jueves, 28 de febrero de 2013

Ensoñaciones


Cada vez que veía a una mujer de espaldas recordaba sus tiempos de estudiante, cuando sentado en clase si la materia le aburría se ponía a observar a las chicas que tenía sentadas delante suyo. Y no es que se pusiera a observar lo evidente en esos casos, buscando que a alguna el pantalón se le bajara un poco más de lo normal y se vislumbrara la ropa interior. A él le gustaba más observar sus cabellos, su nuca y sus hombros, si éstos estaban al aire.

Había oído decir que a muchas mujeres les gusta que les toquen el pelo y se preguntaba cómo sería juguetear con los cabellos de la muchacha que tenía delante. Había visto a otras chicas acariciando el pelo o haciendo trenzas a las que estaban sentadas delante suyo, dejando ambas que ese impulso las dominara. Que por un momento dejaban de pretender ser mujeres, tan habitual en esos tiempos de adolescencia y se conformaban con ser las pequeñuelas que habían sido hasta hace poco.

Él era un chico y no podía hacer esas cosas, si osara poner una sola mano en el pelo de la chica que estaba sentada delante suyo le iba a caer una buena por atrevido. Por ello, se limitaba a fantasear en cómo sería acariciar sus cabellos, pasar la mano por esa mata frondosa de pelo, a veces morena, a veces rubia, otras veces castaña. Cómo sería recogerle el pelo hacia atrás con sus manos, cómo sería pasar los nudillos por su nuca, cómo sería rozar la piel que había dejado al descubierto con la yema de sus dedos y verla erizada por el efecto del roce.

También gustaba de ver los hombros de las chicas cuando estaban al descubierto. De piel blanca, de piel morena, huesudos o carnosos, con lunares o sin ellos, dejando ver a veces las tiras del sujetador. También se sentía tentado a acariciar esa parte, le gustaba esa suavidad de la piel en la zona.

Era curioso como podía efectuar diversas ensoñaciones sólo con esa pequeña parte del cuerpo, sin necesidad de ver la cara de la chica. Pero al fin y al cabo eran sólo ensoñaciones que no iban a pasar de ahí, porque para la mayoría de esas chicas él no era nadie.

Pasado ese recuerdo de sus años más jóvenes su pensamiento se iba hacia ella, hacia esa chica tan hermosa en la que pensaba todos los días. Esa chica a la que no podía dejar de mirar, que le hacía sentirse tan bien, que le abstraía de todos los males, le hacía ver que había algo precioso en la vida. A esa chica la había tenido siempre cara a cara, nunca la había estado observando desde atrás y había podido sentir el contacto de su pelo, había podido besar uno de sus hombros y sentido el roce de la piel de ella en las yemas de sus dedos.

Por fin le podía poner cara a sus ensoñaciones, esa cara que tanto tiempo había estado esperando.

2 comentarios:

  1. Al final va a ser verdad que los colegios mixtos aumentan el fracaso escolar ;P

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    1. Jajaja, sí, es que dan muchos motivos de distracción, especialmente cuando las hormonas bullen y las asignaturas son tremendamente aburridas

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