En estos días ha llegado a los
cines la adaptación cinematográfica del primer libro de “50 sombras de Grey”,
esa trilogía de volúmenes escritos por Erika L. James y que según admite la
propia autora fueron inspirados por la saga “Crepúsculo”, planteando la misma
historia de mujer retraída que se enamora de un hombre problemático y quitando
el componente sobrenatural y añadiendo las dosis de sexo que la saga vampírica
no tenía. Hay quien afirma que se nota el origen, pues tan porquería es una
saga como la otra, algo que no he tenido la oportunidad de comprobar, pues lo
cierto es que ninguna de ellas me llama la atención lo suficiente como para
dedicarles el tiempo oportuno. Lo cierto es las sombras de Grey han dado mucho
que hablar por su plasmación del sexo sadomasoquista y por haber sido (dicen)
una ventana para aquellas mujeres que han podido ver una parte del mundo sexual
que jamás han experimentado en su vida privada. Y los detractores dicen que no
deja de ser la historia de siempre de una mujer que se enamora de un hombre
apuesto y complicado (el Grey del título), pero lo suficientemente permeable
como para hacerle cambiar, con algunas implicaciones sexuales para darle más
vidilla a un argumento tan antiguo. Muchos de esos detractores dicen que las
mujeres no deberían adorar al señor Grey, porque no deja de tener el perfil del
maltratador, al ser un hombre obsesionado con el control de sus parejas y
mantiene relaciones en las que él lleva la voz cantante. Pero aún así no deja
de tener sus fans en el sector femenino.
También estos días se habla
mucho de la situación griega tras la llegada de un gobierno de extrema
izquierda al poder que amenaza con poner fin a las exigencias de la Unión Europea sobre
sus decisiones económicas. Ese programa les dio la victoria, aunque no pensaron
en que está muy bien reclamar justicia y autogobierno pero sin olvidar que eso
es como si los trabajadores de una empresa decidieran trabajar y cobrar según
les interese, sin tener en cuenta a los jefes. Les guste o no, los griegos,
como nuestro país, son empleados de unos jefes que son los que toman las
decisiones y ya se está viendo como el idealismo inicial está reculando al
darse cuenta de la cruel realidad. En medio de todo ese marasmo político y
económico se está hablando de un hombre, el ministro griego de Finanzas, Yannis
Varoufakis, que también ha despertado simpatía en buena parte del sector
femenino con su aspecto de sicario de película de acción que tantas han
encontrado irresistible. Incluso mi propia madre, poco dada a ese tipo de
confesiones me ha asegurado que encuentra a Varoufakis “sesi”, porque ella es
de las que quita la “X” de la palabra “sexo” y dice “seso”, quizá porque esa
“X” le suena demasiado “X”.
Pero Varoufakis no se ha
limitado a ser una fantasía de amas de casa y la prensa ha dedicado artículos a
su figura, más allá de sus labores políticas, algunos mejores que otros. Lo
malo de hacer perfiles de alguien basándose en las sensaciones interiores que
produce es que la línea entre lo curioso y lo lamentable es muy fina y del
mismo modo que quedamos como unos cutres los hombres que babeamos por escrito
ante una mujer, las mujeres nos igualan por lo bajo cuando hacen lo propio ante
un hombre. A continuación reproduzco un par de artículos de “El País” sobre la
figura del ministro griego, uno más decente firmado por Elvira Lindo y otro que por su carga petarda
me puso de mal café a cargo de Luz Sánchez-Mellado.
Los arquetipos siempre se repiten y muchas historias
románticas lo hacen con el perfil del príncipe valiente y la princesa
asustadiza que necesita la llegada de su héroe, algo que luego mucha gente
interioriza en su vida real y pasa de generación en generación. De hecho, ha
aparecido un estudio que afirma que la gran mayoría de chicos y chicas de 12 a 24 rechaza todo tipo de
actitudes sexistas. Sin embargo, un tercio de los chicos de esa edad creen que
está bien que los hombres salgan con con varias mujeres, pero no al revés. Algo
que sólo comparten 9 de cada 100 chicas. No denunciar malos tratos por el bien de los hijos, pensar que si una mujer es
agredida, algo habrá hecho y que está justificado agredir a una mujer cuando
quiere romper la relación, son situaciones que aceptan más chicos que chicas. En España, las víctimas de violencia contra la mujer crecen progresivamente de
los 18 a
los 29 años y los expertos creen que los estereotipos están muy anclados y aún
tardarán en desaparecer.
Cada uno es libre de tener sus
fantasías y sus inclinaciones, pero lo cierto es que la idea del hombre de
apariencia dura y algo dominante sigue estando presente en la mente de muchas
mujeres de hoy día, mujeres que ya han conocido una sociedad menos machista que
la de sus madres y abuelas. Puedo entender la capacidad de fascinación de
alguien que despierta el sentimiento de audacia, que transmite que controla
cualquier situación y que es capaz de tomar la iniciativa, aunque luego no se
haga realidad, es una sensación instintiva hacia aquel que parece garantizar
mejor la supervivencia de la manada. Yo también he sentido atracción puntual
por mujeres de apariencia audaz, de las que no parecen ser princesas en su
torre de marfil esperando que el príncipe venga a salvarlas, de las que sientes
que lo tienen todo más claro y con las que no te vas a aburrir. No dejan de ser
ideales que conectan con algunos de nuestros anhelos y llegado el caso puede
que no tengan lo que esperábamos que tuvieran o que nos salgan rana, que caigan
en aquello que parecía lejano de su apariencia o lo que es peor, que sean
precisamente lo que parecían y finalmente no nos guste. Algo que haría bueno el
refrán ese chino que dice “cuidado con lo que deseas”.
Cuando fui al colegio de
pequeño pude ser testigo de cómo los que tenían pinta de chuletas eran los que
primero suscitaban el interés de las chicas y los gafosos como yo éramos unos
enclenques que no debían tocarse ni con un palo, la inteligencia estaba fuera
de la cuestión. Así, podías ver a la empollona de la clase saliendo con el más
tonto y al más intelectual siendo rechazado con saña por incluso aquellas que
no estaban precisamente para permitirse rechazar a nadie. Porque el chuleta
molaba aunque tuviera la cabeza llena de serrín y el gafitas era el tonto del
que huir aunque tuviera más cosas que decir, así de simple. Los chicos buenos
nunca ganaban, como cantaba Blondie.
Con la edad se quitan muchas
tonterías de la cabeza, pero aún así los Grey y Varoufakis de hoy no dejan de
ser en cierto modo los malotes de la escuela de ayer, los que parecen brindar
protección a diferencia de los de aspecto enclenque. Aunque yo creo que, en el
fondo, todos buscamos protección cuando nos atrae alguien, ya sea protección
física o emocional. Yo soy bastante
independiente y no busco a una madre que me diga todo lo que debo hacer, pero
sé que a mí me atrae alguien que me pueda dar una sensación de protección
afectiva, alguien que me haga sentir que no me va a jugar una mala pasada, que
no haga la avestruz y que esté cuando la necesite y que me quite las tonterías
que me surgen a veces en mi cabeza. El modelo audaz me puede tirar, pero si va
a ser alguien por quien te desvivas y que a cambio te depare el mismo aprecio
que a otros 30 ó 40, pues a mí no me merece la pena ni voy a tratar de cambiar
lo que no puede ser, en eso he aprendido con los años, como es de desear que lo
hagan aquellas que consideran que el señor Grey es lo más y desdeñan al resto
por parecerles mundanos y corrientes. Porque a veces las mejores fragancias se
guardan en frascos pequeños.
Me leí las primeras 20 páginas del libro y no seguí. Sé que son pocas páginas pues no cuenta lo imporante. Pero como no me convención ni atrapó la historia, para que molestarme en leerlo. Sigo opinando que me parece una mala literatura. No le encuentro valores en esa historia. El típico tío rico y la chica tontita que se enamora y se deja hacer sin más. Me parece muy triste, la verdad.
ResponderEliminarMe sigue sorprendiendo el exsitazo que ha tenido tanto en la venta de libros como gente que ha ido al cine. Aunque afortunadamente no a todas las mujeres les ha gustado. Lo que sí me ha dejado loca. Es una noticia que he leído recientemente. Una chica de veintipocos ha fallecido por imigar las escenas sexuales de la peli. Que me hacen pesar en lo mal que hay que estar para hacer eso, lo digo como me sale. Porque no me entra en la cabeza que lleguen a eso.
Prefiero gasta mi tiempo en leer historias de calidad y ver pelis que me interesen.
Saludos!
Hay mucha gente que solo se acerca a los libros para leer el best seller de turno y si hace unos años fue Ken Follett, de ahí se pasó a Dan Brown y esto es lo último, no tardarán en salir otros. Todos ellos caracterizados por ser literatura de fácil consumo, en la que se intenta que pasen muchas cosas y la prosa sea sencillita de entender, que si no la gente dice que se aburre. Un poco como le pasa al cine más comercial, que tantas veces cae en fórmulas facilonas.
EliminarY esto de Grey ha demostrado que hay mucha gente que quiere saber más del sexo y que aquí ha encontrado una especie de excusa o acicate para verlo como algo más normalizado, aunque se caiga en excesos como el que comentas, fruto de una educación sexual deficiente. Si al menos estas cosas sirven para que algunos no demonicen tanto el sexo pues algo nos habremos llevado.
Un saludete
Me parece triste que la gente vaya a la literatura de ese estilo. Con la cantidad de libros tan buenos que hay en el mercado, y pasan a veces, desapercibidos.
EliminarSi se quiere saber más sobre el sexo, lo mejor de todo, es investigar por uno mismo. Probar cosas nuevas, averiguar loqeu gusta o no..... sin necesidad de leer o ver una película. :D
Un saludo!
A las chicas les gustan los guapos y a los chicos las guapas. Y ya está. Si un chico es un empollón y un friki, pero tiene el físico de Brad Pitt triunfará, aunque lleve gafas. Si otro es un malote, pero parece Bud Spencer no se comerá una rosca. Eso del poder y la rebeldía está muy bien, pero si no acompaña el físico no va a ningún sitio. En un capítulo de Aquí no hay quien viva se describe bien esto en una charla entre dos personajes:
ResponderEliminar-Me está acosando un hombre.
-¿Y es guapo?.
-No, no es guapo. Si fuese guapo diría que he ligado.
Y sobre lo de Grey, yo siempre he dicho que a la gran mayoría de la gente (tíos y tías) les mola el sado, pero bien por vergüenza o por desconocimiento es algo que nunca se ha comentado, sobre todo entre mujeres.
El físico influye, sin duda, pero creo que también la actitud. Un guapo/a lo tiene más fácil para entrar por el ojo, pero si no lo acompaña de algo más, el encanto se apaga. Sin embargo, hay gente menos agraciada que triunfa mucho y es porque, como se dice coloquialmente, "tienen mucho rollo". Y lo del físico a veces se ve también solapado por la cuenta corriente, que como dicen algunos si Grey fuera un albañil en lugar de un millonario no resultaría tan "interesante", es posible (aunque la fantasía del butanero animalote les funciona a muchas, jajaja).
EliminarComo decía en el otro comentario, mucha gente es muy analfabeta en temas de sexo, ya sea por miedo o presión social no saben más allá de estar 10 minutos de misionero y descubren estas cosas y les parecen salidas del averno, con lo que a la repugnancia se les une la curiosidad animal, de "si a otros les funciona voy a tratar de hacerlo yo también"