"Tengo 22 años y creo que esto va a personalidades. Tengo whatsapp desde hace un año porqué es gratuito y para emergencias siempre va bien. Y ya no aguanto más. Mis compañeros y mis amigos son de esas personas que se pasan el dia enviando mensajes por cualquier tonteria o simplemente por aburrimiento (coño, si se aburren lo mejor es que salgamos a tomar algo). Ha llegado un punto en que no puedo estar estudiando o trabajando o en clase con el telefono sin silenciar. ¡Es horrible! el telefono no para de sonar i de vibrar. (la última vez tenia 216 mensajes). Mi solución: “olvidarme” el telefono en casa."
(Testimonio sacado de Internet)
El otro día leí una noticia sobre la influencia de las nuevas tecnologías en las relaciones humanas, sobre cómo marcan patrones en los comportamientos de todos. De la posibilidad que nos da de conocer a mucha gente y también de ocultar cosas que no queremos mostrar y de poner en valor lo mejor de nosotros mismos. De cómo es más fácil llegar a personas que están lejos de nosotros y cómo también es más fácil despegarse de ellas, tener un trato más superficial.
Mucha gente se extraña cuando les digo que no tengo Internet en el móvil ni que tampoco uso el whatsapp, esa especie de Messenger que pone en contacto a amigos y conocidos con un coste mínimo y un número ilimitado de mensajes. Siempre digo que a mí me agobiaría ese contacto continuo, que casi parece obligarte a poner algo para no parecer un asocial o escribir y que la otra parte no responda, dando lugar a elucubraciones y teorías casi siempre negativas. ¿Por qué no contesta? ¿Pasa de mí? y preguntas similares.
Se dice también que las redes sociales crean frustraciones al ver la vida de los otros y ver que hacen cosas más interesantes que nosotros. Todos conocemos a gente que documenta lo que come, lo que bebe, la gente con la que está y los lugares donde va. Y también pasa que ves a alguien en la playa (se ha puesto de moda poner los pies mirando al mar para ilustrarlo) mientras tú te asfixias en un cuartucho a 30 grados y sientes rabia, envidia y frustración. Ante eso, la otra parte puede decirte "pues no te quejes y hazlo tú también", muy entendible. Pero no puedo evitar pensar que siempre hay algo de careta, de pose en esa actitud. Así es frecuente que se dé el caso de que haya gente que se cree un personaje en las redes sociales, que considera más interesante de lo que él se ve en la vida cotidiana. Y del mismo modo, también se da el caso de gente interesante que en las redes sociales son versiones de saldo de ellos mismos, que les ves algunas reflexiones y parecen más simples de lo que realmente son, les falta esa capacidad de venderse mejor que tienen los adictos al "postureo". Sea como sea, las nuevas tecnologías no dejan de ser un reflejo del ser humano, que es el que las construye y les da esencia y basta con bucear un poco en la historia y la literatura para comprobar que siempre ha habido gente ostentosa y gente discreta.
A mí me da pena y rabia cuando veo a esa gente con su móvil, su tablet o la pantallita que tengan y que no levanta la vista de ahí, abducidos por ella, como en el "Fahrenheit 451" que escribiera Ray Bradbury. Y si todavía están solos puede ser comprensible como modo de distracción, pero es lamentable cuando estás con alguien que no deja de mirar su pantalla porque le están mandando whatsapps o le mencionan en Twitter o se le ha ocurrido algo y quiere escribirlo. Y te cortas por educación (la que a esa persona le falta), pero dan ganas de decir "¿con quién se supone que estás, conmigo que estoy delante tuyo o con tus miles de amigos virtuales que están por ahí viviendo sus vidas?". En ese caso, si muestras malestar por la actitud te puedes encontrar con alguien que te diga "pues no te quejes y hazlo tú también, que vives tu vida simple y te estás perdiendo todo esto", algo que siempre me hace torcer el morro y pensar que si lo que estoy perdiendo es la oportunidad de hacer algo más interesante en lugar de aguantar a quien me lo dice.
Yo quizá sea un antiguo, pero pasar un rato cara a cara con alguien me resulta mucho más satisfactorio que pasarme horas en un chat, tuiteando o escribiendo mensajes en Facebook. Al fin y al cabo la gente que tanto se escribe por Internet espera verse en algún momento cara a cara y en persona. Prefiero la calidad a la cantidad y prefiero tener una relación profunda con 5 personas que una superficial con 1.000, de tratar con gente que llegado el caso te vaya a ayudar de una forma orgánica si lo estás pasando mal y no se limite a poner "me gusta" si te da por escribir en Facebook tus problemas.
Y no desdeño las nuevas tecnologías, en las dosis adecuadas están bien y pueden permitirte un acceso a una información y a contactar con una serie de personas que quizás no podrías permitirte sin esas tecnologías. Por ejemplo, la blogosfera me permite tener este blog para compartir mis inquietudes, recibiendo opiniones diversas y también me posibilita poder conocer otros blogs interesantes y a la gente que los hace. Lo que me parece criticable es la adicción y la superficialidad en la que caen algunos con todo el tema de Internet. Aunque gente superficial y poco comprometida también ha existido siempre, con Internet y sin ello. La imperfecta impronta humana en la tecnología.