Ella se miraba los pies. Le habían pintado las uñas de color violeta para un reportaje sobre pinturas y maquillaje. A las marcas les gustan mucho sus manos y sus pies y ya había hecho varios anuncios de productos de cremas manos y otras cosas de cosmética. Está mirando esas uñas violeta y las toca con aire distraído mientras piensa. Está ovillada en un sillón en una espaciosa habitación de hotel, mirando por la ventana el atardecer. Esa es su única exigencia en los hoteles, que su habitación esté lo más alta posible para ver los atardeceres, que siempre la han fascinado. Le gusta acurrucarse en los sofás, sintiendo el contacto de los tejidos en su piel mientras piensa en sus cosas o deja la mente en blanco.
Ya ha oscurecido y sigue pensando en él. El fotógrafo al que había conocido tiempo atrás le había dicho que quería mantener una relación abierta, una excusa para poder montárselo con quien quisiera sin cargos de conciencia. Él se acostaba con modelos y admiradoras y ella le mentía, diciéndoles que también tenía sus escarceos, buscando darle celos sin éxito. Entre los viajes de ella y él solo se veían de vez en cuando y eran fantásticos esos momentos de pasión en los que no salían del cuarto en todo el día y donde cada momento era todo un mundo. Finalmente él se iba y ella se quedaba allí sola, con una gran sensación de abandono, olfateando y acariciando las sábanas y su propia piel, buscando su rastro perdido. Uno de esos días de abandono y tristeza le había llegado un mensaje de un antiguo amor, que 4 años después de hablar con ella por última vez le había escrito para preguntarle por su vida.
A él le había conocido antes de hacerse modelo y por la manera de escribir es probable que no conociera esta faceta suya, ella estaba lejos de ser una de esas top models que copan portadas de revistas. Aún recuerda ella como le había declarado su amor años atrás, lo había hecho por carta, al estilo tradicional y él le había respondido que no podía ser, que le apreciaba mucho pero como amiga solamente, lo clásico en este tipo de contestaciones. Poco después de aquello ambos dejaron de hablarse, quizás porque ya estaba todo dicho, hasta este momento. Él le contaba que vivía con su novia y lo que había estado haciendo profesionalmente, al tiempo que le pedía noticias suyas.
Por una parte quería restregarle por la cara que era modelo para varias marcas y viajaba por varios países, codeándose con mucha gente guapa, que se diera cuenta de lo que había perdido. Aunque por otro lado prefería no hacer nada. Si hacía algo demostraría que aún le importaba y lo cierto es que lo tenía olvidado desde hacía mucho. Quizás él solo quería saber de ella porque le había venido a la memoria, del mismo modo que él en su día había ignorado sus llamadas y sus mensajes cuando ella le tenía en todo momento en su mente. O quizás se había enterado de que era modelo y quería tirar del hilo, a ver si había suerte y renacían antiguos sentimientos y él se daba el lujo de seducir a una modelo. O quizás estaba mal con su novia y se había dado cuenta de lo que había perdido hace años.
Y entonces dudaba, porque otra parte de si misma quería joder a su novio infiel y también darse el gustazo de hacer caer al antiguo amor y que fuera ella la que dijera que no podían ir más allá. No sabía lo que haría, probablemente no haría nada, como casi siempre. Seguiría la táctica del avestruz y escondería la cabeza hasta que todo se solucionase por si solo. Mientras pensaba en todo eso miró una vez más sus uñas de color violeta y se puso a escribir al móvil: "Hola, que sorpresa ver un mensaje tuyo...".
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