12 años no dejo de pensar en que ellos
también cambiarán, que el que viste chándal y lleva rastas en unos años puede
que lleve traje y vaya engominado o que aquella que va haciendo el tonto con
sus amigas y comentando cosas subidas de
tono se convierta en una estirada que condena cualquier atisbo de espontaneidad
y el lenguaje de algunos programas de televisión. Y la siguiente generación
recogerá su testigo y serán ellos los que se pregunten cómo han cambiado tanto,
del mismo modo que me lo pregunto yo y tanta gente antes de mí. Y sabremos que
nos hemos hecho mayores cuando digamos: “en mis tiempos éramos de otra manera,
la juventud de ahora no sabe lo que hace”.
Yo he cambiado en algunas cosas con respecto a mis 20 años, pues sobre todo he aprendido a relativizar y a comprender que todo lo que somos y nos rodea es mucho más complejo y contradictorio de lo que creíamos. Cuanto más joven eres más radical es tu línea de pensamiento, sea la que sea, pues hablas sentenciando sobre todo y creyendo que tienes las respuestas a las preocupaciones del mundo. Por eso si fuera más joven podría decir que la gente de mi generación está adormilada por las reglas del juego burgués que rigen el primer mundo y se plega a ellas con satisfacción mientras que yo represento una idea contestataria que debe imponerse. Y eso lo he pensado durante mucho tiempo, pero ahora he comprobado que cada uno organiza como puede dentro de lo que quiere y que otros que despreciaban el sistema burgués ahora son parte de lo que aborrecían, por el cambio en sus ideas que les dio conocer a alguien que les dio la vuelta o por la resignación del que se da cuenta de que luchar contra el sistema es duro y está mal pagado. Mientras tanto, otros lo observamos desde la distancia, sin sentirnos parte de ello a pesar de serlo en ciertos aspectos. Por mantener ese paralelismo laboral, digamos que yo soy un orgulloso autónomo dentro de ese sistema y que estoy a la espera de que venga alguien y me convenza de las ventajas de un contrato fijo y una integración plena.
Me ha encantado esta entrada. Gracias por nombrar la película. No sabía de ella y me has despertado la curiosidad por verla. Ya la buscaré. Me encanta Keira Knightley, y cuando vi "Begin Again", me gustó más aún. Una película maravillosa, llena de energía y una historia preciosa. Imagino que la has visto, pero si no es así, te la recomiendo 100%
ResponderEliminarMe siento totalmente identificada con el resto de tu texto. Es como si me hubieras leído el pensamiento.
Un abrazo.
Por supuesto he visto "Begin Again". Fui el día del estreno, el pasado verano y la tengo en casa, junto a la banda sonora y hay dìas en los que la veo un rato antes de acostarme. Para los fans de Keira es cita obligada.
EliminarGracias a ti por pasar y por identificarte con el texto, es un pensamiento que me viene a veces al ver cómo se van metiendo por el mismo aro personas que parecían tan diversas y que se uniformizan en un extraño ritual de pérdida de identidad. Es como la hora punta de los transportes públicos, donde todos van al mismo lado al mismo tiempo, pero en vez de un momento del día, algunos se meten en hora punta como proyecto vital.
Un abrazo para ti también
Me alegra saber que has visto "Begin Again". La bso es preciosa.
EliminarNo hay porqué dar las gracias. Encantada de poder comentar tus post.
Saludos!