La "buddy movie" es un género que tuvo su gran momento de expansión en los años 80, con el éxito de películas como "Límite 48 horas" y la saga de "Arma letal". Este tipo de cine se caracteriza por unir siempre a dos protagonistas muy diferentes entre sí por carácter, inquietudes e incluso por la raza, aspectos que les hacen llevarse mal en un principio. Pero como ambos están en una película de colegas, al final se acabarán entendiendo y formarán una sólida sociedad a base de reírse de las cosas que les disgustan del otro. Ese es el caso de Denzel Washington y Mark Wahlberg en "2 Guns".
La película es la adaptación de un cómic de Steven Grant que cuenta la historia de un agente de la DEA, Bobby Trench (Denzel Washington), y un oficial de la Inteligencia Naval, Michael Stigman (Mark Wahlberg), que creen haberle robado 43 millones de dólares a un narcotraficante mexicano (Edward James Olmos). El problema consiste en que en realidad ese dinero no es de la organización criminal, sino de una sección corrupta de la CIA comandada por el implacable agente Earl (Bill Paxton). Además, ni Trench ni Stigman saben que su compañero es un agente oficial, estando ambos en misión encubierta a las órdenes de otra agente de la DEA (Paula Patton) y un oficial de la Marina (James Marsden). Así que Trench y Stigman deberán colaborar a su pesar para tratar de salir airosos de un enredo a varias bandas.
El islandés Baltasar Kormákur ("Contraband") aplica la fórmula infalible de la "buddy movie" y lo hace ayudado por el buen trabajo de sus protagonistas. Ambos hacen una vez más de si mismos (Washington tiene el registro canalla y el intenso/moralista, que usa según el tipo de película en la que esté y aquí tira un poco de ambos. Por su parte, Wahlberg opta por el único registro que tiene, el de tío cachas esforzado y entregado a la causa) y eso es suficiente para establecer una química interesante y hacer a sus personajes más cercanos y accesibles al espectador.
En cuanto a los secundarios, la suerte es desigual. Dos veteranos como Edward James Olmos ("Blade Runner") y Bill Paxton ("Twister", "Titanic") dan vida a los malos de la función con un agradable toque histriónico, sabedores del tipo de filme en el que se encuentran. No están tan acertados unos despistados James Marsden (con el que siempre tengo la sensación de que la mayoría de los papeles que hace le vienen grandes) y Paula Patton, que nos regala un par de momentos muy interesantes a los que somos fans de su cuerpazo, pero que no convence en su rol de agente a ambos lados de la ley y que tiene un lío con el personaje de Denzel Washington (con el que ya coincidió en "Dejá Vu", la película que empezó a popularizarla hace unos años).
Baltasar Kormákur nos ofrece una historia muy entretenida, cargada de toques humorísticos y que se deja ver muy bien, dejando un resgusto agradable. Una muestra de que aunque la película sea de acción, algo de guión y buenas interpretaciones tampoco vienen mal.
Y de una película que mezcla acción y humor pasamos a otra que apuesta por la calma y el drama, un género que no suele ser muy apreciado por el gran público a no ser que haya una gran epopeya por detrás o ciertas dosis de pornografía emocional que busquen la lágrima fácil. Para mí el buen drama es aquel que te sacude y te hace plantearte ideas, el que trata las cosas desde una óptica naturalista, sin grandes aspavientos ni músicas grandilocuentes. Que sea una muestra de todas esas pequeñas decepciones que sufres mientras el resto del mundo sigue moviéndose, ajeno a lo que puedas estar pasando. A esa categoría pertenece "La herida".
"La herida" narra la peripecia de Ana (Marian Álvarez), una mujer de 28 años que se siente útil y satisfecha en su trabajo rutinario ayudando a otros. Sin embargo, fuera de su jornada laboral, Ana tiene serios problemas para relacionarse, pues es socialmente torpe, incluso agresiva, con las personas más cercanas y queridas, lo que le lleva a tener una gran insatisfacción con la vida y a autolesionarse. Fernando Franco debuta como director tras dedicarse hasta ahora al montaje de las películas de otros ("Bon Appetit", "Blancanieves") y lo hace con la historia de una mujer que sufre un trastorno límite de personalidad (también llamado "borderline") no diagnosticado.
Ana solo encuentra algo de felicidad en su trabajo con personas discapacitadas intelectualmente, enfermos de Alzheimer y de Síndrome de Down que están tan alejados de la normalidad como ella. No comprende por qué no gestiona sus sentimientos, no entiende su dolor y se hace cortes o se apaga los cigarrillos en su cuerpo para tratar de canalizar esa frustración en un dolor concreto. Los demás ya la han etiquetado por sus reacciones y para ellos es la rarita que nunca se sabe por dónde va a salir, algo que le lleva a sentirse aún más frustrada. Ella es alguien de decir "te quiero" y "eres un hijo de..." en la misma frase, como en los mensajes de voz que le deja a un novio que nunca responde, seguramente espantado por esa forma de ser. Pero si Ana no se entiende a sí misma, tampoco lo hacen los más cercanos a ella, que como mucho la toleran, sin tomarse la molestia de ver qué es lo que le ocurre. Ana está sola porque nadie se interesa de verdad por ella y sola es como debe tratar de luchar contra sus demonios interiores.
Fernando Franco filma esa soledad centrando su cámara en Ana, mientras los demás son muchas veces figuras borrosas en torno suyo, que apenas entran en plano, con pocos diálogos y muchos silencios. A ello le ayuda el magnífico trabajo de Marian Álvarez, una actriz apenas conocida y que ya tiene en su haber dos premios en festivales internacionales (hace unos años ganó en Locarno por su papel en "Lo mejor de mí", otro drama muy reivindicable y ahora acaba de vencer en San Sebastián). Franco firma un drama seco, cercano al cine de Michael Haneke (hay algo aquí de "La pianista", aunque aquella era aún más dura) y de los hermanos Dardenne (especialmente de "Rossetta").
Un drama en el que no hay grandes catarsis para sacar la lágrima (catarsis que al final sirven de consuelo), aquí solo hay incomprensión y soledad, lo que no la convierte en un cine muy comercial porque ésta es una película de las que dejan poso amargo. El mismo poso amargo que a veces nos deja la vida.
Creo que a James Marsden no le trago desde las pelis de X Men. Y Paula Patton pues es lo que es, no hay más me parece a mí.
ResponderEliminar"2 Guns" me gustó mucho, pero la otra peli que comentas no me llama nada. Esos dramas chungos y cotidianos de soledad y demás... me amargan.
Yo todavía estoy por ver un papel en el que James Marsden me pueda convencer, creo que ha tenido suerte en ciertas elecciones que le permiten seguir ahí, porque por méritos no le acabo de ver. Y Paula Patton aparte de estar muy bien me parece una actriz interesante por lo que le he visto otras veces, pero aquí no da mucho la talla.
Eliminar"La herida" es una de esas películas que no va a tener el favor de la taquilla como pueden tener dramas mucho más manipuladores por su tono seco y naturalista, lejos de los recursos de culebrón que hacen triunfar a otras cintas. Ya desde el principio se ve que no es una película muy comercial que digamos, lo que no le quita interés