Seth MacFarlane es un nombre que por si solo no ha
sido muy conocido hasta hace relativamente poco, especialmente fuera de los
Estados Unidos. Ese hombre se encuentra
detrás de series de animación que han seguido la senda de incorrección política
que iniciara “Los Simpson” y ha sido creador de productos como “Padre de
familia”, “Padre made in USA” y “El show de Cleveland”, en los que también ha puesto
voces a varios de los personajes. Hace un par de años quiso dar el salto al
cine y dirigió “Ted”, una película protagonizada por Mark Wahlberg y un oso de
peluche llamado Ted, que tenía la capacidad de moverse y hablar y se integraba
en la sociedad como uno más. El propio Ted tenía la voz en versión original de
MacFarlane, que dotó al personaje del vocabulario sin demasiadas contemplaciones
y de las referencias pop que han dado el éxito a sus series.
“Ted” fue todo un éxito, especialmente en su país de
origen y MacFarlane decidió salir de las bambalinas donde había estado,
parapetado tras sus personajes, para dar la cara y tratar de hacer humor en
primera persona. Así fue como el año pasado fue elegido como presentador de la
gala de los Oscar, un regalo que puede estar envenenado por el alto nivel de
críticas que suelen recibir la mayoría de sus conductores a menos que decidan
hacer sangre sobre el mundo de Hollywood, como bien supo ver Ricky Gervais
cuando fue presentador de los Globos de Oro. MacFarlane sabía que manteniendo un
exceso de corrección, dados sus antecedentes, estaba muerto, así que optó por
hacer un número musical en el que se hacía referencia a actrices y películas en
las que habían enseñado el pecho, con especial relevancia para todas las
películas en las que lo había hecho Kate Winslet y con reacciones pregrabadas para realzar el tono del gag.
Ahora, McFarlane ha dirigido su segundo
largometraje, para el que también se ha colocado como protagonista y con el que
pretende ironizar sobre los tópicos del cine del Oeste, el género americano por
excelencia, en un tono paródico que recuerda a Mel Brooks (“Sillas de montar
calientes”) y al cine de Jerry Zucker, David Zucker y Jim Abrahams, directores
de películas como “Aterriza como puedas” o “Top secret”. Por ahí se mueve “Mil
maneras de morder el polvo”.
A Albert (Seth MacFarlane) lo abandona su novia (Amanda Seyfried) cuando lo ve
huir despavorido de un tiroteo y se empareja con el engreído dueño de la mostachería del pueblo (Neil Patrick Harris). Para demostrarle que no es un cobarde, Albert
aprende a disparar con la ayuda de una atractiva pistolera que llega a la ciudad (Charlize
Theron). Lo que Albert no sabe es que la pistolera es la mujer del forajido Clinch Leatherwood (Liam Neeson).
La película empieza como una del Oeste que hemos visto
tantas veces, con paisajes de Monument Valley (nada de simulaciones en Almería
para abaratar costes), música y títulos de crédito que simulan a los de los
clásicos. Nos ubicamos en un pueblo de Arizona en 1882 y vemos las calles
polvorientas y la gente expectante ante la proximidad de un duelo entre dos
pistoleros, hasta que descubrimos que uno de ellos es el ovejero que encarna
McFarlane y el humor hace acto de presencia. Lo que veremos durante las casi
dos horas siguientes será una sucesión de chistes y gags, algunos más felices y
otros más cutres, con gran presencia de un humor escatológico de
caca-culo-pedo-pis, que a veces hace gracia y a veces empalaga (resulta curioso
la fascinación que hay en el humor americano por los chistes con laxantes de
por medio, ya vistos en multitud de películas).
Lo más acertado de la
película es el sentido paródico que se le dan a los tópicos del western (el
héroe a su pesar, el pistolero malo, la chica dura, los duelos en la calle
principal, las peleas en el salón o las prostitutas de buen corazón) y a una
forma de vida que en el cine siempre ha sido mostrada como un universo de tipos
duros en el que la muerte siempre acechaba a la vuelta de la esquina y donde
nunca se sonreía en las fotos. MacFarlane
es el primero en tomarse muy poco en serio lo que está contando y su personaje
parece trasplantado de nuestro tiempo, criticando e ironizando todo lo salvaje
que había en el Lejano Oeste.
Entre lo bueno de la
película hay que destacar la labor de su reparto, con una buena química entre
McFarlane y una Charlize Theron que muestra una vez más que en el territorio
gamberro es donde más a gusto se siente (si no la han visto, no se pierdan
“Young Adult”, donde para mí hace la mejor interpretación de su carrera, en un
registro más dramático que aquí). Tampoco me quiero olvidar de Giovanni Ribisi
y Sarah Silverman, que interpretan a una curiosa pareja que no va a practicar
sexo hasta estar casados, pero que eso no quita para que ella ejerza la
prostitución y haga de todo con otros hombres en el saloon mientras él la
espera en la planta de abajo con un ramo de flores. Liam Neeson, que desde que
enviudó hace unos años parece haber decidido no dejar de hacer todo tipo de
películas para sobrellevar su situación, cumple como el malo de la función
tirando de carisma.
“Mil maneras de morder
el polvo” es una película que gustará especialmente a los que se rían con el
humor zafio, con guiños a “Regreso al futuro” y “Django desencadenado” y que
deja el regusto de ser un sketch alargado del programa “Saturday Night Live”.
Para pasar un rato divertido y poco más.
En un tono más serio se
mueve la nueva película del director español Nacho Vigalondo, que logró cierta
repercusión en nuestro país cuando hace unos años fue nominado al Oscar al
mejor cortometraje por su “7.35 de la
mañana”. Debutó con “Los cronocrímenes” y siguió con “Extraterrestre”, dos
muestras de cine fantástico mezclado con costumbrismo que pasaron sin pena ni
gloria por las salas y que le han dado un aura de director de culto, de esos de
los que se habla en círculos especializados pero a los que la gente de a pie
apenas conoce. Su tercer largometraje, “Open Windows” llega ahora a las
pantallas para contar una historia muy influida por las nuevas tecnologías de
las que disponemos hoy día.
Nick (Elijah Wood) se considera un chico con suerte porque va a conocer a
Jill Goddard (Sasha Grey), la actriz más excitante del momento. Jill
está promocionando su última película y Nick ha ganado una cena con
ella en un concurso on-line. Poco antes de salir, un tal Chord (Neil Maskell) le
comunica que la caprichosa actriz ha cancelado la cita. Para
compensarlo, le ofrece a Nick la posibilidad de espiar a Jill durante la
noche desde su portátil.
Vigalondo afronta en
“Open Windows” su mayor reto como director a la hora de contar una historia con
un lenguaje visual fragmentado, en el que la trama se va desvelando en varias
ventanas de la pantalla de un ordenador que muestra los escenarios donde se
desarrolla la intriga. Este es un desafío del que el director consigue salir
airoso, mostrándonos con ligeros movimientos de cámara hacia donde debemos
centrar nuestra atención. De esta manera, el
espectador acaba adoptando el punto de vista de Nick, un fan ilusionado con
conocer a su actriz favorita. Lo que no puede prever es que se va a meter en un
lío de narices a su pesar, siendo objeto de oscuras maniobras que lo pondrán en
el punto de mira, tal y como plantean muchas de las tramas del cine de Hitchcock. En esta ventana
indiscreta cibernética el tipo normal deberá convertirse en héroe si quiere
salvar a la chica de la amenaza que se cierne sobre ella.
El propio Vigalondo ha
reconocido tener a Brian De Palma, alumno aventajado del maestro del suspense,
como referente a la hora de hacer esta película y a la narrativa de pantalla
partida, de mostrar acciones paralelas en lugares diferentes que ha aplicado
tantas veces el director de “Impacto”, “Doble cuerpo” o “Femme Fatale”. Una
narrativa que refuerza el papel del espectador como “voyeur”, como un mirón que
siente curiosidad por todo lo que se desarrolla ante sus ojos y que en
ocasiones es capaz de ver lo que va a suceder antes de lo que sepan sus
protagonistas, un elemento que el propio Hitchcock estimó básico para crear
suspense.
Como Hitchcock y De
Palma han mostrado en varias ocasiones en su cine, en “Open Windows” es una mujer la que está en
peligro y es un peligro que nace del deseo, de alguien que busca consumarlo de
una manera anormal, pero que no se diferencia tanto del héroe, que también
desea a la mujer, aunque de un modo menos peligroso. En ese sentido, es un
acierto incluir a Sasha Grey como esa actriz deseada, dado el pasado de Grey
como icono del cine pornográfico y como fantasía para tantos hombres (y algunas
mujeres). La película habla también
de los peligros de la sobreexposición que han creado las nuevas tecnologías, de
la posibilidad de ser esclavos de unos aparatos que al mismo tiempo nos
solucionan muchos problemas. La tecnología es la que pone en peligro a Nick y a
Jill, pero también es la que les ayuda a luchar contra el mal que les acecha.
Vigalondo sabe mantener
la intriga y construye una trama muy entretenida que se sigue con interés.
Resulta un poco más forzada en su tramo final, cuando se producen una serie de
giros precisamente demasiado peliculeros, donde el artificio se hace más
evidente. Hasta ese momento somos testigos de un interesante proceso que pierde
un poco de fuelle cuando se revela el truco final. De todos modos, es un mal
menor para una película bien dirigida e interpretada y que me ha dejado con un
buen sabor de boca tras las malas sensaciones que experimenté en su momento con
“Los cronocrímenes”, para mí una película que se quedaba a medio camino de casi
todo.
"Ted" me hizo gracia pese a ser una tontería y en su momento seguí la serie "Padre de familia", pero esta peli tiene una pinta horrible. Sólo con ver el poster me siento incapaz de meterme en situación, veo a Liam Neeson y a Charlize Theron disfrazados de vaqueros, no me los creería nunca. Y las críticas son horribles.
ResponderEliminarLa de Elijah Wood no me llama nada, pero decir que "Young adult" me pareció un rollo y para colmo la vendieron como una comedia y no lo es para nada.
La peli se construye en torno al humor guarro y tontaina, de modo que a los que no les interesa ese tipo de humor la peli les puede parecer un poco basuresca, pero a mi siempre me hace reir y me ha funcionado.
Eliminar"Young adult" tiene mayores dosis de drama que de comedia y es una peli cuya protagonista es de una personalidad bastante detestable, pero al mismo tiempo es muy vulnerable y acaba dando pena. Me encanta el trabajo que hace Theron en ese personaje, le va como anillo al dedo