Estaba el otro día escuchando la radio y en un programa se pusieron a recordar el ya mítico consultorio de la Doctora Elena Francis, un espacio que acompañó durante muchos años a nuestros padres y abuelos, especialmente en el sector femenino. El consultorio se emitió entre los años 1947 y 1984 y se estructuraba en torno a la correspondencia que dirigían las oyentes a una supuesta experta, que contestaba a las dudas, consultas y confidencias planteadas. Las cuestiones planteadas iban desde los temas estrictamente domésticos, como cocina o jardinería, hasta salud, belleza y problemas sentimentales o incluso psicológicos.
El espacio surgió en la década de los años cuarenta, un momento de renovación en los contenidos de los programas de radio en España. Comenzó sus emisiones en 1947 a través de Radio Barcelona, desde donde emitió hasta 1966. Posteriormente se radiaría por Radio Peninsular y por Radio Intercontinental y debido al descenso en los índices de audiencia, el programa dejó de emitirse a partir del 31 de enero de 1984. Desde los inicios del programa las respuestas a las consultas fueron redactadas por un equipo de guionistas y leídas por locutoras profesionales que prestaban su voz a la imaginaria Doctora Francis.
El personaje de Elena Francis me sonaba de oírlo comentar de testimonios de la época y de gente que lo había escuchado en su momento y ha sido a través de ese reportaje que escuché el otro día por lo que me he interesado en conocer un poco más. Valga este documento como prueba.
Una vez escuchado no cuesta deducir por qué el programa terminó en 1984, ya que en aquellos años este programa debía sonar a naftalina pura y dura, a rescoldos de los años franquistas. Nótese el tono moralista y conservador de las respuestas a las consultas de las mujeres que solicitan consejo a Elena Francis, con casos de lo más variopinto. En el de la infidelidad de la esposa que denuncia una hija se le recomienda no decir nada al padre y callar para guardar las apariencias, en el de una novia que no sabe si casarse con su novio porque no le parece atractivo se le recomienda mirar para otro lado, lo mismo que a una mujer que descubre que su marido va a bares a encontrarse con otros hombres. En definitiva, respuestas muy correctas que enseñan a mantener la corrección en lo aparente, corriendo un tupido velo sobre los complicados caminos que siempre emprende el ser humano, la premisa del "aquí no pasa nada" que tan bien han practicado los conservadores de todas las épocas. La gente que hacía el consultorio sabía en que régimen se encontraba y tampoco podía ofrecer soluciones audaces que enturbiasen las buenas costumbres que vendía la retórica franquista.
Imagino que este consultorio era la única posibilidad que tenían muchas mujeres de contar las cosas que les inquietaban y que no podían compartir con los demás por aquello del "qué dirán", algo que por otra parte no pasa de moda. Siempre queda alguien en mejor lugar cuando vende que su vida es maravillosa, aunque sea una gran mentira, que cuando cuenta sus problemas, que pueden provocar ironías, recriminaciones e incluso fugas de sus seres cercanos, que no quieren verse implicados en problemas ajenos, porque bastante tienen con los suyos. Todos hemos visto a gente que parece que no tiene ningún problema, porque no habla de esos asuntos y luego alguien te descubre cosas bastante penosas sobre ellos, algo que a mí siempre me da pena por esa cerrazón. Hay una teoría muy extendida de que a nadie le importan los problemas de uno y en parte me parece un error, por aquello de guardárselo todo como si tal cosa y crear una serie de represiones malas para el espíritu, además de la hipocresía de pretender que tu vida es impecable.
No voy a negar que también yo caigo en ello, ya que en este blog cuento cosas que no le cuento a todo el mundo que conozco, aunque con los años he aprendido a distinguir a quién merece la pena contar según que cosas, que hay conocidos con los que se habla de aspectos más banales y amigos con los que se hablan cosas más profundas. Y por eso tengo claro que esto al final es un "quid pro quo" y que si alguien no quiere compartir sus inquietudes vitales contigo tampoco está muy por la labor de que tú lo hagas con él o ella. Y es más triste cuando ves a gente que usa las confesiones de otros para criticarlos, como si estuvieran más allá del bien y del mal y luego compruebas la basura que guardan debajo de la alfombra, que quizá por eso critican esas debilidades ajenas.
Así que testimonios como los del consultorio de Elena Francis nos dejan claro que hay problemas que son universales y atemporales, que muestran que es una estupidez eso de decir que antes la gente era más inocente que ahora. No hay como asomarse a la historia para darse cuenta de que el ser humano siempre ha sido, con algunos cambios sociales, más o menos parecido.
En vista de las respuestas que daban en el el programa creo que era igual de práctico pedirle consejo a un cura, que también sería confidencial, pero imagino que muchas de las mujeres que escribían pensaban que la doctora era real y querían conocer una opinión femenina (aunque quizá entre los que respondiesen no hubiera luego ni una mujer).
ResponderEliminarTodos en la vida tenemos problemas y necesitamos a veces desahogarnos, pero encontrar con quién hacerlo no es fácil. A veces hablar con un amigo íntimo también cuesta.
Sí, el tono era un poco de confesionario, que también era la otra vía de escape para muchas mujeres que no tenían a nadie a quien confiar según qué cosas.
EliminarHay temas que por ser espinosos no nos atrevemos a tratar con otra gente, incluso la de confianza, por temor a ser juzgados o a que nos aprecien débiles, por miedo a decir cosas que puedan volverse en nuestra contra. Por eso es bueno encontrar a alguien que nos sirva de confidente y nos pueda dar buenos consejos o que al menos nos sepa escuchar sin hacernos mal
Yo siempre he soñado con tener un consultorio como el de esta señora, me encantaría :) Aunque yo prometería ser mucho mas moderna. jiji
ResponderEliminarY sobre todo real, porque todo el mundo creo que pensaba que de verdad le contestaría esa supuesta señora correcta y elegante.
Me ha hecho gracia ver que has puesto una imagen que vi yo ayer buscando la imagen que iba a poner de fondo en un correo...
Besos
Luego ha habido y sigue habiendo sucedáneos de ese programa, con todos esos espacios que aconsejan a oyentes preocupados por algún tema o esos programas para chavales en los que se habla de sexo. Siguen siendo consultas de oyentes y gente que responde.
EliminarTodos pensaban que Elena Francis era real y hasta se ofrecían imágenes de ella y supuestas entrevistas, era un entramado muy bien montado hasta que poco antes de su cancelación se dio a conocer la verdad. Y seguro que entre sus seguidoras de entonces hay muchas que siguen pensando en que Elena Francis sigue por ahí. Justo la imagen que dices es una de las oficiales del consultorio, con esa esposa amantísima haciendo sus labores de punto mientras escucha los consejos de Francis en la radio.
Besos
Yo le escribí más de una vez. Una era porque tuve un hijo como madre soltera y pregunté si encontraría algún chico que me quisiera a pesar del bebé. Y varios chicos buenas personas quisieron conocerme y fuimos a tomar algo. También quiero decir que había otro programa similar en las mismas fechas, al que también escuchaba y había escrito, y era el de Montserrat Fortuny (patrocinado por Laboratorios Eupartol). La Sra. Elena Francis hablaba con más severidad. Esperábamos el programa sentadas y calladas hasta que terminaba.
EliminarHombre, pues me alegro de tu comentario, de alguien que vivió de primera mano todo aquello. El consultorio de Elena Francis pretendía ser un garante de la sociedad conservadora del franquismo, de ahí esa severidad que comentas, seguramente te dijeran que aquello de ser madre soltera estaba mal y que debías buscar al hombre con el que formar una familia tradicional. No obstante, para muchas mujeres ese consultorio era una forma de manifestar problemas e inquietudes diversas, de sacar a la luz cosas que no podían hacer de otra manera.
EliminarGracias por pasar por aquí