El pasado domingo "El País Semanal" lanzó su edición con cuatro portadas diferentes, en las que posaban diferentes modelos y actrices. En dos de esas portadas podíamos encontrar a María Valverde y Elena Anaya, dos de mis actrices españolas favoritas y a las que sigo desde hace años.
A María Valverde tuve la oportunidad de entrevistarla hace poco más de cuatro años y me dejó totalmente hechizado por toda la belleza y el encanto que transmitía. Ese día estaba un poco constipada y con fiebre según me comentó antes de empezar la entrevista y aún así estuvo encantadora, respondiendo con desenvoltura a todo lo que le respondía mientras yo trataba de no quedarme con la boca abierta y que se me cayera la baba. Por aquel entonces cuando hablaba con la mayoría de gente que había entrevistado a María Valverde, con suerte la ubicaban algunos por su papel en "La flaqueza del bolchevique", pero muchos no tenían ni idea de quién era. Ahora que ha participado en "A tres metros sobre el cielo", esa gente ya le pone cara cuando mencionas su nombre. Porque tengo comprobado por lo que observo en el gran público que si eres un intérprete español, si no sales en la tele o en películas supertaquilleras, no te conoce ni el tato.
Podría hablar mucho más de María Valverde, pero voy a dejar el extracto que dedica a ella el reportaje, que define bastante bien muchas de las cosas que me hace sentir:
"La boca, los pómulos, la nariz, la frente. Bajo los focos, la cara de María Valverde restalla con la luz, la tersura y la plenitud de los 25 años. El tiempo ha añadido elegancia a la insolencia del rostro que volviera loco al personaje que interpretaba Luis Tosar en La flaqueza del bolchevique, la película que lanzó a la fama a los 16 años a esta actriz que, desde entonces, se ha convertido, además, en una de las mujeres más requeridas por las firmas de lujo como percha de sus creaciones en eventos y alfombras rojas. Esa clase natural, más que una belleza epatante, es su mejor activo, tanto para brillar en primera línea de su profesión como para poder pasar desapercibida cuando lo desea. “Siempre me he considerado una mujer que no llama la atención a primera vista, y tampoco lo pretendo. De hecho, cuando me encuentro más favorecida es cuando me voy a ir a la cama. Justo cuando me he desmaquillado y estoy cansada. Creo que la actitud que uno tenga, la verdad con la que uno quiere vivir, es lo que te hace estar guapa por dentro y por fuera”.
Otra de las protagonistas era Elena Anaya, una actriz que se puso en el mapa con su papel subido de tono en "Lucía y el sexo", pero que ya llevaba algunos años haciendo cine. Yo la había visto en películas como "Familia", "Las huellas borradas" o "El invierno de las anjanas", luciendo su característico pelo corto, que solo ha abandonado en ciertas ocasiones. La primera vez que a vi me quedé con su nombre y me hizo gracia cuando todo el mundo se preguntó de donde había salido esa chica tras ver "Lucía y el sexo", donde eclipsaba a la protagonista, la entonces más famosa Paz Vega (por su papel en "Siete vidas", la fama de la tele que comentaba). En aquella película tan vacía como pretenciosa, Anaya mostraba que tras ese fisico menudo se ocultaba todo un cuerpazo y que como actriz podía ser adorable e inquietar al personal.
En los últimos años, Anaya ha salido algunas veces en revistas del corazón por su relación con otra mujer y por lucir delgada de más en otras ocasiones. Mientras tanto, se ha hecho un nombre en el cine español y haciendo papeles como el de "La piel que habito", donde está estupenda. A ella no la he entrevistado, pero el pasado verano tuve la oportunidad de verla en persona en el metro. Yo volvía a casa y de repente se pone delante mío una chica a la que miro por encima mientras pienso en lo que se parece a Elena Anaya. Vuelvo a mirar y resulta que era ella, que me lanzó una mirada tímida y desconfiada, de quien se sabe reconocido cada vez que sale a la calle. Iba sin maquillar, con el pelo recogido en una coleta y vestía una camiseta y un pantalón vaquero, nada que llamara especialmente la atención, pero me produjo curiosidad lo menudita que es, la figura que tiene para lo poca cosa que parece y lo guapa que sigue siendo al natural.
Aquí también voy a añadir el párrafo del reportaje referido a ella, que me parece bastante interesante:
"El verano que cumplió 15 años, Elena Anaya (Palencia, 1975), experimentó la primera de la continua serie de evidencias que desde entonces le recuerdan diariamente que, aunque no es algo que ella “tenga presente” en su vida, su presencia resulta más que agradable a los demás. Puede que no sea una belleza epatante –es menuda, mínima, delicada, con un ojo de cada color- pero sí irresistible. “Estrené un vestidito y, al pasar por una obra, oí un ‘viva el verano’. Como no me di por aludida, ya se encargaron de gritarme algunas cositas más para que me diese cuenta de que sí, que era para mí el piropo. De todas formas, creo que resultarle atractivo a alguien es muy relativo. Para mí, la belleza reside en el alma de las personas, en todo lo único y maravilloso que tienen que ofrecer a los demás.
Anaya, una de las actrices más hermosas de su generación, está reproduciendo, quizá sin saberlo, la primera acepción de la palabra “belleza” recogida por el Diccionario de la Real Academia de la Lengua: “Propiedad de las cosas que hace amarlas, infundiendo en nosotros deleite espiritual”. Hay que descender hasta la cuarta para encontrar la definición de “belleza ideal”: “Principalmente entre los estéticos platónicos, prototipo, modelo o ejemplar que sirve de norma al artista en sus creaciones”.
Creo que la definición de belleza de la Real Academia Española es muy cierta, porque ese deleite espiritual es lo que sentí el rato que estuve con María Valverde y en el que vi a Elena Anaya. Y el mismo que siento cuando observo a mujeres bellas, a las que puedo estar mirando durante horas, como tratando de entender la fascinación, tratando de absorber eso tan especial que transmiten.
Son dos actrices verdaderamente buenas y, sí, guapas. A María Valverde la descubrí con la película de "3 metros sobre el cielo" y su aspecto de niña pequeña en el mejor de los sentidos siendo toda una mujer, me encantó desde el primer momento.
ResponderEliminarTiene esa carita de infinita inocencia y paz a la vez que le da mil vueltas a mundo. Y como bien dices, son dos mujeres de esas a las que te quedarías horas y horas mirando por contemplar hasta el movimiento de las pestañas.
Una entrada muy buena.
Un abrazo.
María Valverde tiene un algo muy especial, muy dulce y muy adorable, de ganas de darle un beso, un ángel que se tiene o no se tiene. Así como hay personas que transmiten un gran atractivo sexual, el de Valverde es un atractivo que inspira cariños y caricias
EliminarMe gustan mucho, ambas. Anaya estuvo impecable en La piel que habito y desde entonces he seguido su trayectoria. Y a Valverde la verdad es que sólo la he visto en A 3 metros sobre el cielo, una película supertaquillera no muy buena en mi opinión, aunque no pueda negar que la chica lo hizo muy bien. La encuentro guapísima y estoy segura de que es tan maja como dices.
ResponderEliminarBesos^^
Elena Anaya está muy bien en "La piel que habito" y con todo lo que me gusta, consiguió que su personaje me diera algo de repelús por sus orígenes (que no destriparemos para los que no han visto la película), por cómo logró que sintiera que todavía estaba viendo a la persona anterior.
EliminarBesos para ti también