martes, 24 de junio de 2014

"The invisible woman" y "500 días juntos". Amor literario y amor real

"Eres parte de mi existencia, de mí mismo. Has estado presente en cada una de las líneas que he leído, desde que vine aquí, un vulgar y tosco pobrecillo cuyo corazón heriste ya entonces. Has estado presente en cada proyecto desde aquel día, en el río, en las velas de los barcos, en los marjales, en las nubes, en la luz, la oscuridad, el viento, los bosques, el mar, las calles. Has encarnado cada fantasía con la que mi mente ha tropezado. No son más reales las piedras de las que están hechos los más recios edificios de Londres, ni tendrías mayor dificultad en desplazarlos con la mano de lo que han sido y seguirán siendo para mí tu presencia y tu influencia, allí y en todo lugar. Estella, hasta el último instante de mi vida no podrás sino ser parte de mi carácter, parte de lo poco que de bueno hay en mí, parte de lo que de malo llevo. Pero en esta separación, sólo puedo asociarte a lo bueno y fielmente te recordaré vinculada a ello, pues tienes que haberme hecho más bien que mal, cualquiera que sea la punzante tristeza que ahora pueda sentir."

(Charles Dickens en "Grandes esperanzas") 
 

Ralph Fiennes es uno de esos actores británicos criados en el teatro, con algunos papeles de época a la espalda y que en un momento dado dieron el salto al cine de Hollywood para aportar algo de la clásica personalidad inglesa. Debutó como actor en el cine a principios de los 90 interpretando a Heathcliff, el tormentoso protagonista de “Cumbres borrascosas”, donde compartió cartel con Juliette Binoche y saltó a la fama como nazi malvado en “La lista de Schindler”, por la que fue nominado como mejor actor de reparto. Repetiría nominación, esta vez como protagonista en 1996 por su intervención en “El paciente inglés”, de nuevo con Juliette Binoche y con Kristin Scott Thomas. Por aquellos años, Fiennes era lo que hoy puede ser Michael Fassbender, un joven actor del que se quería explotar su encanto oscuro, nacido de un gesto hosco y una mirada turbia. Su participación en la desastrosa “Los vengadores” (no la peli de los superhéroes de Marvel, sino una adaptación de una serie de los años 60) le relegó a papeles secundarios de todo tipo, casi siempre de tipo infame, hasta que su participación como Lord Voldemort en la saga de Harry Potter le ha dado una segunda oportunidad. Hace apenas unos meses le vimos en una estupenda actuación en “El Gran Hotel Budapest” y ahora llega a las pantallas “The invisible woman”, su segunda incursión como director, tras debutar adaptando a Shakespeare con “Coriolanus”.

Fiennes ya participó hace un par de años en una nueva adaptación de “Grandes esperanzas”, precisamente el libro en el que parece ser que Dickens plasmó parte de lo que le hizo sentir la joven Nelly Ternan durante la aventura amorosa que mantuvieron cuando el escritor inglés pasaba ampliamente de los cuarenta años mientras que la joven apenas pasaba de la mayoría de edad. En el momento en el que se desarrolla la historia, Dickens aparece como una persona asentada en lo económico y profesional que ve reconocido su trabajo por el público de su época. Un hombre afable que se preocupa por los más desfavorecidos tanto como en sus novelas.

Nelly (Felicity Jones) es una joven aspirante a actriz que ha leído a Dickens (Ralph Fiennes) y le gusta cómo le hacen sentir sus libros, de ahí que al principio se sienta fascinada por conocer de cerca al creador de todos esos momentos. Sin embargo, detrás de ese hombre aparentemente bonachón y preocupado del sufrimiento ajeno Nelly descubrirá que se esconde un carácter un tanto algo caprichoso, de niño grande que se obsesiona con su trabajo y que descuida las relaciones con quienes le rodean. De un hombre que trata a su mujer y madre de sus 10 hijos como si fuera una sirvienta, sin tenerla excesivo aprecio por su falta de cultura pero sin separarse de ella por miedo a la condena social. Aunque Nelly no puede evitar sentirse atraída por el escritor, será éste quien desarrolle una mayor obsesión hacia ella, al ver en esa joven de espíritu instruido y sensible a un alma gemela con la que poder compartir aquellas cosas que solo puede volcar en sus libros. Una relación que tendrá que desarrollarse a escondidas y en la que Nelly será la mujer invisible que acabará influyendo en la obra del autor.

El tono ambiguo que siempre da Fiennes a los personajes que interpreta viene aquí que ni pintado para este Dickens que es presentado como un hombre con defectos, esencialmente bueno pero que no es un santo caído del cielo. Un hombre que conoce lo bueno y lo malo que habita en las páginas de sus libros. Felicity Jones (una actriz británica que me descubrieron en la película “Like Crazy” y que es una pena que sea tan desconocida, ya que tiene un talento muy prometedor) también hace un estupendo papel como esa joven aspirante a actriz con alma de escritora, hermana e hija de un grupo de mujeres fuertes e independientes que buscan su destino aún a costa de saltarse el orden establecido de su tiempo. Kristin Scott Thomas interpreta con su habitual solvencia a la madre de las chicas, en un rol secundario que le ha permitido coincidir de nuevo en pantalla con Fiennes casi 20 años después de “El paciente inglés”.

Si algo se le puede reprochar a la película es una cierta frialdad a la hora de plasmar la relación entre Dickens y Nelly, que viene bien a la hora de mostrar cómo se desarrollaban las pulsiones amorosas en aquella época, donde estaba mal visto ofrecer el cuerpo desnudo al amante y que al mismo tiempo le quita emoción a la historia entre ambos. El hecho de que la narración sea un flashback en el que Nelly recuerda lo sucedido años después, le da un cierto convencionalismo y quita espontaneidad a lo relatado. Defectos que sin embargo no empañan una película que muestra que Fiennes puede resultar convincente a ambos lados de la cámara y que deja una serie de interesantes apuntes sobre la diferencia entre el amor literario y el real, casi siempre mucho más imperfecto, pues al fin y al cabo la literatura no deja de ser una manera de tratar de ordenar el caos que es la vida en sí misma.



Y sobre las diferencias entre el amor ideal y el real habla también la otra película que quiero comentar, en este caso una película que vi en el momento de su estreno, hace casi 5 años y que ahora he querido recuperar al sentir de nuevo curiosidad por la historia. Se trata de “500 días juntos”.

La peli cuenta la historia de Tom (Joseph Gordon-Levitt), un arquitecto que trabaja en una empresa dedicada a la creación de frases y eslóganes para postales. Su rutina cambiará cuando llegue a su oficina Summer (Zooey Deschanel), una chica que captará vivamente su atención y con la que no tardará en trabar confianza y... algo más. A partir de ahí iremos viendo los encuentros y desencuentros de Tom y Summer a lo largo de 500 días.


La película cuenta con una narración no cronológica, pues tan pronto te encuentras lo que pasó en el día 27 como saltas al 315 y vuelves al 43. Lo cierto es que esta estructura tiene mucho sentido: a lo largo de nuestra vida suelen pasar distintas personas, entran y salen de nuestras vidas, y en lugar de un recuerdo cohesionado de toda la relación, lo que suelen persistir en la memoria son una serie de momentos aislados, buenos y malos, muchos de ellos no necesariamente trascendentes, y que sin embargo se han quedado grabados a fuego en nuestra mente, mientras que de otros apenas podemos acordarnos.



Muchas veces miras al pasado y cuesta recordar qué te volvía loco de una persona o por qué la cosa acabó saliendo mal y todo lo que quedan son sensaciones, y una cosa que creo que hace muy bien esta película es captar esas sensaciones. De cualquier modo, pienso que una narración lineal, sin saltos en el tiempo, podría haberle dado una mayor intensidad a lo que se cuenta, cada vez me gustan menos las narraciones donde se pasa del final al principio, en las que se descubre el propio artificio del relato. Entre sus defectos, más allá de saltos temporales hay que achacarle que más allá de la pareja protagonista, los secundarios no funcionan. Los amigos de Tom o los compañeros de trabajo parecen un pegote para dar momentos de humor y de repente desaparecen sin mucha explicación. Tan sólo me funciona una jovencita Chloe Grace Moretz, en uno de los primeros papeles que interpretó, como consejera sentimental del protagonista.

Precisamente la pareja protagonista es uno de los puntos fuertes de la cinta, con Gordon-Levitt y Deschanel mostrando una estupenda química y resultando creíbles en sus roles (y que nadie puede resistirse al encanto naif y los ojazos de Zooey). En contra de los tópicos, es el chico el que busca un mayor compromiso y la chica la que pasa de algo serio, creando no pocas controversias y varias reflexiones sobre las diferentes formas de ver una relación de pareja.



La película puso en el mapa a Marc Webb, un director que desde entonces ha dirigido las dos nuevas películas sobre Spiderman (con resultados discretos, todo hay que decirlo) y que en “500 días juntos” compone algunas escenas memorables, como la de "expectativas vs. realidad" fue mi preferida por contar tantas emociones en unos pocos planos, o el guiño a "El graduado", (una de mis películas de cabecera) que acaba teniendo su relevancia en la relación de los protagonistas.



Con todo ello, nos hallamos ante un filme que se ubica lejos de los artificiosos cuentos de hadas romanticones que tantas vemos en cine, que nos habla del error que puede ser poner más esperanzas de las que debemos en otras personas o de cómo a veces nos obcecamos en que los otros cambien su forma de ser se acomoden a nosotros sin éxito. Las situaciones que la película muestra son tan reconocibles que resulta casi imposible no sentirse identificado en varias de ellas. Además tiene una interesante banda sonora, que me ha permitido descubrir que una de las canciones de la película, una ochentada que me sonaba de haberla escuchado otras veces, está cantada por Patrick Swayze en la época en que protagonizó “Dirty Dancing” y se convirtió en ídolo de jovencitas. Y no puedo negar que la canción me gusta, que es escuchar sonido de los 80 y se me activa el corazoncito.


4 comentarios:

  1. Vi "500 días juntos" hace tiempo porque había leído que era original y los actores no me desagradan, pero no me gustó demasiado.

    Realmente tiene un enfoque distinto, pero pensaba que era una comedia y no. Es simplemente una película romántica (que siempre suelen tirar más al drama que a la comedia) y se me hizo un tanto pesada. La verdad es que no recuerdo ninguna escena en especial.

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    1. De hecho, la mayoría de toques de comedia de la película me parecen forzados, funciona mejor en su parte dramática, de mostrar las pequeñas miserias cotidianas. En este tipo de películas pido que sean desde el inicio una historia digna de cuento (pero de verdad, no supuestos cuentos de hadas que son un chiste) o que sean lo más realistas posible, ahí es cuando consiguen convencerme

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  2. El fragmento que pones está muy bien, pues refleja con un alto grado de realidad hasta qué punto una persona puede influir en la vida de otra sin seguramente ser consciente. Quizá vea esta película, porque me gustan las que tratan de la vida creativa de escritores.
    “500 día juntos” sí que la he visto y me aburrió mucho, de hecho la tuve que ver en dos veces porque la primera me dormí. Zooey Deschanel me parece una actriz lineal, sosa, que pega para la peli. Pero me quedo con Joseph Gordon-Levitt, con ganas de ver más de él.
    Por cierto, a mí también me gusta “She’s Like the Wind", jeje.

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    1. Jajaja, vaya latigazo le has soltado a la peli. A mí Zooey Deschanel me gusta en esta película, donde da un tono más interesante que otras veces que la he visto más sobreactuada, como en la serie "New Girl". Curiosamente por lo que comentas la cayeron bastantes palos por su papel en "El incidente", donde decían que su personaje parecía estar drogado de tan impasible.

      La canción puede sonar un poco a balada sensiblera, pero a mí me funciona, el sonido de los 80 me puede, me remueve mucho por dentro y siempre me cautiva

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